“Los adolescentes del río Mapocho me decían: ´Tía, hay que sobrevivir, así que vamos a trabajar’, y yo les preguntaba de manera ingenua: ´¿Van a ir a robar?´. Ahí me di cuenta que esa era mi primera misión, lograr transformar su práctica de supervivencia, porque esa es la clave para que puedan reinsertarse en la sociedad”, cuenta Pía Salas, creadora de la Fundación Abrazarte.
Siendo una apasionada por el baile contemporáneo y la actuación -estudió en la Escuela de Teatro Fernando González-, su vida cambió de rumbo el 12 de octubre de 2005 después de ver un aviso de World Vision sobre los niños que vivían en el Mapocho. “Me dije a mí misma que no podía seguir mirando la realidad de tantos niños y adolescentes frente a un televisor. Decidí que ese era el día para hacer algo al respecto”, cuenta la actriz de teleseries como El amor está de moda, A la sombra del ángel y Marrón Glacé.
Le comentó a su familia que iba a buscar a los niños que vivían en el río y les iba a entregar amor: “Puse mi corazón por delante y partí. Fui a comprar 20 panes, 20 leches y 20 yogures. Yo iba tan feliz, tan llena de amor, buscando dónde estaban los jóvenes del río”. Relata que había más de 20 niños y jóvenes de distintas edades.
El sistema daba acogida a los menores, llevándolos a hogares de protección, pero los mayores quedaban solos bajo los puentes del Mapocho. “Los chicos crecían pensando y sintiendo que a los 18 años ya no iban a ser parte de nada. Entonces, ¿qué hice yo? Tomé ese lugar como familia e intervine. Trabajé a través del arte y la cultura, y empecé a llevarlos a los cines, a centros culturales y a exposiciones. A este proyecto le puse ´Recorriendo mi ciudad´. Me arriesgué, porque era la única manera de romper absolutamente la estructura celular de una caleta”.
Transformando realidades mediante el arte
Junto a una amiga comenzaron a dictar talleres de arte para los niños y jóvenes del río en sus casas. Estas instancias desarrollaron un interés en los adolescentes, quienes a su vez recibieron cariño por parte de las profesoras: “Cuando veía en las noticias a estos chicos, me extrañaba que no hubiese nadie capaz de abrazarlos y contenerlos. Por eso trabajo, para apoyarlos y reincorporar a la sociedad a estos jóvenes en situación de calle a través del arte y la cultura. Para que desarrollen su potencial creativo y humano. Ellos pueden ser agentes de cambio, primero de su propia realidad y luego de la comunidad”, expresa.
Así, el año 2008 creó la Fundación Abrazarte. Desde entonces, esta iniciativa ha intervenido a más de 150 adolescentes y jóvenes en situación de calle. Han trabajado por años llevando el arte a quienes habitan debajo de los puentes. También han realizado exposiciones donde permiten que los jóvenes muestren sus obras al público.
Actualmente, el directorio de la fundación está formado por artistas, quienes se encuentran planificando talleres de arte en familia. “Estamos enfocados en las familias de estos chicos que lograron superar la calle. El objetivo es buscar recursos para que estas 12 familias se puedan seguir desarrollando y sus hijos rompan el círculo de la pobreza: que puedan estudiar y desarrollar sus capacidades al máximo”.
Amor sin barreras
Pía entendió que era difícil sacar a un ser humano de su hábitat de la noche a la mañana: “Había que trabajar desde su propia realidad. Eso significaba que tenía que estar día y noche para ellos. Si pasaba algo, ellos me llamaban y yo iba a la hora que fuese”.
¿Por qué el nombre Abrazarte?, Pía Salas explica que viene de las palabras abrazo y arte. Para ella, el abrazo “es el momento más sublime que se puede tener hacia otro ser vivo. Es una situación donde hay dos seres que están entregándose el mismo sentimiento”. Personas a su alrededor le sugirieron tomar distancia y no involucrarse tanto con la causa. Pero Pía no siguió el consejo, porque cree que es ese espacio de distancia lo que no permite hacer cambios reales.
Logros en el camino
Gracias al trabajo de la Fundación Abrazarte, el 88% de los adolescentes del río Mapocho lograron salir y superar la calle. “Los chicos tuvieron todo su proceso, dejaron de robar y de drogarse”. En 2010 celebraron con orgullo la contratación de una de las adolescentes, quien con esfuerzo y apoyo de la fundación se había convertido en profesional.
Por esta labor, Pía Salas ganó el año 2015 el Premio Mujer Impacta y pasó a ser parte de una red de emprendedoras sociales. Sobre este reconocimiento, dice: “Mujer Impacta es lo que más me sustenta en este minuto. Cuando lo gané yo no lo podía creer y fue un cariño en el alma. Que reconocieran mi trabajo y lo que hacemos las que somos agentes de cambio, me hizo sentir un color celestito en el pecho. Eso hace sentir que uno tiene una familia, un hogar en esta fundación”.
Sobre el apoyo recibido comenta: “He tenido la posibilidad de ser entrevistada y mostrar no solamente mi trabajo, sino también poder comunicar la importancia del amor transformador: cómo uno se transforma a través de amar a otro”.