Paula 1215. Sábado 17 de diciembre de 2016.
"Debajo del agua hay un verdadero bosque hundido, un tesoro oculto por décadas", dice Felipe Martino (31), ingeniero comercial quien, junto a su hermano Rodrigo (33), ingeniero acuicultor y a su amigo Pedro Vial (31), arquitecto, combinaron sus conocimientos, su amor por la naturaleza y el deporte al aire libre, para crear –hace un año– Bosque Hundido, una mueblería sustentable que trabaja con una peculiar materia prima: la madera nativa de árboles que cayeron naturalmente o por acción del hombre al fondo de los lagos del sur. "Cada tronco que rescatamos es un árbol que no se corta", añade Felipe. Con base de operaciones en Puerto Varas y Panguipulli, todo el proceso sigue una línea artesanal y a baja escala, desde el buceo a apnea que ellos mismos realizan hasta los 20 metros de profundidad; la extracción de los troncos –algunos de ellos de hasta un metro de diámetro y toneladas de peso–, usando cables y fuerza bruta; el proceso de secado al natural, que puede tardar hasta meses; el aserrado y, por último, la fabricación del mueble. "Es una mueblería con origen. Queremos que el cliente sepa de dónde proviene la madera, mostrarle la historia de sustentabilidad que hay detrás", explica Felipe.
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Los fundadores de Bosque Hundido (de izq a der): Felipe Martino, Pedro Vial y Rodrigo Martino.
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Trabajan con dos líneas: la mueblería de autor y proveer madera de grandes dimensiones para soluciones arquitectónicas, que respeta la forma, color, nudos y vetas de la madera centenaria, una materialidad que ha sido reemplazada por maderas nuevas y por la melamina. "El agua fría, la falta de oxígeno, así como el contacto con el suelo, le proporciona a cada madera una identidad única", agrega. En su catálogo tienen 10 variedades, como roble, mañío, ulmo, laurel y coihue. Trabajan solo a pedido. Instagram bosquehundido, www.bosquehundido.cl
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Roble, castaño y lingue, son parte de las 10 variedades de maderas con las que fabrican mesones, banquetas, respaldos de cama, entre otros.
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