¿Sientes que vives a dieta? ¿Que estás constantemente buscando una nueva forma de comer? ¿Te sientes frustrada cuando “no logras” seguir una “dieta”? ¿Gran parte de tus elecciones alimentarias se basan en si engorda o no? Bueno, estas son algunas de las interrogantes que muchas experimentan en su día a día, lo que lamentablemente genera esta sensación de esclavitud hacia una manera totalmente externalizada de comer. Esclavitud que también va muy de la mano con la frustración, culpa y compensación.

En post anteriores les he contado que no sólo desde el estómago nace el hambre y que tampoco es ahí donde sentimos la saciedad. El impulso del comer tiene una raíz emocional, instintiva y racional que se ven inmersas en un entorno y contexto, y también sujetas a un momento especifico en nuestras vidas (Ej: Lo que necesito si me estoy preparando para correr 20K, si estoy viviendo en un clima frío, si estoy embaraza ect. va cambiando).

Lamentablemente muchas y muchos hemos crecido en un entorno donde hacer dietas restrictivas, con el único fin de modificar el cuerpo, se ha normalizado, es bien visto y hasta es reconocido como positivo el estar cuidando la salud y tener fuerza de voluntad.

Pero, ¿qué sucede aquí? vamos desarrollado una manera totalmente rígida, dual y externa en cómo alimentarnos. Y una forma que por lo demás está muy alejada de lo que nos gusta y podríamos verdaderamente necesitar. Una forma rígida, porque sólo creemos que a través de seguir una dieta estaremos a salvo en cuento a nuestra alimentación y cuerpo. Y dual porque no conseguimos internar la escala de grises, nos vamos del todo o nada, estamos o no estamos a dieta, me salgo o no me salgo. Y así, alimentos bueno o malo, engordantes o adelgazntes ect. Y externa porque seguimos una dieta bajo el paraguas cultural de dietas, en donde el principio fundamental es que con esa forma de alimentarnos conseguiremos lo que estamos buscando”. Que siguiendo esos pasos lo único que conseguiremos es desconectarnos de unas señales de hambre y saciedad y perderemos la confianza en nuestra decisiones alimentarias. Y vamos comiendo a través de la nueva dieta de moda, anulando toda posibilidad de autogestionarnos, de conocer nuestros ritmos, de honrar nuestra hambre y sentir la saciedad.

Por otra parte, todo lo anteriormente descrito hace el escenario perfecto para el ATRACÓN. Y es que cuando empezamos una dieta restrictiva y agreguemos que casi siempre coincide en dejar lo que más nos gusta, privándonos del placer, nuestro cerebro y cuerpo entra en alarma de escasez. Esto hace que aumente el nivel de cortisol, hormona del estrés que hará que estemos más pendientes de los alimentos, de lo que comemos y de cuándo vamos comer; y también la ghrelina, hormona que estimula el apetito a nivel del sistema nervioso central.

Es común escuchar en la consulta “me puse a dieta y siento que todas las panaderías se abrieron y quiero comer pan” o “ahora que empecé, siento mucha más hambre y ganas de comer dulces”. Ya no es si tengo o no fuerza de voluntad es que el cerebro está pendiente de la comida. Tanto así, que hasta nuestros sentidos del gusto, olfato y vista están mucho sensibles a la búsqueda de alimentos. De tanta restricción aumentamos la fijación y obsesión por la comida, llevando este fenómeno a áreas como cuánta energía gastamos pensando en comida, cuántos días de nuestra vida se han modificado según la comida que voy a comer, cuántos lugares he dudado en ir por no saber qué comer, cuánto he dejado de disfrutar por prohibirme ciertos alimentos, o cuánta poca libertad siento en mi relación con la comida.

Todo esto porque no nos permitimos darnos la oportunidad de soltar el piloto automático y realmente conocernos. Muchas veces ni siquiera sabemos cuáles son nuestras inclinaciones alimentarias o gustos porque nos hemos pasado la vida siguiendo una pauta y cuando no, simplemente comemos lo que me han prohibido.

¿Qué vacíos o espacios nuevos podría sentir si suelto las dietas y comienzo a explorar realmente los alimentos que disfruto, me gustan y siento que me hacen bien? ¿Lo has experimentado alguna vez?

** Camila Quevedo Truan (@camilaquevedot) es Nutricionista y Health Coach

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