“Crecí en La Serena y estudié en la Escuela Experimental de Música Jorge Peña Hen donde aprendí violín y viola. En paralelo a mis estudios de literatura, tomé cursos de pintura y tejido a telar en la Universidad Católica, y fue el paso por esas disciplinas lo que hizo que me decidiera a dedicarme al arte textil.
Por más de cinco años estuve en el taller de Pilar Valdés como aprendiz y ayudante de teñido, tejido a telar e hilado. Esa experiencia me impulsó a partir a Inglaterra a hacer un postgrado en Arte Textil enWest Dean College. Allá la formación en técnicas de gobelino y de tapicería contemporánea es reconocida internacionalmente. Ese perfeccionamiento me abrió un mundo, me dio herramientas concretas y me permitió comenzar a pensar en el textil como una disciplina que puede alejarse de lo utilitario y de la tradición de un territorio y convertirse en un lenguaje propio.
De vuelta en Chile he seguido insistiendo en esa búsqueda, incorporando otras técnicas textiles que siempre han estado ligadas a la manualidad, a la indumentaria y a lo doméstico para construir mi propia propuesta artística que también incluye el volumen y la superposición de elementos textiles.
Durante los últimos años mi trabajo se ha sido construyendo en paralelo a mis ocupaciones profesionales en educación y edición de textos. Y también a mi vida familiar. Y es que mientras las posibilidades de dedicación han ido variando, eso que para algunos puede ser una limitación puesto que la disciplina textil es lenta y requiere de muchas y porque el desarrollo de una obra implica también tiempo de dedicación previa a observar, a masticar las ideas y a probar materiales y texturas, a mí me ha obligado a adaptarme.
Ya sea en formato, en técnicas, en buscar atajos o reformular la primera idea, he tenido que tranzar un poco para poder continuar. Están los hijos, los traslados, el trabajo. Pero también está la pulsión de que no hay escapatoria a mi necesidad de crear, de hacer, que aparece de alguna manera en pequeños bordados que esperan ser parte de algo más grande, en tejidos que interrumpo y guardo, en fragmentos que preparo para que sean fragmentos. He ido atesorando lo que se pueda y encontrando inspiración en cualquier lugar. Esos espacios terminan siendo paraísos para mí: el mall chino, la farmacia y sus envases, las texturas de la ferretería, los colores en el metro”.
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