Mi mascota y yo: Topy, la perrita que se mimetizó con su familia

Esta perrita llegó a la casa de Valeria con apenas cuatro meses e inmediatamente se convirtió en parte de la familia, acompañándolos incluso en el trabajo. Sin embargo, su conexión va más allá: algunos les han dicho que hasta se parecen físicamente. "Me da ternura escucharlo, y creo que el parecido es más profundo. Ella es muy piola, afable y alegremente tranquila. Son rasgos que compartimos en familia", confiesa.




Topy, una perrita Schnauzer, llegó a la vida de Valeria Sabaj (57) en 2018, cuando era una cachorrita de cuatro meses. “Fue el regalo sorpresa del cumpleaños número siete de nuestra hija. Cuando la recibió, se le cayeron las lágrimas de emoción, no lo podía creer y esto no es un decir, fue literalmente así. Ella llevaba mucho tiempo pidiéndonos un perrito; desde muy pequeña se detenía a acariciar a cuanto perro se atravesaba en nuestro camino”, cuenta. Así, Topy –bautizada así porque “es topísima”– se transformó rápidamente en la protagonista de la familia.

Y es que, aunque fue un regalo para su hija, Topy es compañera de los tres integrantes de la familia: Valeria, su marido Marco, y su hija. “Nos acompaña en todas y a todos. Duerme abrazada con nuestra hija, a menos que haga mucho calor, entonces se acuesta a los pies de la cama. Durante la semana, Marco la lleva a su trabajo, o yo a la Universidad. Trabajo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, donde Topy ha sido acariciada y alabada por ser tranquila y amable”, cuenta Valeria.

Van a todas partes con ella. De hecho, Topy ya sabe cuando la familia se prepara para salir y está atenta para subirse al auto. Se instala en el asiento trasero muy tranquila, incluso en trayectos largos. También se adapta muy bien al entorno en el que está y se da cuenta si tiene que esperar o avanzar rápido cuando van atrasados. “Le encanta que la acaricien, así que a veces, en reuniones largas, nos llama la atención con su patita para sentarse con nosotros y recibir caricias. Entonces, todo está bien, está feliz. Y nosotros también”.

En casa, Topy es la más entusiasta a la hora de salir a caminar y jardinear con Valeria. “Me acompaña en la poda y trasplante de mis plantas; también en la eliminación de malezas, en lo que sea. Paso largas horas sacando fotos de insectos, pacientemente inmóvil, y ella, fiel a mi lado. Da unas vueltas cuando se aburre y luego vuelve atenta por si se perdió algo. A veces se aburre de tanta atención que le doy a las plantas y me pide cariño o jugar con su pelota”.

Lo mismo ocurre a la hora del almuerzo. A veces se siente excluida y se sube a una silla para compartir con la familia. “Se porta muy bien, no busca sacar comida de los platos, más bien parece querer ser parte de la conversación, de la dinámica, de mirarse, conversar y reírse. Creo que ella se siente una más de la familia. Y nosotros también la sentimos así, es impresionante el lugar que ocupa”, dice Valeria.

¿Igualitas?

Algunas veces pasa que de tanto tiempo juntos, las mascotas se terminan pareciendo a sus dueños, y algo de eso hay entre Valeria y Topy. “Creo que nos parecemos. Me lo han dicho y me produce ternura. Lo más divertido es que también se parece a Marco; tienen los mismos bigotes y colores grises. Pero creo que el parecido es más profundo. Ella es muy piola, afable, alegremente tranquila. Estos son rasgos familiares. Creo que también es bien cabeza dura, llevada de sus ideas, pero prefiero omitir el tener que pensar si eso es parecido en alguno de nosotros”, confiesa riendo.

“Creo que uno proyecta muchas cosas propias en los demás, particularmente cuando ese otro no se expresa a través del lenguaje humano. Esta compañera de viaje me enseña que los seres vivos tenemos esta increíble capacidad de sentir afectos, emociones, que pese a creernos superiores como especie, tenemos tanta biología que compartir; que la vida profunda no ocurre en los malls, ni en el emprendimiento, ni en la negación del ocio, ni en la velocidad desenfrenada de la producción; sino en la tierra, en los brotes de los árboles, en tanta diversidad de seres vivos, en esa complicidad que podemos lograr con otras especies cuando compartimos lo cotidiano al ritmo de la tierra. Eso me enseña la profunda mirada de nuestra Topy”, concluye Valeria.

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