En total son 10 los integrantes de la Moral Distraída los que se paran en el escenario a tocar una variada mezcla de ritmos. Van sin complicaciones desde el candombe uruguayo hasta la música cubana, pasando por una buena cuota de hip hop, reggaetón y salsa. Se trata de un colectivo musical que nació en 2009, cuando la obra El Gran Bang se tomó el escenario del Centro Cultural Estación Mapocho y ellos eran los encargados de musicalizar la función. Como les fue bien decidieron seguir.

Es una tarde de marzo y los hermanos Camilo (27) y Abel Zicavo (31) están a punto de salir de vacaciones luego de un fin de año en el que no han parado. Crecieron entre Chillán y Cuba, son hijos de padres exiliados, estudiaron teatro y son cantautores en la banda. Abel ha figurado en los medios por su pololeo con la diputada Camila Vallejo, pero dice que es un tema que prefiere no tocar. Mejor, dice, hablar de esta banda que con sus canciones ya supera los 9 millones de reproducciones en Spotify.

¿A todos se nos distrae la moral?

Abel: Todos tenemos una moral establecida -de tal y tal manera-, pero a veces se distrae y ahí uno entra en conflicto con su propia moral. Ese punto es desde donde nosotros hablamos, porque pensamos que tener la moral distraída es algo demasiado amplio, como una fuente inagotable de recursos ideológicos que nos permite construir letras sociales. Nosotros mismos tenemos la moral distraída, como todo el mundo. La banda se llama así por las posibilidades que este nombre tiene, que hace que los contenidos se sitúen en un lugar: el momento en que las personas están en conflicto consigo mismas.

¿De dónde viene esta afinidad por la música y el teatro?

Camilo: En nuestra familia hay harto arte. Nuestra abuela es artista plástica, nuestro abuelo cantante de bolero, mi mamá guitarreaba en la casa con sus hermanas, por lo que desde que éramos chicos había música en la casa. Pero cuando empezamos a enfocarnos en la Moral dijimos 'dediquémonos a la música'. Mediante un trabajo frío y calculador encontramos un medio para hacer cultura.

Abel: Partimos con el objetivo de tocar algo que nos gustaba y que en Chile no se hacía. Pero nuestra idea no era algo así como 'esta música es mi vida', era más bien un proyecto. Fue un plan súper clínico. Lo armamos de una manera muy bien pensada, desde una estrategia. Por lo mismo nunca se va a ver en el escenario que nosotros tomemos alcohol o que haya un rockstar. Eso no existe.

Camilo: Vimos que podíamos desarrollar un producto artístico en el podíamos expresar distintas necesidades, cosas que veíamos y nos gustaban. Generar pop masivo con alto contenido. Acá vimos una posibilidad.

¿Por qué cantan con un tono tan marcadamente cubano?

Abel: La historia cubana nos ha acompañado desde siempre. Mi papá es uruguayo y mi mamá chilena, los dos se conocieron en Cuba una vez que fueron exiliados de sus respectivos países. Vivieron ahí desde el 73 al 90 y nosotros alcanzamos a estar allá como cuatro años. Por lo mismo, se pega el acento cubano. Sobre todo cuando tu familia tiene una mezcla de acentos. Cuando volvimos a Chile a vivir a Chillán, éramos los raros porque hablábamos distinto. Con un acento entre uruguayo, cubano y chileno.

¿Sus canciones buscan revalorizar la belleza natural?

Camilo: Lo que persigue la canción 'Hacerlo de día' tiene que ver con las personas más que con la misma mujer. Alude a que nosotros como sociedad nos despojemos de los conceptos europeos que comandan la estética. Queremos poder mirarnos y disfrutar de la belleza que tenemos. Y esa es la luz que se atraviesa a lo largo de nuestra banda, esto de cuestionarnos los paradigmas con los que vivimos. La Moral está en constante llamado a preguntarse esto.

¿Cómo mezclan el teatro con la música?

Abel: Nosotros ocupamos las herramientas del teatro para construir cosas en la música. Por ejemplo, la dramaturgia. Para desarrollar las letras sabemos qué elementos hacen progresar la acción: cómo comienza la introducción a un conflicto, su desarrollo y conclusión. También usamos recursos del espacio y de eso los músicos no cachan. Uno piensa que podría ser un detalle, pero ese conocimiento aplicado en el escenario sirve para equilibrar el espacio.

¿Prefieren estar en las redes sociales antes que en la televisión?

Camilo: Este proyecto audiovisual busca llegar a las redes sociales. La televisión no nos importa tanto porque está a muy mal traer, te presenta un plano súper unilateral. Y lo que nosotros hacemos, las formas discursivas y a lo que apelamos no tiene mucha cabida en ese espacio.

Abel: La tele es muy desequilibrada. Las redes sociales te permiten tener más participación y diversificación de público, la segmentación es más amplia y así puedes profundizar en distintos tipos de contenidos. Pero la televisión no te permite eso. Para ellos siempre vamos a ser una banda de cumbia, aunque no toquemos cumbia.

¿Por qué línea política transitan?

Camilo: La moral es una banda muy política.

¿Por qué?

Abel: Nosotros vamos por la vereda de la izquierda. Como grupo, aunque haya más radicales o moderados, somos de esa línea. Si nos unimos por ciertos temas, tiene que ver con determinados proyectos que nos parecen importantes de visibilizar. Por ejemplo, si en Chile tratan de mostrar el rol de la mujer y hay ideas de feminismo –que es algo que nosotros comulgamos-, también lo vamos a tratar.

Abel: La diferencia es que no somos panfleteros, intentamos hacer reflexiones un poco más profundas.