¿Dónde están las mujeres? Eso se preguntaba Verónica Sanchis (32) mientras colaboraba para la revista Ventana Latina de la ONG Casa Latinoamericana en Londres. "Tenía que publicar una entrevista mensual a fotógrafas de la cultura hispanohablante. Tras hacer un reporteo exhaustivo me di cuenta de que era muy difícil dar con fotógrafas latinas, era como si no hubiese. Ahí nació la primera inquietud por encontrarlas y visibilizar su trabajo, pero no sabía cómo", cuenta al teléfono mientras viaja en el metro de Hong Kong, donde reside desde hace 3 años.

La pregunta volvió a surgir, esta vez con más fuerza, cuando trabajaba en el archivo de la biblioteca del Instituto Internacional de Fotografía (ICP) en Nueva York: "La biblioteca tiene una de las colecciones de fotografías más importantes de EE.UU. y de Occidente, y estando ahí tuve acceso a información de todo el mundo. En ese momento me volví a preguntar por qué era tan difícil encontrar a las fotógrafas latinoamericanas".

Reivindicación latinoamericana

Su interés por el fotoperiodismo empezó desde muy temprano, como testigo de los cambios políticos que vivía Venezuela, y en particular Caracas, donde vivió hasta los 17 años. "Recuerdo muy vivamente el golpe de Estado contra el gobierno de Hugo Chávez, tuvo un impacto muy importante a nivel periodístico y visual, y eso me llevó a reflexionar sobre la importancia del fotoperiodismo. Tenía 15 años, y aunque ya venía con el interés por la fotografía, el 2002 me abrió los ojos", recuerda.

¿En qué sentido?

Me llamó la atención el impacto que una imagen puede provocar en la población, desde lo político, social, todo. En ese tiempo no existían las redes sociales, y me impactaba profundamente cómo una imagen podía provocar tantas cosas, terror o esperanza, transmitir emociones.

La crisis política de 2002 gatilló en Verónica una inquietud que se demoró un par de años en concretarse profesionalmente, esta vez con la intención de reivindicar la imagen con que América Latina se presenta ante el mundo. "En ese momento era muy inmadura para entender que se construían diferentes realidades dependiendo de quien las editara, no tenía esa sabiduría. Eso vino después, vivir fuera me dio una perspectiva diferente; encontraba que la proyección de América Latina hacia el exterior tenía que ver con una imagen negativa. Obviamente hay una realidad que no podemos negar dentro de la región, socio-política, económica, y que sobre todo como venezolana no puedo desconocer, pero esa no era la verdad absoluta. Sentí que era injusto que la connotación fuese tan negativa y cargada políticamente", cuenta.

Luego de estudiar inglés y fotografía en Brighton (Inglaterra), se especializó en fotoperiodismo en Gales. "Todos los intereses que venía desarrollando en la universidad tenían que ver con América Latina, qué y cómo se la representa. Así terminé trabajando en una organización no gubernamental que se llama la Casa Latinoamericana, en Londres, que se dedica a darles apoyo a comunidades latinoamericanas y del Caribe. Esa fue la antesala de Foto Féminas".

Mujeres tras la cámara

Los siguientes proyectos profesionales en los que se embarcó, nuevamente dejaron en evidencia la falta de material fotográfico hecho por latinas, y las oportunidades dispares que tenían las mujeres para difundir su trabajo. "Decidí hacer una publicación mensual en una plataforma web en la que destacamos el trabajo de una fotógrafa. Cada año cambia el formato, hay entrevistas, podcasts, etc., y el contenido está en español e inglés para llegar a un público más amplio", describe.

¿Cuál es el criterio de selección?

Lo más importante es que el proyecto sea potente. No tiene que estar culminado, ni haber ganado premios, sino que tiene que ser un proyecto que hable de que hay potencia fotográficamente, a nivel de investigación. Que la temática sea creativa y que refleje dedicación fotográfica.

Desde su creación en enero de 2015, 51 fotógrafas han expuesto su trabajo, de manera virtual en la plataforma, en festivales alrededor del mundo y en exposiciones itinerantes en países de América Latina y Oriente. Una de ellas fue "Mujeres latinoamericanas y la fotografía", que se realizó en el Centro Cultural Estación Mapocho desde el 10 de enero hasta el 10 de marzo pasado.

¿Qué sensibilidad particular crees que tiene el ojo femenino tras una cámara?

No sé si la sensibilidad cambia entre hombres y mujeres, no es una cuestión de género, pero sí creo que hay ciertas realidades vinculadas a nuestro género de las que tenemos un mejor entendimiento; por ejemplo, un embarazo o el aborto. Y tiene relevancia que una mujer trate estos temas.

En el marco del boom feminista, ¿te parece más fácil o difícil dedicarse al fotoperiodismo siendo mujer?

Sin duda tenemos más oportunidades hoy que hace 50 años. Me gusta ser positiva y pienso que sí tenemos mejores oportunidades hoy para comunicarnos y para defender nuestros derechos, y utilizar esta globalización positivamente. Hoy podemos crear comunidades, y eso nos hace más poderosas.

Hoy las mujeres parecemos estar mucho más unidas en general, y según nuestros intereses particulares, ¿por qué te parece importante que se creen estas comunidades?

En mi caso esta fue la sorpresa más linda de Foto Féminas; que surgió una comunidad de mujeres increíble. Fue algo que se dio naturalmente como una necesidad de compartir, conectarse con otras fotógrafas de países vecinos, de otras realidades, o incluso del mismo país. La comunidad tiene mucho valor porque podemos aprender las unas de las otras, crear lazos, tener un punto de comparación. A mí eso me hacía mucha falta, saber qué estaban haciendo las mujeres de América Latina para trabajar mejor. Para crecer, en lo personal y profesional; es muy importante saber de dónde vienes.