Sí es cierto que la menopausia es un poco “nueva” en la historia de la humanidad. Hace un siglo las mujeres teníamos una esperanza de vida de menos de 30 años. No es que no existieran mujeres mayores, pero las condiciones de vida y el acceso a la salud daba ese promedio. Morían antes. No muchas mujeres sobrevivían al final de su vida reproductiva y la menopausia no estaba a la vista.
Pero ya llevamos muchas décadas en un escenario distinto. Hoy la esperanza de vida de las chilenas es de 84 años y tenemos derecho a vivir la segunda mitad de nuestras vidas con salud, activas y todo lo vigentes que podamos.
Uno de esos porfiados mitos que se alimenta en torno a la menopausia es que ocurre de forma repentina, como si fuera un interruptor que apaga la luz de un momento a otro. La realidad es más compleja. Para empezar, la menopausia es solo un evento, es el nombre que recibe la última menstruación. El periodo que la rodea, el antes y después, se llama climaterio o perimenopausia y empieza algunos años antes de la última regla y dura unos años después.
Durante todo ese tiempo puede aparecer una serie de cambios físicos y emocionales que varían en intensidad y duración de una mujer a otra. Desde bochornos o sofocos y cambios en el patrón del sueño hasta fluctuaciones en el estado de ánimo y cambios en la libido. Cada mujer experimenta la menopausia de manera única y personal. Porque si bien esos son los síntomas más conocidos, está estudiado que existen alrededor de 40 y hablaremos de ellos más adelante.
Es crucial desmitificar la idea de que la menopausia es un evento súbito, porque ello no solo es inexacto, sino que también puede generar temor y ansiedad en las mujeres que se acercan a esta etapa de la vida. Al esperar un cambio instantáneo, a muchas mujeres les desorienta percibir la sintomatología que hace apariciones graduales. Suelen pensar que están enfermas, que algo está “mal” con ellas o que están perdiendo el control sobre sus cuerpos y sus emociones. Empieza un peregrinar por distintos especialistas buscando mejorar y cada uno ve el síntoma aislado, intentando aportar lo suyo sin mirar el cuadro completo.
Antiinflamatorios para los dolores articulares, ansiolíticos para el insomnio, lubricante para evitar el dolor durante el sexo, vitaminas para la falta de concentración y un condescendiente “ya va pasar, mientras tanto vístete por capas” para los bochornos. Hemos escuchado decenas de testimonios como ese, de mujeres que reciben tratamientos parciales sin que nadie haga la asociación entre la falta de estrógeno que se produce en el climaterio y la aparición “misteriosa” de síntomas que afectan su calidad de vida.
Aquí no hay nada de qué avergonzarse, nada que ocultar. De modo que, en lugar de perpetuar el mito, ayudémonos entre todas a educar y crear conciencia sobre la menopausia como un proceso gradual y natural. No importa si estás lejos de la edad, lo que queremos es que llegues allí habiendo normalizado el tema.
Aquí no hay nada de qué avergonzarse, nada qué ocultar. De modo que, en lugar de perpetuar el mito, ayudémonos entre todas a educar y crear conciencia sobre la menopausia como un proceso gradual y natural. No importa si estás lejos de la edad. Lo que queremos es que llegues allí habiendo normalizado el tema, con el apoyo necesario. Y eso incluye acceso a atención médica adecuada y también una red de apoyo emocional que te brinde el espacio y la comprensión necesarios para navegar por los desafíos que pueden surgir durante la transición menopáusica.
Estamos hablando de una parte inevitable en la vida de una mujer. Al abordarla con conocimiento, comprensión y apoyo, podemos ayudar a que sea menos incómoda y más significativa para todas las mujeres.
* De esto y más hablamos en el podcast Meno es + que puedes encontrar en Spotify y también en el libro Meno es más, en las librerías del país