“Tengo más de 40 años y hace dos estoy separada. Y también tengo dos maravillosos hijos de 13 y 15 años que nacieron en mi matrimonio.
Hace un tiempo empecé una relación con el clásico amigo de un amigo con el que nos encontramos en más de una ocasión en cumpleaños y reuniones sociales durante al menos diez años.
Todo empezó de una manera tan exquisitamente pasional, que me hizo dudar sobre si seríamos sólo amantes o de verdad queríamos algo más. Pero finalmente optamos por lo segundo. Había en lo nuestro algo que ambos creímos especial.
Encontrar un compañero a estas alturas de la vida te invita al disfrute, a coincidir en pequeños y grandes detalles, ya no estás para complicaciones. No buscas un marido, ni quieres alguien que te controle; o un seguro económico ni menos un padre para tus hijos. Eso creí yo. Pero la petición llegó. Él no tiene hijos y ser padre es uno de sus grandes pendientes. Así que me dijo, literal: ‘quiero tener un hijo contigo’.
Una extraña reacción entre sorpresa, honor y ganas de escapar, llegó a mí. Replantearme la vida, planificar un embarazo, cuidar un cuerpo que tanto me costó tener; enfrentarme nuevamente a los pañales, llantos, desvelos, pero también a las alegrías, risas y entregas incondicionales, en fin, armar una nueva familia, me parecía un proyecto inabordable.
¿Qué tan dispuesta estoy a cambiar –a ese nivel– mis planes por otro? ¿Qué tan dispuesta estoy a jugármela por un nuevo proyecto? Siempre dije que no me volvería a casar, ni a tener más hijos. Ya los tengo, son adolescentes, estamos en otra etapa de vida, aún cuando en algún momento la menor de ellos sí deseó un hermanito.
Enfrentarme nuevamente a los pañales, llantos, desvelos, pero también a las alegrías, risas y entregas incondicionales, en fin, armar una nueva familia, me parecía un proyecto inabordable.
También sé que esto puede acabar y no tener el final feliz que desee. En mi experiencia, los hijos, por más que los padres crean, siempre, siempre serán de una madre. Entonces ¿Tengo la energía para encargarme de un pequeño sola si la vida me depara un final similar a mi anterior familia? No digo que sea así, es sólo una posibilidad. Quizás no, y si fuera madre otra vez, sería increíblemente mágico.
Pero eso jamás lo sabré.
Creo que a esta edad es importante ponerme en primer lugar. Me postergué por mucho tiempo y ahora la vida, mi presente y futuro está en mis manos, independiente de quién sea mi compañero, el que espero de corazón me pueda entender”.
* Lola tiene 40 años, es lectora de Paula y nos envió su relato al mail hola@paula.cl.