Situaciones de violencia física, abuso sexual, la muerte de alguien cercano o incluso accidentes graves son escenarios que, probablemente y de forma transversal, asociamos a la palabra trauma. Y si bien lo usual es pensar en el trauma como algo abrumador y tan grande que remece los cimientos en la persona que lo experimenta dejando huellas que quizás duran toda una vida, el trauma puede tener también otras caras. ¿Qué pasa cuando descubrimos que experiencias que pudiesen parecer cotidianas e incluso inofensivas en la infancia o incluso en la vida adulta han constituido eventos traumáticos?
Estas vivencias que, a simple vista pueden parecer inocuas, en realidad podrían ser parte de una experiencia traumática. Se trata de los micro traumas y pueden definirse como una forma más sutil de trauma que se caracteriza por desarrollarse a lo largo de periodos prolongados de tiempo. La psicóloga clínica Catalina Niño de Zepeda, especialista en tratamiento y sanación del trauma, explica que desde la neurociencia, terapeutas como Peter Levine definen el trauma como vivencias que el individuo no es capaz de captar realmente. ”El trauma es algo demasiado fuerte, demasiado intenso, demasiado rápido para que el sistema nervioso lo pueda procesar”, comenta la psicóloga. A partir de esta definición de lo que se entiende por el concepto tradicional de trauma, agrega que el micro trauma es un evento que también deja un impacto pero que quizás no es tan profundo. Y que su efecto nocivo está más bien dado por la repetición a través del tiempo. “Un episodio de micro trauma puede que no deje una marca tan potente”, aclara Catalina. En otras palabras, el daño no está en el episodio aislado, sino en la sucesión de hechos que pueden ser el mismo o diferentes pero que igualmente son violentos o generan desconcierto en el individuo. La psicóloga explica cómo opera el micro trauma cuando se repite en el tiempo y cómo puede afectar especialmente a los niños, generando secuelas que acarreamos hasta la adultez. “Si pensamos en un niño y que el papá se le olvida ir a buscarlo al colegio un día o llega tarde y se disculpa, le promete que no va a volver a pasar etc. El evento ya pasó y fue súper angustiante pero se resolvió. Luego ocurre nuevamente. Y otra vez. Y otra. Es un evento repetitivo. El evento puntual no es tanto pero como se va a repitiendo, va reforzando en el niño la idea de que no le intereso a nadie, no les importo y me abandonan. Y se va haciendo un cúmulo de experiencias dolorosas, dañinas que van siendo la suma de estos micro traumas”.
Y uno de los principales problemas del micro trauma es precisamente la dificultad de reconocerlos sino es en retrospectiva, cuando los miramos hacia atrás y vemos las consecuencias que han tenido en el tiempo. Porque como incidentes aislados es sencillo pasar por alto las experiencias que parecieran no generar mayores repercusiones en la vida ni en la salud emocional de las personas que las han vivido. Situaciones como ser ignorados por alguien que parecía ser muy cercano, recibir una respuesta violenta de un ser querido, escuchar que estamos sobre reaccionando cada vez que expresamos cómo nos sentimos cuando hablamos con una pareja o pequeños insultos o humillaciones delante de otros o incluso en privado, son clásicos ejemplos de micro traumas que vamos acumulando y que, muchas veces, sentimos que no son situaciones que realmente hayan generado un efecto mayor. Margaret Crastnopol, psicóloga norteamericana Ph.D y autora del libro Micro-trauma: A psychoanalytic understanding of cumulative psychic injury explica que este tipo de experiencias pueden calificarse como aparentemente insignificantes pero que, a pesar de eso son perjudiciales para las personas que las han sufrido.
A diferencia de lo que ocurre con los grandes traumas —que son casi imposibles de pasar por alto— el micro trauma puede ser muy fácil de ignorar o simplemente pasa desapercibido. “Lamentablemente la sociedad en que vivimos ha normalizado mucho estas conductas en que hay que responder ‘estoy bien’. Hay que responder que no me importa o para qué voy a hacer escándalo, para qué voy a responder. Entonces hay mucho trato que puede gatillar micro traumas que socialmente se ha normalizado”, explica la psicóloga Catalina Niño de Cepeda. Esto hace que el micro trauma sea un fenómeno invisibilizado y mucho más común de lo que creemos. “Es más difícil para las personas poder responder y gestionar estas situaciones traumáticas”.
Pero no solo la sociedad por desconocimiento ha pasado por alto el micro trauma. También la comunidad médica le ha dado poca cabida a este tema hasta ahora. El micro trauma es un fenómeno que aún no cuenta con un reconocimiento transversal dentro de la psicología. Incluso cuando es claro que, producto de la acumulación y la repetición, los micro traumas pueden terminar generando los efectos de un trauma como cualquier otro. Sin embargo, el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales DSM V, que clasifica y tipifica las enfermedades de salud mental, su sintomatología y causas, todavía no reconoce el micro trauma como una de las bases que da origen al Síndrome de Estrés Post Traumático.
Si bien es imposible negar que la vida está compuesta de pequeños momentos, buenos y malos, alegrías y penas, permanecer continuamente expuestos a dinámicas disfuncionales es algo que las personas no debiésemos experimentar. Estar sometidos de forma permanente a experiencias dañinas, por pequeñas que puedan parecer, va desgastando y esos en el tiempo conducen a un trauma tan válido como una gran pena, pérdida o dolor.