Andrea estudió Diseño de Ambiente y Objetos en la Universidad Finis Terrae y por muchos años trabajó en producción de arte hasta descubrir su pasión por el arte en alambre, material con el que crea todo tipo de obras y objetos. “El alambre es un material que se oxida con el tiempo. Aunque mis obras están tratadas, el material eventualmente sigue su proceso natural. Creo que esto no es algo negativo; al contrario, es un aspecto positivo, ya que refleja el cambio y evolución del material a lo largo del tiempo.” Así define Andrea Errázuriz el trabajo que realiza en cada obra a la que da forma y vida con sus propias manos usando alambre.

Andrea empezó en 2019 con Lambra, nombre que durante años tuvo este proyecto y que desde hace un par de meses cambió a Andrea Errázuriz. Y es que tal como ella misma explica, “lo que empezó como una marca de objetos de decoración en alambre, con el tiempo fue transformándose y evolucionando hasta convertirse en el reflejo de una persona que hace arte en alambre”. Su trabajo se crea y se adapta en función del espacio, la intención y el lugar dando vida a una propuesta artística con una línea clara pero que a la vez siempre está abierta al diálogo con el cliente.

Cada pieza es única, hecha a medida y con un enfoque que se reinventa constantemente. Así, durante todos estos años ha hecho proyectos tan diversos como un mural para el Colegio San Benito, la vitrina de Hermès, Amoblé y Little Bee, intervenciones en restoranes y oficinas, y ha expuesto su trabajo en el Museo Nacional de Historia Natural de Quinta Normal y Art Stgo, entre otros.

Todas las obras que hace en el taller que tiene montado en su casa, las hace desde el mismo alambre, sin dibujos ni bocetos previos. Es el propio alambre su lápiz de dibujo, una propuesta desafiante que implica un minucioso uso de las proporciones y de la imaginación. Un material que le permite crear en dos y tres dimensiones y hacer paisajes, animales, figuras e incluso replicar retratos fotográficos que logran transmitir las facciones de cada persona con simples trazos.

Este año Andrea también exploró en las clases, convocando a grupos a quienes les entregaba las herramientas esenciales para poder crear sus propias obras. Les enseñaba sobre el material, técnicas para hacer nudos y dar formas. Una experiencia que asegura fue enriquecedora y desafiante. Y es que parte de lo que la caracteriza, es recibir y aceptar distintos tipos de proyectos convencida de que son todos una oportunidad para transformar el alambre en arte, adaptándose a las necesidades y deseos de cada cliente.

Ya sea para una instalación artística a gran escala, exposiciones o para una pieza más íntima, se dedica a crear obras únicas que realzan y personalizan cualquier entorno. Y es eso lo que le quiso transmitir a sus alumnos.

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