Debbie siempre soñó con convertirse en historiadora, pero el puntaje de la Prueba de Aptitud no le alcanzó para cumplir su gran anhelo. En vez de eso, sus cercanos le recomendaron estudiar pedagogía. “No sentía que tenía que ser profesora, pero bueno, lo hice igual”, dice. Y aunque los primeros años de carrera no terminaban de convencerla, todo cambió la primera vez que pisó un aula.
Cuando llegó al primer día de su práctica profesional, le informaron que una de las profesoras se había tomado licencia así que ella - sin ningún tipo de experiencia - debía reemplazarla durante un mes. “Pero yo no soy capaz de hacer esto, nunca lo he hecho”, dijo asustada. Y aunque se moría de miedo, lo hizo. “Desde el primer momento me encantó esa relación que se forma con los chiquillos”.
Al terminar la práctica, el jefe de carrera le entregó un sobre. “Quiero que te vayas a tu casa y lo leas con atención”, le dijo. Unas horas después, sentada en el escritorio de su pieza, leyó que una la carta el la que sus alumnos le decían cosas muy lindas y le agradecían todo lo que hice por ellos. “Ahí confirmé que ésta era mi vocación, sentí que Dios me lo decía. De ahí en adelante, seguí como avión”.
Tras terminar sus estudios – y durante más de 30 años - Debbie volcó su vocación trabajando como profesora en distintos establecimientos educacionales. En 2004, sin embargo, decidió emprender un nuevo camino.
El llamado del Ministerio
Cinco millones y medio de chilenos mayores de 18 años no han completado su educación media, según la encuesta CASEN realizada en 2019. En 2004, el Ministerio de Educación llamó a una convocatoria para hacerse cargo de la problemática y Debbie no pudo hacer oídos sordos frente a la petición. “¿Cómo no iba a hacer nada al respecto?”, dice.
Así decidió fundar EntreSer, una iniciativa que da la oportunidad a adultos mayores de 18 años de terminar la enseñanza media a través de un programa gratuito llamado Modalidad Flexible. Los alumnos son diversos: hombres, mujeres, jóvenes, e incluso adultos mayores. “He graduado a mujeres de 70 años. Por eso educamos con diversas metodologías, para atender a la heterogeneidad de edades que tenemos al interior de nuestros cursos”.
EntreSer es itinerante, por lo que cada dos años Debbie y su equipo, se cambian de comuna para ofrecer sus servicios. Las municipalidades les entregan distintos lugares para que desarrollen sus actividades; sedes comunales, deportivas o incluso iglesias. Al llegar se encargan de armar la escuela y convertirla en un lugar acogedor; ponen pizarras, una campana, y pintan los bancos. “Yo por EntreSer hago lo que sea”, dice.
Debbie afirma que el camino, aunque es gratificante, no está exento de desafíos. ¿El principal? los miedos y frustraciones de sus alumnos. “Detrás de casi todos hay una historia de frustración por metas no cumplidas. Personas que han tenido que cuidar de sus hijos, hermanos, padres y que no han tenido oportunidades”, dice. “Llegan con mucho miedo al fracaso. No se sienten capaces, y eso es algo que hay que trabajar con ellos. La acogida de mi equipo es lo que hace que se queden”.
La poca difusión frente a la problemática es, según ella, otro desafío importante. “Los adultos sin enseñanza media son invisibles ante el sistema y eso es lo que a mí me da pena porque a nadie le importa. Nosotros no aparecemos en ninguna parte porque no somos noticia. El tema de la educación de adultos es un tema que nadie toca”, dice. Por eso, reconocimientos como el entregado por Mujer Impacta, la llenan de ilusión. “Cuando me premiaron fue una tremenda alegría porque mi objetivo es visibilizar el tema para generar oportunidades a gente que no tiene idea de este programa”.
“Más que un trabajo, una pasión”
A 19 años de su creación, Entreser ya ha logrado que 9.000 chilenos completen de manera gratuita sus estudios. “Al ver sus caras y la enorme felicidad que sienten al recibir el cartón que dice Licencia de Enseñanza Media, es impagable. Para muchos, sacar cuarto medio es algo cotidiano. Para ellos, ha sido su sueño de toda la vida”.
Para Debbie, Entreser es mucho más que un trabajo: “Es mi pasión, mi ilusión, mi desafío permanente. Podría haberme jubilado hace tiempo, pero hasta que Dios me dé la energía, voy a seguir haciéndolo. Puedo estar muy cansada o mal de salud, pero cuando entro a una sala, siento que el mundo florece. Es hermoso generar oportunidades para que otro encuentre su camino, así como yo un día también la tuve”.