“Empecé a coser cuando tenia 13 años. Cortaba kas telas según mis propias fantasías y modelaba vestidos al azar de mi entusiasmo. Me encantaba inventar tenidas para salir a bailar, y lo hacía sin mucha técnica, más bien por instinto. Después de haber estudiado gestión comercial y trabajado en la multitienda de lujo Le Bon Marché del grupo LVMH en Paris, retomé mis estudios para aprender el diseño de vestuario. Desde los 13 años que nunca había parado de coser en mi tiempo libre.

Como estudiante textil tuve la oportunidad de ir un año a San Francisco en un intercambio con mi escuela parisina. Fue ahí que me concentré en aprender el tejido de punto en máquina semi industrial, un oficio muy distinto al de costura que me hizo descubrir una mirada al textil y a la creación de prendas desde un punto de partida diferente: mientras la costura considera estructuras, corta superficies para realizar una construcción y ensambla planos de dos dimensiones para crear un volumen; el tejido de punto parte de un hilado que llamaría dimensión uno, que se teje para crear una dimensión dos con la libertad de crear texturas, unir colores, generar patrones gráficos y luego crear un volumen. El tejido de punto tiene una caída diferente, acompaña la forma no la esconde, es flexible.

Luego del año en el laboratorio de tejido de punto de la Universidad Academy of Arts de San Francisco, volvi a París y trabajé varios años para dos bureaux de tendances, creando swatches, texturas, puntos, mezcla de hilados. Al lado de eso, armé la clase de tejido de punto en máquina en la escuela de diseño de vestuario Studio Berçot y trabajé para diferentes marcas creando sweaters y chalecos desde la concepción de punto a la ficha técnica. Haciendo, tejiendo, practicando. Así se aprende, se domina, se extiende el oficio.

Gracias a este completo oficio descubrí la creación textil además de la creación de vestuario. Aprender a tejer en máquina fue una experiencia especial para mí, uno de esos encuentros para la vida. Me enseñó la perseverancia y la paciencia.

Este es un oficio corporal en el que hay que manipular la máquina con fuerza, firmeza y suavidad, ser riguroso y regular. Hay que estar abierta a la experimentación porque la máquina de tejer semi industrial no es una “máquina que hace todo sola”, no se trata de apretar un botón y un motor se encarga de producir. No, la máquina de tejer semi-industrial es como un telar, un turno para un ceramista: hay que instalar un hilado, urdir, pasar el carro, vigilar que el hilado no sea ni demasiado tenso ni suelto, ajustar el tamaño de los puntos, verificar que los puntos no se caigan, que no generen nudos. Pueden pasar muchas situaciones que ponen en riesgo el trabajo. Hay que usar las manos, los brazos, estar concentrado. Es un oficio completo que une tecnología y sensibilidad.

Hay un diálogo íntimo que se crea con la máquina, esa relación que creo todos los artesanos tienen con su herramienta de creación. Y es una oportunidad de la vida, un regalo que uno se crea. Lo amo, lo considero como parte de mi vida. Y aunque puede ser a veces repetitivo y fome, es también meditativo y limpiador. Es rico poder hacer en vez de pensar.

Llegué a Chile en 2009 y en 2010 creé mi marca de vestuario para mujer donde diseño las prendas archétypales del tejido de punto como chalecos y sweaters, pero también pantalones y vestidos de tela plana. El encuentro del tejido de punto con el moldaje y la construcción tal como lo practicaba de niña fue la base de la creación de mi marca.

El carácter de elasticidad del tejido de punto me aportó inspiración para siempre: la comodidad que genera es un eje conductor en mi marca. Si me gusta construir prendas, pantalones con volumenes y estructuras, no puedo dejar de lado el confort del tejido de punto, esta preocupación me lleva a combinar costados, incrustaciones, canesus, cinturas de tejido de punto en prendas de tela plana y así crear un vestuario a semi camino entre estilo formal y relajado.

La flexibilidad es un concepto que me gusta incluir en el diseño, las prendas se pueden amarrar de varias maneras o ponerse por un lado u el otro. También me encanta que tengan el potencial de combinar con prendas de diferentes ocasiones: un chalequito con lurex para un matrimonio sirve también para estar en la casa. La versatilidad se refiere también a un rango amplio de tipo de mujeres, tanto por la edad como por el estilo.

Esta elasticidad intrínseca al tejido de punto define la esencia de lo que espero crear: un producto adaptable, versátil y original.

Enseñé a tejer a maquina en muchas ocasiones: en escuelas de diseño, en clases privadas en mi taller, en fundación de carácter social, a gente que me ayuda a producir. Es un oficio que se echó a perder porque lamentablemente varias marcas pararon de fabricar. Sin embargo, el interés en aprender volvió desde hace unos años, quizás consecuencia de la pandemia y de la toma de consciencia que generó que sin el “hacer” no hay creación”.

@florencecollin.