La autonomía es “la capacidad de las personas para tomar decisiones libres e informadas sobre sus vidas de manera de poder ser y hacer en función de sus propias aspiraciones y deseos en el contexto histórico que las hace posibles” (CEPAL, 2011).
Constanza Daniels (44), rancagüina de nacimiento, es la tercera de cuatro hermanos, madre de cinco hijas, piscis y arquitecta de profesión. De infancia libre, creativa y sencilla, creció jugando en la calle con la gente barrio y en una casa “a puertas abiertas”. Habla español, inglés, francés, italiano y está aprendiendo alemán.
Pololeaba desde los 16 años con Gerardo. La pasión por el deporte los había juntado y se habían comprometido. Estaba en una gran etapa de su vida, terminando la universidad, se había acercado a la religión gracias a las monjas benedictinas de Rengo y había conocido la otra cara de la felicidad durante su último mochileo en Europa: aquella que se encuentra en soledad y proviene del interior.
Pero de un minuto a otro todo cambió. Un domingo de marzo a las 7 de la tarde le sonó el teléfono. Gerardo había sufrido un accidente mientras se devolvía de la casa de Constanza, luego de pasar la tarde juntos. Andaba en su moto, el choque lo había matado.
“¿Qué quiere Dios de mí?” “¿Por qué yo no estaba en la moto con él como siempre?” Son preguntas que recién hoy tienen respuesta para Constanza, que cree que allí recae toda la razón de su impacto y de hacer lo que hace hoy. Ella es de las que vive a base de proyectos, se concentra más en el futuro que en el presente, y en ese minuto estaba frente a un precipicio.
Constanza también dice atraer lo que rehúsa, llama lo que necesita a la inversa. Pensó que no podría volver a amar y no quería entregarle su independencia a nadie. Pero tres años después llegó su actual marido. Tenía el sueño de criar una gran camada de varones y recibió su primera ecografía en llantos, la vida le dio a sus adoradas cinco hijas.
Con la menor recién nacida se trasladaron a Antofagasta y trabajó por diez años para un amigo previniendo robos hormigas en industrias, hasta que se aburrió: “Voy a cumplir cuarenta. Me encanta trabajar, pero necesito que toda la energía que entrego esté cambiando vidas más que beneficiando comercialmente a mi amigo. Necesito impacto”.
“Qué lata trabajar con viejos”, era lo único que no quería. Le llegó la oferta de una gerencia general en la fundación Oportunidad Mayor y al siguiente día viajó a Valdivia con quien sería su futuro jefe. Al ir a visitar el primer hogar de adultos mayores “percibí tanta desesperanza, soledad y resignación, donde en esas vidas ya no cabían sueños de ningún tipo, que sentí que no podía cruzarme de brazos ante esa realidad. Decidí dedicar toda mi fuerza y energía a evitar que otros llegaran a esa condición, extendiendo la autovalencia lo más posible y retrasando o evitando la dependencia”, cuenta Constanza.
La Ley N° 20.422 define la dependencia funcional como “el estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de una o más deficiencias de causa física, mental o sensorial, ligadas a la falta o pérdida de autonomía, requieren de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar las actividades esenciales de la vida”. Esto en adultos mayores está relacionado directamente con las condiciones físicas y sociales en las que se desenvuelve una persona al envejecer.
En octubre de 2019 el director Oportunidad Mayor le informó a Constanza que el día 30 la fundación cerraría y con ellos los diez programas que tenían quedarían abandonados. El que más le llamaba la atención eran la administración de condominios de viviendas tuteladas (CVT), lo cual corresponde a un conjunto domicilios individuales, adecuadas para personas mayores autovalentes y en situación de vulnerabilidad.
Tuvo que ir a hablar con Octavio Vergara, en ese entonces director del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), para devolver los condominios. Sentados en el café de un hotel del centro de Santiago, él le dijo: “hazte cargo tú”, “¿Con qué ropa?” le contestó Constanza, entonces Octavio le dio 15 días.
Para adjudicarse un CVT debía tener una fundación, era 15 de noviembre y el plazo para postular era el 7 de enero.
Semanas antes le había escrito un mail Eduardo, el hijo de una mujer que quería invertir una gran herencia en un proyecto social de adultos mayores. Llegaron a Constanza por su trascendencia en el rubro, pero ella no tenía un proyecto para ofrecerles. Con este nuevo plan, volvió a contactarlos y ellos le dijeron “vamos”.
Buscó a todos los amigos profesionales que le podían echar una mano: abogados, asesores, directores de fundaciones, todos. La primera semana, del 26 de noviembre, se dedicó a escribir los estatutos y con tres amigos, la cantidad mínima, armó el directorio. Envió los documentos correspondientes para obtener la personalidad jurídica no tenía. El 23 de diciembre fue al registro civil con chocolates a pedir que el asunto fuese expedito, sin embargo, al día siguiente les llegaron rechazados, solo lloró. El 26 rectificó los papeles.
Para el 31 de diciembre aún no pasaba nada y un amigo le dijo: “rézale al Padre Hurtado”, para el 2 de enero la fundación se encontraba constituida legalmente en tiempo récord. Al día siguiente fue al Servicio de Impuestos Internos para obtener el RUT e iniciar actividades, el 4 de enero abrió cuenta corriente en el banco Santander, el único que confió en ella, y el último día, 7 de enero, postuló.
Se adjudicó cinco condominios en las comunas de Coyhaique, San José de la Mariquina, Valdivia, Temuco y San Ramón. En el 2022 sumó Punta Arenas y Puerto Natales, beneficiando directamente a más de 100 personas.
Gracias a Fundación Revivir los adultos mayores cuentan con huertos comunitarios, gimnasios, bibliotecas, personal de salud y actividades semanales. Pero lo más importante, cuentan con un estilo de vida y entorno que les permite ser autovalentes y desarrollarse en pleno bienestar. En palabras de Don Mario, habitante de El Amanecer de San Ramón, “Transformó el condominio en un oasis para las personas mayores, porque las cosas se hacen desde el corazón, con seriedad y compromiso”. Además, comenzaron con el servicio de entrega de atención domiciliaria beneficiando a 80 adultos mayores.
“El nombre – de Fundación Revivir – nace de la convicción de que nunca es tarde para comenzar de nuevo. Muchas veces solo se necesitan oportunidades para seguir soñando y siempre hay tiempo para eso”, comenta Constanza.