“El acceso al mundo laboral para las mujeres es dificultoso, acortar la brecha que existe forma parte de uno de los grandes desafíos que se deben considerar al implementar políticas públicas con equidad de género. Pero este problema va más allá. Los actos discriminatorios no solo provienen de la jefatura, sino de los mismos colegas, quienes critican a las mujeres por asistir a sus controles prenatales en horarios laborales, extraer leche durante la jornada de trabajo, extender licencias médicas por enfermedad de hijos menores de un año, gatillando así una discriminación al interior del recinto donde se ejercen las funciones, sintiendo la trabajadora que es una carga, lo que repercute en su motivación y rendimiento.
Esto se acrecentó en pandemia sin tener salas cunas, jardines infantiles o establecimientos educacionales abiertos, muchas madres debieron renunciar a sus trabajos, ello en atención a que el cuidado de los hijos, los quehaceres del hogar, aún recae fundamentalmente en ellas. En este sentido, el realizar teletrabajo ha sido un arma de doble filo, pues cuando no cuentas con una red de apoyo, todo este peso recae directamente en la mujer, quien, a ojos de colegas y empleadores, deberían estar agradecidas de poder trabajar en casa y cuidar a sus hijos.
Este fenómeno tiene un nombre: mobbing maternal, concepto alusivo a la violencia o acoso que sufre la mujer por el hecho de ser madre, especialmente en su entorno laboral. El psicólogo español Iñaki Piñuel, señala que se trata de un tipo de acoso psíquico contra las mujeres embarazadas que no busca directamente la eliminación de esa mujer de su lugar de trabajo, sino hacerle la vida imposible de tal manera que ella misma y otras trabajadoras a su alrededor viendo lo que ocurre, no se atrevan a ejercer su derecho a la maternidad. En síntesis, lo que se busca es evitar nuevos embarazos en la empresa.
En nuestra legislación, los conceptos de bullying, mobbing y abuso laboral, son usados de manera indistinta, se refieren a acciones reiteradas y sostenidas de hostigamiento que perduran por un tiempo determinado y atentan contra la dignidad, salud o integridad de la trabajadora, las que configuran actos de acoso laboral.
Los casos más comunes de mobbing maternal son impedir u obstaculizar el derecho de amamantamiento; el desafuero en mujeres contratadas a plazo fijo, abriendo luego otra vacante para el mismo puesto; los cambios de funciones al volver de las licencias maternales; la sobrecarga laboral o, al contrario, no darles tareas, entre otras.
Para que estas conductas atentatorias cesen, se hace necesario que las mujeres entendamos que estas conductas no están bien, que la maternidad no puede seguir siendo castigada, que tenemos derechos –no nos hacen favores– y debemos exigirlos, y que al experimentar alguna vulneración a ellos, hay que denunciarlos siguiendo los protocolos de cada empresa o en Inspección del Trabajo, y en los casos correspondientes demandar en Tribunales.
Es urgente que terminemos con la visión sexista y segregadora de que la madre debe quedarse en casa cuidando a los niños y niñas, y el hombre salir a trabajar. El avance de las leyes debe ir de la mano del desarrollo como individuos y sociedad”.
* Nickol Ortiz es abogada y trata estos temas en su cuenta @mamabogada.