Ni la menopausia ni la perimenopausia ni la posmenopausia ni el climaterio significan el fin de la vida sexual. Pero sin duda este es un mito muy asentado, y hay razones para que así sea.

Sucede que los cambios hormonales que afectan a un cuerpo en climaterio en la mayoría de las mujeres van a provocar una multiplicidad de síntomas, y al menos tres de ellos afectan directamente la práctica sexual. Una es la falta de lubricación. Aunque te esfuerces, aunque inviertas un montón de energía en el juego previo (y tu pareja se sume a la iniciativa), la falta de estrógeno afectará tus tejidos de la zona genital y eso evitará una adecuada lubricación.

Ya sabemos que la penetración en un escenario así puede resultar difícil y dolorosa. Y lo normal es que con una mala experiencia, para la siguiente estemos a la defensiva y la evitemos. Lo que hemos escuchado de especialistas -y hemos vivido también- es que no basta con lubricantes artificiales, porque la sequedad no solamente se da durante el sexo, sino en la vida diaria, causando ardor, sensación de incomodidad e incluso picor.

Agreguemos otro síntoma de la perimenopausia: la sensación de fatiga. ¿Quién quiere tener sexo cuando la única fantasía en tu cabeza es llegar a la casa a echarte y no mover un músculo hasta el día siguiente? Hay que “hacerse el ánimo”. Pero ¿y si de verdad prefieres no moverte y las últimas veces el intento terminó en un gran dolor físico y frustración emocional?

Luego está un síntoma crucial: la falta de libido o impulso sexual. No dan ganas. El sexo te parece simplemente algo en lo que no quieres participar, y si sumas las dos condiciones anteriores, será una actividad que se empieza a retirar de tu agenda semanal.

Suena a desastre, estamos conscientes, pero intentemos juntas otra mirada, porque hay una manera distinta de abordarlo: En vez de centrarnos en quienes ya no somos, descubramos quiénes somos y qué queremos hoy.

La menopausia es solo el nombre de la última menstruación, de modo que lo que se acaba verdaderamente son los óvulos con los que naciste y que fueron “madurando” y saliendo de tus ovarios una vez al mes en las últimas décadas. Ese sí es un hecho irrevocable. También lo es que ya no volverás a menstruar ni podrás embarazarte (aquí inserta la emoción que te produce eso, porque mientras para unas es una fiesta, para otras puede ser triste y está bien). Eso es lo único rotundo y definitivo, lo demás, si quieres, se puede revertir.

La terapia hormonal recetada por un especialista es segura y resolverá el problema de la falta de lubricación, la fatiga y la falta de libido cuando están relacionadas con la falta de estrógenos. Si usas hidratantes vaginales para el día a día y lubricantes previo a la penetración, no habrá dolor ni molestias incluso si tu elección fue no llevar adelante una terapia con hormonas. Pero vamos a hechos que no tienen que ver con la menopausia. Puede que tu falta de sexo también esté vinculada a una crisis más antigua, a una falta de comunicación que no es nueva. Pregúntate cómo era el sexo entre ustedes antes de la menopausia. Tal vez descubras que había conversaciones pendientes y quieres ponerlas en la mesa.

En el sexo siempre será un aporte hablar abiertamente de lo que te gusta y de lo que no, de lo que te acomoda a tu edad, de lo que quisieras agregar o quitar. Puede que en el proceso descubras, por ejemplo, que la penetración era un ingrediente del que ahora quieres prescindir. Y bien podrías buscar alternativas que a ambas personas les acomoden y consientan.

También podrá pasar que por diferentes razones sí quieras disminuir o terminar con tu vida sexual en pareja y seguir tu camino con autoplacer. O abandonar todo lo que tenga que ver con sexo y ¡está bien! Es tu camino y es personal. Y no todo tiene que ver con el baile de las hormonas.

__

* De esto y más hablamos en el podcast Meno es + que puedes encontrar en spotify y por supuesto en el libro Meno es más, en las librerías del país