Mujeres que impactan, Fabiola Salinas: El folklore como una alternativa a la violencia y drogadicción

Mujer impacta - Paula

Ganadora del Premio Mujer Impacta en 2015, creó la Fundación Raipillan, en el barrio La Legua, que busca a través de la música y la danza folklórica, incentivar el estudio de niños, niñas y jóvenes.




Aplausos, música y emoción. Cientos de niños y jóvenes vestidos con coloridos trajes se roban la atención del público que aplaude al ritmo de la música. Se trata de los elencos de danza de la Agrupación Folklórica Raipillan, que presentan bailes típicos del norte del país, haciendo un tributo a la Fiesta de la Tirana, en el Centro Cultural de San Joaquín.

Al final del espectáculo –realizado el 4 de agosto–, Fabiola Salinas (61), creadora de Raipillan, dice unas palabras de agradecimiento a todos quienes han ayudado a esta fundación que busca alejar de las drogas y la violencia a los niños de la comunidad de La Legua, a través de la música y la danza folklórica.

Fabiola lleva una vida habitando las calles de este barrio. Desde los ocho años comenzó a mostrar sus dotes artísticos, participando en numerosos bailes y presentaciones musicales. En su juventud estudió técnico en educación parvularia y años después, viuda con dos hijos, decidió formarse en pedagogía básica.

Mientras hacía su práctica profesional en la escuela Su Santidad Juan XXIII en 2004, le pidieron que hiciera una presentación de danza en el colegio. Conversó con un grupo de baile en el que participaba y sus compañeros se negaron porque “les daba miedo ir a La Legua, por la inseguridad que había”, relata.

A Fabiola Salinas se le ocurrió preparar tres bailes folklóricos con su hija y con dos sobrinos, lo que resultó ser todo un éxito. Desde ese momento no dejaron de pedirle coreografías y espectáculos para diversos eventos que se hacían en esta escuela que finalmente la contrató.

En paralelo decidió armar oficialmente el grupo de danza Raipillan: “Llegaron unos amigos, invitamos a familiares y nos presentamos en la junta de vecinos. A todos les gustó mucho porque no era común ver folklore”. En tan sólo tres meses lograron juntar a 18 bailarines y desde entonces no han parado de sumarse más personas a la agrupación.

Un espacio de transformación y cambio social

Si bien en un inicio sólo se trataba de la danza, en 2007, Fabiola decidió llevar su iniciativa un paso más allá. Nació la idea de desarrollar también la parte psicosocial de los bailarines.

“Creo que el arte era un medio de transformación y cambio social. Empezamos a ayudar a los niños en muchos ámbitos y pudimos pagarles los estudios. Hoy en día tenemos muchos chicos profesionales, pues el incentivo de Raipillan es que los niños estudien”, explica.

Con este nuevo foco, se concretó la Fundación Raipillan, gracias a un equipo de profesionales compuesto por una psicóloga, un trabajador social, psicopedagogas, profesores de reforzamiento, profesores de danza y música, entre otros.

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Raipillan cuenta actualmente con más de 300 niños y jóvenes, que conforman 12 elencos de danza y dos de música. Esta agrupación baila folklore de distintas zonas de Chile y de otros países latinoamericanos.

¿Por qué el nombre Raipillan? Fabiola cuenta que la palabra viene del mapudungún y los niños la eligieron por su significado, flor de espíritu: “Son todas flores entregando belleza y hay que tener harto espíritu para hacer todo lo que hacemos”.

Raipillan funciona todos los días, de lunes a lunes. Es un grupo que está al servicio de la comunidad. A donde sea que les piden que vayan a bailar, lo hacen. Fabiola recalca que la danza es un arte que conlleva disciplina, que mejora la memoria y disminuye el estrés, siendo una actividad beneficiosa para quienes la practican. Y mediante los espectáculos de la Fundación, también entrega cultura a los espectadores que no tienen posibilidad de conocerla.

Dentro de la iniciativa además se creó un proyecto de reforzamiento escolar. Este consiste en clases de matemáticas y lenguaje para los niños de Raipillán que necesitan ayuda en estas asignaturas y que a su vez deben ser atendidos por psicopedagogas.

En esta línea, existe otro programa llamado Raipillan en tu escuela, que trata de replicar la parte artística de la Fundación en los colegios. “Se busca incentivar, estimular a los niños, niñas y jóvenes a rescatar sus raíces, la chilena o de su país de origen. Hacemos clases de folklore, aprendemos sus propios bailes y los practicamos con ellos para poder mostrarlos”, explica Fabiola Salinas.

Por otro lado, la Fundación Raipillan cuenta con un taller de costura para optimizar los recursos económicos y generar a su vez empleo para los padres de sus alumnos: “No es lo mismo comprar un vestido que hacerlo, nosotros hacemos cientos de trajes. Estamos confeccionando uniformes, vendemos trajes de folklore y también los arrendamos para sostenernos un poco”.

Red de aprendizaje

Fabiola ganó el Premio Mujer Impacta en 2015 por la creación de Raipillan y pasó a ser parte de una red colaborativa de emprendedoras sociales. “Mujer Impacta me vanaglorió y me dio alas para volar. Estoy totalmente agradecida porque siempre han estado acompañándonos, ofreciéndonos cursos y apoyo, lo que agradezco enormemente”, comenta Fabiola y agrega: “Ha habido un antes y después del reconocimiento en términos de difusión, todos nos conocen. Además, me permitió conocer a muchas grandes mujeres, aprender de ellas y enriquecerme”.

“Haber creado Raipillan tiene mucho que ver con mi vida, con que mis hijos sean unos profesionales maravillosos, con valores y principios. Si ellos fueron capaces de ser quienes son hoy en día a pesar de haberse criado sólo conmigo, con mucha precariedad y sacrificio, pienso que todos son capaces de hacerlo”, reflexiona Fabiola.

Junto a esto, agrega emocionada que en Raipillan entregan mucho cariño, dignidad, credibilidad y acompañamiento. “Es importante creer en los chicos y decirles: ¡Tú puedes, tú eres capaz de salir adelante, aquí y donde sea!”.

Fabiola comenta: “Hago lo que hago porque me llena. Cada día aprendo algo de ellos y crezco como persona. Es maravilloso abrazarlos, mirarlos, cada día se me hace un nudo en la garganta. Todavía me emociono y me lleno de vida con ellos”.

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