Mi vida después de ser una pituca

La exposición pública que le significó su debut televisivo en la teleserie Pituca sin Lucas cambió radicalmente, y en todos los sentidos, la vida de Mariana di Girolamo. A la avalancha de miradas que comenzaron a posarse sobre ella, se sumó una impensada oferta de invitaciones comerciales y laborales. Aquí, la actriz cuenta cómo está lidiando con la pérdida del anonimato.




Paula 1176. Sábado 20 de junio de 2015.

A un mes del final de la exitosa teleserie Pituca Sin Lucas (Mega), la actriz Mariana Di Girolamo (24) sigue procesando las consecuencias que en su vida ha tenido la exposición pública de su debut en pantalla. Porque, aunque es sobrina de Claudia di Girolamo y nieta del artista Claudio di Girolamo, ambos con un historial en televisión, experimentar en carne propia el proceso de pasar de ser una N.N. a un rostro conocido es algo que, dice, "jamás logré dimensionar", y que ha tenido un efecto dominó en todos los ámbitos de su vida. Hace siete meses dejó por primera vez la casa materna para irse junto a dos amigas a un departamento en Ñuñoa. Hace dos, conduce el programa matutino Republicanos, en FM Tiempo. Y hace uno debutó en teatro con La tempestad (hasta fines de junio en el GAM), dirigida por Rodrigo Pérez, donde comparte escenario junto a su tía actriz.

¿Cómo has vivido el hacerte conocida de un minuto a otro?

Primero fue un shock. Sabía que a la teleserie le iría bien, pero no dimensioné los efectos: se creó un fan club, un fan page en Facebook, me empezaron a invitar a eventos y muchas marcas comenzaron a llamarme para auspiciarme. Me engolosiné con los privilegios y accedí a muchas de esas cosas, hasta que me sentí sobrepasada y tuve que ponerme selectiva con lo que aceptaba y las condiciones. La gente me asocia al personaje de Belén Risopatrón, y es cierto que tengo rasgos parecidos: como ella, no me hago mucho problema por nada, pero tengo que cuidarme para seguir haciendo la vida normal que quiero. Pero no siempre es fácil andar en micro y en Metro, y que se me acerquen desconocidos para sacarse una selfie conmigo.

Tienes un contrato con Mega. ¿Cómo es tu relación con el dinero?

Tengo conciencia de lo que significa tener y no tener plata. Pertenezco a una familia rica en cultura, pero no a nivel monetario. Cuando chica, junto a mis tres hermanos, vivíamos en Lo Barnechea, estábamos en un colegio caro y teníamos un buen auto, pero en gran parte eso era por la ayuda de la familia de mi mamá, que es artista textil. Aunque mis papás hacían grandes esfuerzos, muchas veces no alcanzaba. Jamás pude hacer una fiesta de cumpleaños; tampoco ir a la nieve con mis compañeros. En la universidad estuve becada. En eso también soy parecida a la Belén: pertenecí a un mundo cuico, pero siempre fui consciente de los contrastes de mi propia realidad.

"Me he tenido que acostumbrar a sacarme fotos con desconocidos y ser amable. Pero me he puesto pesada con el asunto de las entrevistas, estoy dando muy pocas, y no contesto llamadas de números que no tengo registrados. Es una manera de proteger mi tranquilidad", dice Mariana.

Antes de estudiar Teatro en la Universidad Católica, estuviste un año en Obstetricia.

Aunque el teatro me es cercano por un asunto familiar, cuando tuve que elegir qué estudiar jamás pensé en ser actriz. En el colegio tenía promedio 6.6 y me gustaba mucho la biología, entonces después de la PSU me metí a Obstetricia, en la Chile, pero sin saber muy bien de qué se trataba. A final de primer año reprobé un ramo y sentí, por primera vez, el peso del fracaso. Me desmotivé, me salí, estuve un tiempo sin hacer nada, pero fue ahí cuando entró a mi cabeza la idea de estudiar Teatro. La herencia familiar pudo más.

No debe ser fácil ser una actriz debutante y tener el apellido Di Girolamo.

No lo siento como una exigencia, sino más bien ha significado el apoyo de toda mi familia. Además de mi abuelo y mi tía, mi papá, Paolo, es productor audiovisual, y tengo dos primos actores: Pedro y Antonio Campos, hijos de la Claudia y Cristián Campos. Ese entorno me permite conversar libremente sobre nuestros trabajos, entendernos y pedir consejos de gente con más experiencia.

¿Cómo ha sido debutar en el teatro con un clásico como La Tempestad, junto a Claudia di Girolamo?

Me tuve que enfrentar a un texto muy grande y poético, escrito nada menos que por Juan Radrigán. Tengo claro que Rodrigo Pérez, quien dirigió mi egreso en la universidad, me llamó porque le gusta cómo trabajo. Pero tuve que creerme el cuento y subirme a la pelota, para poder estar a la altura de tremendos actores como la Claudia, que es mi referente, Manuel Peña y Rodrigo Soto. Partí tímida y tiesa, pero ahora me siento segura.

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