Es frecuente presentar algún tipo de problema para conciliar el sueño, o para tener un descanso reparador. Sin embargo, en Chile un 20% de la población padece insomnio crónico, siendo las más afectadas las mujeres. Y entre ellas, entre un 30% y un 60% se encuentra pasando por la menopausia. Según la psicóloga especialista en trastornos del sueño, Sandra Sacks, el insomnio durante esta etapa puede estar asociado a múltiples factores, tales como la baja del estrógeno y la progesterona, hormonas que los ovarios dejan de producir a lo largo del climaterio. Estas hormonas son fundamentales a la hora de controlar el sueño, especialmente el estrógeno, que facilita que nos quedemos dormidas, disminuye los despertares nocturnos e incrementa las horas totales de sueño.

Los problemas para dormir también se asocian a la incomodidad que producen los bochornos, que son sensaciones repentinas e intensas de calor en la zona superior del cuerpo. Para la especialista, tratar los problemas de insomnio en la menopausia es fundamental, considerando que dormir es además un excelente regulador emocional. Sin el sueño adecuado, la ansiedad, irritabilidad y cambios de humor estarán más marcados durante el día, además de disminuir la tolerancia al estrés por el solo hecho de no descansar adecuadamente.

De acuerdo a la especialista, para abordar el tema de una forma natural existe sólida evidencia de que la terapia cognitivo conductual para el insomnio (tcc-i) produce efectos a corto plazo equivalentes a los producidos por los fármacos inductores del sueño. A largo plazo ofrece respuestas mejores que los medicamentos que muchas veces disminuyen su efectividad.

Esta terapia consiste en enseñar a las pacientes a reconocer y cambiar las creencias que afectan sus capacidades de dormir. De igual manera, ayuda a controlar y eliminar los pensamientos negativos y las preocupaciones que pueden mantener despiertas a las pacientes. “Este método no es un tratamiento psicológico tradicional. Es una terapia breve (4-5 sesiones aproximado), que busca cambiar los hábitos, conductas y cogniciones respecto al dormir, así como manejar la ansiedad y estrés que el insomnio genera”, aclara la especialista.

Por otro lado, los fármacos también pueden ser utilizados. Sin embargo, de acuerdo a la especialista, dependerá de cada caso particular, ya que estas opciones no están diseñados para ser utilizadas durante mucho tiempo porque en algunos casos generan dependencia psicológica y fisiológica. También pueden producir tolerancias, es decir, hay que aumentar las dosis para obtener los mismo efectos. “Los fármacos pueden ser un tremendo apoyo pero por un tiempo acotado y a largo plazo hay que aprender otro tipo de estrategias, evidentemente mas naturales”, explica.

Sandra recomienda no desesperar, ni estresarse por alcanzar lo que conocemos como conductas de sueño apropiadas, sino que hacer lo que sea posible y llevadero para cada una. Por otro lado, si los bochornos despiertan, tratar de no mirar la hora, y simplemente dejarse llevar y guiarse por la alarma.

“La menopausia puede ser un periodo estresante y difícil, no es bueno formarse grandes expectativas respecto a lo que el sueño puede generar. Si bien es bueno dormir, hay que ayudarse de otras formas, ya sea a través del deporte, de una alimentación balanceada, aprender a manejar las preocupaciones acerca del sueño y de la etapa misma. Lo que es relevante es hacerse cargo del tema de forma multifactorial y ajustar las expectativas”, dice Sandra.

Si el síndrome de insomnio es demasiado disruptivo con la vida cotidiana, o existen sospechas de algún otro factor que no se asocie con la menopausia, como apnea u otros, nunca está de más descartar con un neurólogo especialista en sueño, quien pedirá un tipo de examen o análisis, y eventualmente, prescribir fármacos.