Blanca Prat (44) es una historiadora y esteticista que recibió el Premio Mujer Impacta 2022 por su labor de contención acompañando y dando apoyo a madres y padres que han perdido a sus hijos durante el período de gestación o poco después del parto. Un trabajo que nace desde su propia experiencia de perder a su bebé a menos de una hora de nacer.
Amparos es el nombre de la fundación que Blanca sacó adelante para llevar a cabo esta tarea. La organización, sin fines de lucro, desde 2014 promueve el buen trato a estas madres y familias, capacitando en atención respetuosa en distintas áreas: salud física, salud mental, trabajo social, políticas públicas y legislación, entre otras; y además abriendo redes transversales de apoyo y acompañamiento integral.
De esta manera, Amparos nace por iniciativa de papás y mamás que, habiendo pasado por la experiencia de esperar un “feto inviable”, sienten la necesidad de ayudar a otros en una situación similar y sueñan con una sociedad más compasiva y solidaria con las personas que viven trances tan difíciles.
Benito
Corría el año 2011 cuando se enteró de que su primer hijo, Benito, tenía inviabilidad fetal. Vivió tan sólo 45 minutos. Sin embargo, desde los cinco meses ya sabía que su bebé presentaba anomalías, lo cual se convirtió para ella en un martirio durante los últimos meses de gestación. Reconoce haber sentido mucho miedo de no poder soportar su muerte. “Era como si mi mayor miedo se estuviera haciendo realidad”, cuenta.
“Lo único que pensaba era que no se muriera en mi guata. Lo quería ver, estar con él, despedirme, darle un beso. Yo deseaba ojalá hacerle un bautizo y que todos lo conocieran. Celebrar su vida, su corta vida”, dice Blanca.
Afortunadamente pudo cumplir ese deseo, logró despedirse, bautizarlo y sepultarlo. Sin embargo, recuerda que cuando nació Benito, la enfermera a cargo le insistió incansablemente para llevarse de su lado al recién nacido y hacerle exámenes. “Fue un trato poco empático”, recuerda. Hoy piensa siempre en eso, en el caso hipotético de qué habría pasado con su hijo y con ella si se lo hubiesen llevado. Sería algo con lo que tendría que haber cargado toda la vida.
“Le voy a escribir una carta a esa doctora para que no lo haga con ninguna otra mamá”, pensó en ese momento. Luego dijo, “mejor voy a preguntar cómo otros han vivido esto”. Mandó un mail masivo en 2014 y se colapsó de las respuestas de parejas y madres que querían juntarse a compartir sus propias experiencias.
Así fue como Blanca Prat inició la fundación después de la muerte de su hijo, cuando se dio cuenta de que los profesionales de la salud estaban únicamente preocupados por los aspectos fisiológicos de la madre y su bebé, no por los factores emocionales y espirituales que son tan propios del proceso, sobre todo en caso de pérdida.
A pesar de que el caso de Blanca no fue una pérdida, sabe que muchas madres experimentan una gran problemática a la hora de tomar decisiones tan importantes. El respeto y a veces el temor hacia los doctores es común, y el poder de sus indicaciones sobre sus pacientes es muy grande. “Qué bonito sería que alguien dijera que en Chile, cuando pierdes a tu guagua, se te trata con amabilidad, se permite despedirte de ella y existe una cultura amorosa. Que las personas no sean un número más y que haya una detención en la vulnerabilidad”.
Tu nombre es mi recuerdo
Blanca cree firmemente que los procedimientos médicos no son más importantes que las necesidades emocionales de las pacientes. La rabia es un motor relevante en su vida, impulsándola a tomar medidas para evitar que situaciones similares ocurran en el futuro.
Finalmente, destaca la importancia de trabajar en equipo y compartir las emociones y frustraciones con otros en lugar de intentar hacer todo sola. Tras haber ganado el premio Mujer Impacta en 2022, Blanca señaló que ha sido “una inspiración muy potente conocer a otras mujeres, dando una alegría contagiosa, acerca de cómo las cosas se pueden cambiar, con los pocos o muchos recursos que tienen”.
Lo que más le ha impactado fue recibir la llamada de una mamá que hace 15 años perdió a su bebé de cinco meses de gestación. Ella tenía un duelo inconcluso y un día por casualidad vio el reportaje sobre Blanca y Fundación Amparos.
La mujer se conmovió mucho con su historia y se animó a contactarla. Blanca le explicó sobre la ley de mortinato, es decir, cuando un bebé muere en el útero durante las últimas 20 semanas del embarazo. Esta madre no podía creer que tuviera la oportunidad de cerrar su duelo después de tantos años. Lloraba de emoción y agradecimiento por haber encontrado a alguien que le brindara la ayuda que tanto necesitaba y nadie antes le brindó.
Esta experiencia es sólo un ejemplo de cómo el trabajo de Blanca y su fundación están cambiando la vida de muchas mujeres, parejas y familias completas que pasan por una situación como esta.