Paula 1114. Sábado 2 de febrero 2013.
EL PANEL DE EXPERTOS
Juan Carlos Martínez Aguayo: médico siquiatra. Presidente de la Red Mundial de Suicidólogos. Coordinador Países del Cono Sur, Sección Niño, Adolescente y Familia, Asociación Siquiátrica América Latina.
Susana Morales Silva: sicóloga Universidad Católica de Chile. Doctora en Sicoterapia experta en riesgo suicida adolescente. Integrante de la Sociedad Mundial de Suicidología. Encargada del Proyecto FONDECYT 2012-2015 "Precisando la evaluación del riesgo suicida: estudio de las variables sicosociales asociadas a la conducta suicida en adolescentes y adultos".
Daniel Martínez Aldunate: médico siquiatra. Director de Red de Relaciones Saludables y Felicidad. Integrante del Programa de Auto cuidado de Conductas Adictivas de Estudiantes Universitarios. Autor de textos especializados en alcohol y drogas. Encargado Nacional de Área de Tratamiento, Rehabilitación y Reinserción Social de CONACE, año 2010.
Rodrigo Chamorro Oschilewsky: neurosiquiatra infantil. Integrante de Sociedad de Neurología, Siquiatría y Neurosiquiatría de Chile, Sonepsyn. Profesor magister de Neurosicología. Universidad de Morón de Buenos Aires. Coordinador Programa Prioritario de Salud Mental Infanto Juvenil Apal.
El informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, OCDE, sobre el panorama de salud de sus 34 países integrantes, dado a conocer a fines de 2012, indica que Chile presenta un aumento alarmante en la tasa de suicidios en el tramo etario de la población entre los 10 y 19 años, siendo superado solo por Corea del Sur. En el año 2000, en nuestro país, la tasa era de cuatro suicidios adolescentes por cada cien mil habitantes y en la actualidad ha alcanzado los ocho por cien mil. Dicho de manera simple,
se duplicó en la última década y los cálculos son que se triplicará en los próximos años a ese ritmo de crecimiento.
Este indicador ha sido considerado "gravísimo" por los expertos y "vergonzoso" por el ministro de Salud, quienes ven con preocupación la carencia de políticas públicas orientadas a frenar este drama humano y social cuando, como país, hemos extendido la expectativa de vida y reducido significativamente la mortalidad.
Para comprender las causas de este aumento y orientar en la prevención del suicidio a los padres, conversamos con un panel de especialistas en suicidio (ver recuadro) de la Sociedad de Neurología, Siquiatría y Neurosiquiatría de Chile, Sonepsyn, encabezados por el doctor Juan Carlos Martínez, presidente de la Red Mundial de Suicidólogos y uno de los mayores expertos del mundo en la materia.
¿Cómo interpretan estas cifras sobre suicidio infanto-adolescente en Chile?
Juan Carlos Martínez: Son un indicador muy grave. Se supone que desde el punto de vista de la salud, física al menos, a esa población se la considera sana, sin embargo no se toma en cuenta el hecho de que un alto porcentaje de adolescentes presenta alguna patología mental que podría ser un factor gatillante para el suicidio, además de causales externas como el modelo de sociedad en que están insertos y el bajo porcentaje de inversión en salud mental en el país. Es un tema de salud pública que coarta vidas y generaciones con un costo social altísimo, puesto que al morir un niño o un joven, muere también lo que pudo llegar a ser o a lograr. Deja, además, sobrevivientes que viven inmersos en la angustia, la desesperanza y la culpa, quizás para el resto de sus vidas.
En el trabajo clínico que realizan, ¿han podido verificar un aumento en la tendencia al suicidio entre los adolescentes en Chile?
Juan Carlos Martínez: La experiencia nos demuestra con seguridad que se ha incrementado el número de conductas suicidas. Hoy, tenemos más adolescentes consultando siquiatras y muchos de ellos por conductas suicidas.
Susana Morales: El aumento en la tasa de suicidios en Chile se atribuye, en parte, a un aumento considerable en conductas de riesgo en adolescentes chilenos, tales como comportamiento sexual temerario, consumo de drogas, alcohol y tabaco, alimentación poco saludable y sedentarismo. Y también a un aumento de la depresión, que se manifiesta a través de síntomas como tristeza, decaimiento, dificultades para concentrarse, para dormir, cambios en el apetito, irritabilidad, ansiedad, sentimientos de culpa. Otros signos de depresión.
"Los chicos con altos índices de patología mental y trastornos emocionales. del sector ABC1, están insertos en el sistemas educacionales de alta exigencia, competitivo y descalificadores y tienen, además, progenitores adictos: las madres, a la juventud eterna y los padres, al éxito económico", señala el neurosiquiatra infantil Rodrigo Chamorro.
¿Es la adolescencia una etapa de alto riesgo para el suicidio?
Juan Carlos Martínez: Los adolescentes son un grupo de alto riesgo tanto para los intentos de suicidio como para suicidio consumado, porque es la etapa en que se produce un segundo nacimiento desde la familia al mundo social. Los adolescentes están obligados a adaptarse y a competir; son víctimas cada vez más de la presión social y están expuestos a la crítica y a eventos vitales inéditos en sus vidas. Tienen conflictos con amigos, rupturas amorosas, pueden experimentar el divorcio de los padres. Y se están iniciando en el consumo del alcohol y las drogas, lo que genera mayores posibilidades de exponerse a un peligro. Además, tienen mayor sensibilidad, menor autocontrol y más dificultad para expresar emociones como la angustia y los impulsos agresivos.
¿Qué indicadores debieran preocupar a los padres y que pueden llevar a un menor de edad a pensar en autoeliminarse?
Juan Carlos Martínez: Detrás de un niño o adolescente que baja su rendimiento académico, que tiene problemas de conducta, que no asiste regularmente a clases sin que haya una justificación, o que es suspendido o expulsado del colegio, hay un paciente con una patología siquiátrica, ya sea de la esfera conductual o de la esfera ansiosa depresiva que debiera poner en alerta a los padres. Hay que estar junto a ese niño, apoyarlo y llevarlo al especialista.
Susana Morales: En noventa por ciento de los casos de suicidio adolescente hay asociación con patologías siquiátricas, y dentro de ese noventa, un ochenta con sintomatología depresiva. Suele haber una relación directa entre depresión
e intento de suicidio. Muchas veces a los adolescentes se les dificulta tolerar la angustia y la frustración. No se trata de no sentirlas, sino de que aunque les afecte y les duela, aceptar las dificultades, con confianza en sí mismos y con el apoyo de las redes familiares y sociales, para seguir adelante hasta que lleguen momentos mejores.
¿Podrían jerarquizar los factores de riesgo más importantes que la sociedad y la familia debieran tener en cuenta?
Juan Carlos Martínez: Primero, la presencia de un trastorno siquiátrico en el niño, sin embargo, solo en 60 por ciento de los casos va a ser pesquisable una patología, porque en el otro cuarenta el suicidio va a ser un acto impulsivo del adolescente: "no me dio permiso para ir a la fiesta, entonces atento contra mi vida". El segundo factor de riesgo más importante es la presencia de una conducta suicida previa,
que puede incrementar hasta en cien veces el riesgo de suicidio. Otros factores que también pueden contribuir son una escasa red de apoyo familiar, el mal rendimiento académico, acontecimientos negativos de la vida y la disponibilidad de un medio para hacerlo, como tener un arma de fuego en el hogar. También puede influir el abandono escolar a raíz del bullying, o matonaje en el colegio, a lo que en la actualidad se puede sumar la exposición masiva de ese abuso a través de las redes sociales.
En el año 2000, en Chile, la tasa era de cuatro suicidios adolescentes por cada cien mil habitantes y en la actualidad ha alcanzado los ocho por cien mil. Se duplicó en la ultima década y los cálculos son que se triplicará en los próximos años. Los expertos ven con preocupación la carencia de políticas públicas para frenar este drama humano y social.
NIÑOS SOBREEXIGIDOS
¿Qué situaciones previenen de que un niño o adolescente caiga en cuadros depresivos o de aislamiento?
Susana Morales: Protegen de la depresión y del riesgo suicida, pertenecer a un grupo, al colegio, al barrio, tener amigos que estén contigo en los momentos duros. Además, aprender en la convivencia la capacidad de manejar el estrés, de
tolerar y lidiar con los estados angustiosos intensos y, por supuesto, de pedir ayuda cuando se necesita. El tener una familia, un padre y una madre vinculados, dispuestos, conocedores de lo que está haciendo el hijo, de las amistades que tiene y de sus proyectos, protege a un adolescente de la depresión y del suicidio. Sin embargo, una carrera exitista puede llevar a los adolescentes a estar solos, sometidos a exigencias altísimas que no siempre pueden cumplir.
Algún ejemplo concreto, entre sus pacientes de este exitismo que presiona a los jóvenes…
Rodrigo Chamorro: Tuve un paciente cuyo padre, empresario, lo tenía en un colegio de alta exigencia bilingüe, en clases de tenis y en clases de equitación. Según propia confesión, lo estaba preparando para sacar un gran puntaje en la PSU y
que luego partiera a Harvard. Entonces, en una de las consultas le pregunté al niño que quería ser él y me respondió: "quiero jubilarme". Es un buen reflejo de la sociedad que
estamos construyendo.
Susana Morales: Hemos ido construyendo un país enfocado al logro, al éxito económico, más que al desarrollo del ser armonioso. El foco está puesto en el "tener" como parámetro de bienestar. En ese proceso nuestros adolescentes se sienten probablemente temerosos por el miedo a fracasar en estas expectativas individualistas y de éxito y no siempre con alguien cercano a quien contarle cuando se sienten desesperanzados, abrumados o solos.
Daniel Martínez: El manejo adecuado de los factores que provocan estrés, el autocontrol, el trabajo con el optimismo realista y las emociones positivas, el enfrentamiento asertivo de los problemas relacionales, hacen que los jóvenes se sientan y vivan mejor, disminuyendo sus conductas autodestructivas. Lamentablemente, el estilo moderno, la velocidad a la que estamos viviendo en Chile ha llevado a que muchos jóvenes vivan en un analfabetismo emocional, en que la persona se siente mal, pero no reconoce ni vive sus emociones.
"Es clave tener padres atentos, conscientes, conocedores de las actividades de sus hijos, de sus proyectos y motivaciones. La investigación demuestra que aún ante numerosos factores de riesgo, trabajar sobre los factores protectores es lo que ayuda a alejarse de la amenaza del suicidio", señala la sicóloga experta en riesgo suicida, Susana Morales.
¿Qué diferencias se aprecian en los diferentes estratos sociales en cuanto a las redes de contención familiares?
Daniel Martínez: En el mundo popular hay mayores redes de vínculos, a veces, pero también es más fuerte el tema del alcohol y la droga, la violencia intrafamiliar, la falta de recursos.
Juan Carlos Martínez: Los adolescentes de hoy, en especial los de estratos medios y altos, no están acostumbrados a sufrir, porque se les da todo en bandeja y carecen de recursos sicológicos para enfrentar la frustración.
Rodrigo Chamorro: De acuerdo a nuestra experiencia, buena parte de los chicos que nosotros vemos con altos índices de patología mental y trastornos emocionales, del sector ABC1, están insertos en sistemas educacionales de alta exigencia,
competitivos y descalificadores y, además, con progenitores adictos: las madres, a la juventud eterna y los padres, al éxito económico. Entonces, así como tenemos un círculo perverso de la pobreza, también existe un círculo perverso de la riqueza. El mayor factor de patología mental en esos muchachos es el "yo debo" más que el "yo quiero".
PREJUICIOS PELIGROSOS
Existe la idea de que un joven que amenaza con matarse lo hace para llamar la atención, pero rara vez lo concreta. ¿Es así?
Juan Carlos Martínez: Muchas de las personas que anuncian un suicidio terminan matándose. Hay tres tipos de conductas: ideación suicida, intento de suicidio y suicidio. El dato duro nos dice que el hecho de tener una ideación suicida incrementa en treinta veces el riesgo de suicidarse. Ahora, el hecho de intentar suicidio puede incrementar hasta en cien veces el riesgo de suicidarse. Más de cincuenta por ciento de
quienes intentaron suicidarse va a repetir la conducta y la mayoría antes de los seis meses.
Susana Morales: Hay que distinguir entre los intentos que tienen como fin conseguir la muerte y otros que tienen doble intención: correr el riesgo de morir, pero también demandar cuidado, demostrar que se estaba solo y que se necesitaba ayuda. Es una señal de alarma que los padres no debieran desatender.
Según los datos habría muchos intentos de suicidio no consumado en la población adolescente.
Juan Carlos Martínez: Por cada suicidio en la población adolescente hay hasta 200 intentos frustrados, porque los muchachos suelen recurrir a métodos llamados "blandos" que pueden fracasar –consumo de pastillas, corte de venas– a diferencia de los ancianos que recurren a métodos "duros", decididos a morir.
Susana Morales: En los adolescentes que lo han intentado, el período de mayor riesgo suicida es durante la convalescencia, porque al volver a sus casas o a sus realidades después de estar hospitalizados, regresan a la situación que los puso en crisis. En situaciones de hospitalización es muy importante que el joven vea que le importa a la familia, que se preocupan de él y que lo quieren. Es vital el rol protector de la familia después del alta siquiátrica.
¿Cuáles dirían son los grandes desafíos que tenemos como sociedad para conseguir que se reduzca el suicidio en adolescente?
Juan Carlos Martínez: Hay que tomar conciencia de que ha habido un incremento de la patología mental, que los padres no logran identificar porque no consultan al médico especialista o al sicólogo. O se mueven con prejuicios. Una patología de la esfera angustiosa depresiva puede terminar en el suicidio y por eso es muy importante ante la menor duda recurrir al especialista.
Susana Morales: Debemos hacer difusión de aquello que puede ayudar a nuestros adolescentes y jóvenes a sentirse menos solos, menos exigidos, menos temerosos. Para eso es clave tener padres atentos, conscientes, conocedores de las actividades de sus hijos, de sus proyectos y motivaciones. La investigación demuestra que aún ante numerosos factores de riesgo, trabajar sobre los factores protectores es lo que ayuda a alejarse de la amenaza del suicidio.