Mi padre, mi inspiración

La hija mayor de Felipe Cubillos, el creador de Desafío Levantemos Chile que murió en el accidente aéreo de Juan Fernández, asumió la dirección de la fundación tras la tragedia. Hoy, en una etapa más personal, Amalia Cubillos (27) da un paso a un lado y retoma su veta de diseñadora industrial con un emprendimiento: un traje de seguridad marítima inspirado en su padre.




Paula 1175. Sábado 6 de junio de 2015.

"Tenía 12 años cuando mis papás se separaron y a los 18 me fui a vivir con él. El resultado fue un despelote: teníamos el refrigerador vacío y, como nos resistíamos a ir al supermercado, terminamos desenchufándolo. Lo pasábamos muy bien, compartíamos nuestros pensamientos. De repente mi papá aparecía en la mitad de la noche en mi pieza, me despertaba y me decía: "Mery, ¡Eureka!", porque se le ocurrían cosas rarísimas y partía a contármelas. También viajábamos mucho. Una vez nos fuimos en un jeep a la Patagonia argentina a ver ballenas: pinchamos las cuatro ruedas y llegamos a Santiago de vuelta en grúa. Fue toda una experiencia, el mejor viaje que he hecho en mi vida".

"Creo que todos los hijos creemos que nuestro papá es excepcional. Y para mí el mío era el mejor papá del mundo. Él se caracterizaba por su trato a las personas: era cercano, se interesaba por lo que le estaba pasando al otro, se interesaba en su entorno. Me acuerdo que para una inundación en Santiago, partió en un bote de goma a sacar gente de las casas. Y eso nos lo inculcó a nosotros, sus hijos".

"Cuando se cayó la avioneta en Juan Fernández, tuvimos suerte de estar bien acompañados. Toda esa espera, desde que se perdió el avión hasta que encontraron los cuerpos, fue un lapso de tiempo súper raro, de a poco iba llegándonos la información y era cada vez más ruda. Pero estábamos llenos de familiares, amigos y muchas personas anónimas que nos daban apoyo. Hasta el día de hoy, la gente nos tiene mucho cariño por ser la familia de Felipe Cubillos. Siento que hay muchas personas que fueron realmente tocadas por él y que su mensaje trascendió. Eso le habría gustado: trascender era lo que buscaba en su vida. Aunque ahora no está, todavía su mensaje sigue vivo en todos nosotros".

"Mi paso por Desafío Levantemos Chile fue un aprendizaje intenso. Partí en 2010 como voluntaria y después del accidente de mi papá asumí como directora, porque quería estar presente en las decisiones. Tenía claro que el proyecto tenía que seguir y quería cuidar el espíritu, para mantener la línea de mi papá, el sello que él transmitía. Ahora, mirando para atrás, creo que no estaba preparada para un rol tan importante, pero sí me ayudó y me empoderó para todo lo que vino después. Me di cuenta que soy capaz de liderar un equipo y que me gusta, que no soy tímida como siempre creí, que me encanta hablar en público".

"No sé definir el duelo, creo que cada uno lo vive de distinta forma. En mi caso, no sé si ya terminó o sigo haciéndolo. Pero me ayudó estar en el día a día en la fundación para darle sentido a la pena. Nunca paré ni me encerré a llorar. De hecho, después del accidente me metí en un sistema de vida rápido e intenso y no paré más. Hasta que, después de dos años como directora, me pasó la cuenta. En 2013 dije: 'Basta'. Estaba dejándome de lado a mí y a mi carrera. Me fui de viaje al Sudeste Asiático por tres meses, descansé, respiré hondo. Mi papá siempre me dijo: 'Busca tu camino'. Y, entonces, decidí emprender".

"Lo que estoy haciendo ahora está inspirado en mi papá y es una suerte de homenaje hacia él. El segundo semestre de 2010, yo estaba estudiando Diseño en la Universidad del Desarrollo y me tocaba hacer mi proyecto de título. Como además trabajaba de voluntaria en Desafío, estaba muy relacionada con todos los pescadores de las zonas afectadas por el tsunami. Y me di cuenta que ellos tenían los mismos problemas que yo cuando salía a navegar con mi papá, pero sin los recursos para solucionarlos. Y lo más importante: con una falta de seguridad tremenda. Entonces se me ocurrió desarrollar un traje de seguridad marítima, que funciona de una manera parecida a los airbags en el auto. Es cómodo, de alta visibilidad, se activa con la caída al agua e incluso es capaz de darte vuelta si caes inconsciente para dejar libres las vías respiratorias. Había dejado en pausa este proyecto para asumir como directora de la fundación, pero ahora lo retomé para llevarlo a cabo de manera profesional. Me asocié con mi prima y un amigo, nos ganamos un fondo de Corfo, y en marzo la Armada lo certificó. Pretendo seguir ligada al mar; es mi máxima inspiración y mi unión con mi papá. Después del accidente me tatué un ancla como símbolo de esa conexión. Y lo hice en el pie, para tener los pies siempre en el agua".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.