Algunas lo han soñado desde que tienen memoria, pero han tenido que esperar años para que llegue el momento en el que escuchan que se convertirán en jefas. Los cambios avanzan lento, y Chile sigue desde 2016 en el puesto número 30 de 34 países en cuanto al empoderamiento económico de la mujer, según el estudio Women in Work 2019 de PwC.
Además, la última cifra del Total Remuneration Survey 2019 de la consultora Mercer, habla de que actualmente el 12% de las gerencias generales de empresas privadas corresponden a mujeres, y que éstas ganan hasta 1.6 millones de pesos menos que los gerentes hombres.
Y es que seguimos teniendo un problema incluso antes de imaginarse en la oficina principal. Porque nadie nos advierte que, al conseguirlo, no solo habrá que enfrentar desafíos profesionales y de remuneración, sino que también prejuicios que cuestionen nuestros méritos.
No son meses, son años de esfuerzo y de constante reivindicación que de un momento a otro pueden verse afectados por un hostigamiento que no permite visibilizar nuestras capacidades profesionales. "Las estructuras de poder se construyeron por hombres para hombres, por eso tienen tantos sesgos y estereotipos que cuestionan que las mujeres llegan a altos puestos. Eso permite que se piense que es por cualquier otra cosa antes que su propio mérito, a pesar de que, en realidad, nuestra carrera es la más meritocrática de todas", explica María Isabel Aranda, directora de RedMAD (Red de Mujeres en Alta Dirección).
El estudio "Discurso meritocrático: Significados y valoraciones diferenciadas en Chile contemporáneo" de la Universidad de Chile, argumenta que las mujeres jefas están en el imaginario de la sociedad como jefas, pero de hogar, dependientes de la remuneración del hombre, y que "dicha dependencia coarta su capacidad de decisión y su condición de clase es denominada a partir del esposo". O sea, que se cuestiona incluso que hayamos podido decidir liderar en nuestro trabajo sin la intervención de nuestras parejas.
Situaciones así pueden darse perfectamente en etapas de selección o entrevistas de trabajo, justo en el momento de la "primera impresión". En Noruega, parte de las medidas que han tomado para reducir la brecha salarial, fue asegurar que en las entrevistas de trabajo existiera un panel plural, para evitar cualquier tipo de sesgo injustificado hacia las candidatas y los candidatos. Lo mismo hicieron con los currículums, exigiendo que éstos mostraran sólo la experiencia y capacidades, sin mencionar origen o relaciones sociales. Con estas medidas lograron llegar a un 83% de paridad en los sueldos.
Dejar de cuestionar los méritos y liderazgos de las mujeres, permitiéndoles llevar a cabo su trabajo desde la dirección, nos podría llevar a obtener una situación mucho mejor a nivel trabajo y país. "Hay que terminar con la normalización de los sesgos que existen en las empresas porque la mayoría de las jefaturas son de los hombres", explica Carolina Abbott, gerenta general de Mujeres Empresarias. "Si invertimos en la visibilización de nuestras capacidades, vamos a lograr una formación con seguridad y que nos enseñe que somos capaces de triunfar en el ámbito laboral. Incluso desde la etapa escolar se tiene que empoderar a las niñas para que no caigan en esos prejuicios".
A veces, incluso conversar abiertamente sobre las dudas de la vida privada de otra persona puede ser más productivo que cuestionar sin saber. Entender la historia y las capacidades específicas que tienen las mujeres para liderar, como la organización y el trabajo en equipo, es percatarse de lo que realmente importa a la hora de conocer a una nueva jefa. Carolina Abbott comenta desde su rol en Mujeres Empresarias muchas formas para escapar de las inseguridades que estos cuestionamientos pueden generar en nosotras a partir del entendimiento de la cultura en la que vivimos.
¿De dónde nacen estos prejuicios hacia nuestros méritos, creados incluso a partir de la desinformación?
Es un tema cultural que lleva varias generaciones. Se hace difícil para la imagen de la mujer escapar de la labor de cuidado y jefatura de hogar porque no se han dado las oportunidades de conciliar ambos mundos. Como siempre hemos tenido que cumplir con otros roles como ser mamás, eso puede dar espacio a prejuicios porque no hay una costumbre de vernos liderar en espacios de trabajo, no está en nuestra cultura. Pero esto está cambiando para el futuro, estamos superando de a poco estas trabas. Las labores están cada vez más compartidas entre el hombre y la mujer, sobre todo en el aspecto familiar, lo que permite que tengamos más oportunidades de invertir tiempo y pasión en nuestras carreras para demostrar que lo hacemos bien.
¿Sería mejor que si en vez de cuestionar los méritos de las jefas, uno se diera el tiempo de preguntarles sobre sus vidas y conocerlas mejor?
Es demasiado importante conocer el caso de cada persona y su historia, porque todas tienen algo que puede inspirar a las demás. En vez de celar o hablar a las espaldas, tratar de aprender y de encontrar en las jefas una inspiración o mentoría es mucho más productivo. Otras mujeres pueden motivarse a ser exitosas en sus carreras y sacar beneficios para ellas mismas si, a la vez, respetan la historia de quienes lo lograron.
¿Podríamos tener una mejor situación dentro de las empresas e incluso a nivel país si se dejaran de cuestionar nuestros méritos?
El 90% de los puestos de trabajo del mundo laboral están en el sector privado. Si implementamos transformaciones en las empresas, se va a beneficiar toda la sociedad. Hay un informe del estudio McKenzie que dice que si logramos equiparar la participación económica entre hombres y mujeres y romper con las brechas de género a nivel mundial, podríamos añadir hasta 28 billones de dólares al PIB mundial. O sea, que dejar que las mujeres lideren y confiar en sus capacidades sería un aporte macroeconómico, algo que no está tan visibilizado como el hecho de que ya está comprobado que las empresas tienen mucho más aumento en sus utilidades si tienen mujeres en la toma de decisiones. Por eso lo que se hace ahora es que en los procesos de selección siempre tiene que haber al menos una mujer involucrada. Y todos ganamos.