Leslie Power soñaba con ser actriz, pero sus padres la entusiasmaron para que estudiara sicología.

Leslie descubrió hace dos años el arte del mosaico hojeando una revista especializada en la casa de una amiga. Se inscribió en un taller de dos clases para aprender los conceptos básicos, y el resto de la técnica la ha adquirido con la práctica. Su primera obra fue un gran espejo con bordes de mosaico. Lo hizo en su casa, y su marido, al verlo, decidió colgarlo en la sala de reuniones de su oficina.

Curiosamente, los corazones se repiten en sus obras, pero a Leslie no le extraña. "Lo que me gusta del mosaico es que tengo que romper azulejos o cerámicas para hacer un diseño. Pero después todo lo que he roto queda armado en tanto amor a través de los corazones que se repiten", explica. Para Leslie es imposible disociar esta afición de su interés en la sicología. "Mis corazones de mosaicos siempre están rotos, son una línea entrecortada, intermitente. Aunque forman una imagen completa, están cortados. La totalidad se da a partir de la parcialidad", comenta. Y en esos cortes se producen las heridas y los quiebre en las relaciones humanas, sostiene Leslie.

El trabajo con mosaico le permite retirarse durante algunas horas a la semana del mundo externo. "Me vuelco en mí misma, me conecto con mis pensamientos, mis sensaciones y mis emociones. Es el momento en que cuajan mis ideas" comenta Leslie, asunto importante para una sicóloga que pasa buena parte del día escuchando y atendiendo los dinamismos de otras personas. Durante sus tardes de mosaico Leslie siente que puede escucharse y analizar sus procesos internos.

Luego de diez años de trabajo intenso como sicóloga se ha organizado para tener un horario de trabajo que le permite estar en la casa como a las cinco de la tarde. Mientras sus dos hijos hacen las tareas, ella se dedica a los mosaicos. Cubre la mesa del comedor con un mantel y dispone encima todos los elementos: teselas, cerámicas, vidrios, espejos, y cualquier otro material con el que esté trabajando, tenazas, cola fría, fragüe, lija, guantes y una cortadora manual Hércules, que le permite hacer cortes perfectos y de la medida que ella quiera. Leslie manipula los mosaicos sobre un trozo de madera que le sirve de base.

Ha hecho cuadros, mesas, posavasos, bandejas y ha incorporado la decoración con mosaico en casi todas las piezas de la casa. Sus hijos suelen ayudarla, porque se han hecho aficionados a la técnica.

Leslie prefiere trabajar con colores con contrastes. No le gustan los diseños de flores o con motivos muy femeninos. "Prefiero las cosas fuertes, más bien crudas, porque reflejan mi personalidad", comenta. "No soy una sicóloga condescendiente con los pacientes. Yo les ayudo a pensar", explica.

Leslie se abastece en el Taller Mosaicoarte, de Maureen Teare, ya que ha comprobado que no se trizan cuando los corta. Las Tilas 4142, Vitacura, fono 208 9173, www.mosaicoarte.cl.