Mujeres que Impactan, Rommy Paz Osorio: “Para salvar nuestros océanos debemos educar”

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Rommy Paz es la segunda de cuatro hermanos. Junto a su pololo tienen una familia con tres caninos: Kendra, Noa y Titanes. Es también Ingeniera Ambiental, Técnico Ambiental y Diplomada en Management Ambiental, una carrera que tomó por la influencia de su padre, Germán Osorio, quien tenía una planta de reciclaje como el negocio familiar que permitió mantener la casa, traer comida a la mesa, pagar sus estudios y, de paso, enseñarle valores . Su infancia fue entre basura y ferias medioambientales, por lo que hoy se autodenomina: “hija del reciclaje”.

“A mi papá lo acompañaba en cada empresa que podía porque buscaba aprender lo que él sabía. Era como una mosca, nunca lo dejaba en paz”, rememora Rommy. En el colegio trataba de que sus compañeras separaran los residuos y hacía campañas de recolección constante. Cuando necesitaba recaudar fondos para campamentos con su grupo scout, organizaba jornadas de limpieza por los buses de Estación Central y Germán les compraba lo recolectado. Incluso en el colegio de su hermano realizó su primera capacitación a 1.300 escolares.

El tiempo que no utilizaba para reciclar lo pasaba jugando fútbol o básquetbol. Por eso, a la hora de decidir qué estudiar, sus opciones eran ingeniería ambiental o educación física. Estuvo indecisa, hasta que llegó el consejo de su padre: “Ingeniería ambiental es la carrera del futuro, puedes cuidar el planeta y hacer deporte toda tu vida”, le dijo.

A los 27 años se encontraba trabajando en una empresa de reciclaje y fue trasladada a Puerto Montt para hacerse cargo de la planta de la ciudad. Se fue con maletas y su perro a una región desconocida, fría y lluviosa. Un panorama poco atractivo para una amante del sol y el verano. Tiempo antes del traslado en su trabajo fueron a hacer una limpieza de playa comunitaria en el inicio de la Carretera Austral. Allí conoció la otra cara del paraíso turístico, la que todos evitan, la que no sale en fotos y la que subsiste sin cambio frente a los ojos de todos. Entendió que necesitaba hacer algo.

La inquietud comenzó a crecer, pero se encontraba muy ocupada. Es una mujer trabajólica, actitud que heredó de su familia, hasta que en 2019 una neumonía provocada por el cáncer mató a su padre. Rommy cayó de golpe. “Estaba muy mecanizada con mi trabajo, cumpliendo horarios, siendo extremadamente productiva y me di cuenta de que estamos de paso por esta vida. Que nada es eterno y por eso hay que hacer lo que nos gusta”, reflexiona.

Así, en 2020 se lanzó a la piscina y fundó su empresa Paz Recycling, un centro de recepción y almacenamiento de residuos (IRAR). El primer año implementó puntos limpios en la región, hizo consultorías medioambientales y asesorías de reciclaje. Al año siguiente, implementó su planta de tratamiento de residuos en una antigua bodega de Coca-Cola. Es un intermediario entre quienes desechan la basura y quienes reciclan. Primero pesa los residuos que llegan a granel, luego los compacta en fardos sobre 500kg y por último los envía a las plantas de reciclaje. Aquellos plásticos pequeños que llegan a escala domiciliaria los tritura, derrite y convierte en posavasos o peinetas para hacer regalos corporativos.

En paralelo, se fue a vivir frente a la playa en Pelluco, en la región de Los Lagos, una de las costas que más ha intervenido a la fecha. Este sector se caracteriza por ser un centro de estudiantes, está cerca de instituciones educativas, discotecas y pubs, por lo que la playa suele llenarse de residuos de fiestas y celebraciones. Comenzó a ir a recoger basura como un pasatiempo, lo recolectaba todo en una bolsa plástica y lo desechaba en el basurero más cercano. Luego empezó a fijarse en los pedazos pequeños y se dio cuenta de que había muchos fragmentos de plásticos en las playas, algo que en las limpiezas comunitarias no se toma tanto en cuenta.

Así creó Basura Playera, su proyecto de educación ambiental. “Nace por querer promover la acción, el decir: yo puedo hacer algo, no es normal ir a una playa tan linda, que vienen personas de otros países a visitar, que la tengo en el patio de mi casa y esté llena de basura”, dice. Sobre los residuos, Rommy pensó: “para qué botar esto si tienen tantas formas y colores distintos. Cada objeto tiene su historia y su identidad”, y comenzó a transformarlos en arte. Crear con basura cumplía con su objetivo de visibilizarla.

Pero, a pesar de que esto, Rommy cree que no se puede estar limpiando playas toda la vida, y que para generar un cambio hay que educar.

Al año 2022 ha capacitado a más de 3.500 personas. Recuperaron del borde costero 50 toneladas de residuos plásticos. Realizó talleres de concientización y arte creativo a 200 niños, niñas y adolescentes de la región. Mapearon más de cinco mil puntos de contaminación en el borde costero con la aplicación Eyesea, la que Rommy representa en Chile. Y también fueron parte activa de las jornadas de limpiezas ejecutadas en el Plan Tenglo, liderado por la Capitanía de Puerto de Puerto Montt, en el cual extrajeron 31 toneladas de residuos.

Por ello fue reconocida como Mujer Impacta en 2022. Un hecho que, según dice, le “otorgó respaldo”. “El andar como loca recogiendo basura valió la pena”, se sincera y es que Rommy no pensó que llegaría tan lejos. Para ella, en lo profesional esto significó un impulso, una valoración a su trayectoria siendo mujer y emprendedora. En lo personal “la gente me miraba como buena onda, de una forma romántica, pero no me tomaban el peso. Hoy Basura Playera tomó forma, el respaldo me dio poder”, cuenta. Lo que se sumó a otros reconocimientos como el otorgado por la Quinta Zona Naval de la Armada de Chile debido a su colaboración activa del Plan Tenglo.

Su mayor desafío es cambiar la mentalidad de las personas. “Lo único que quiero es seguir aportando, fortalecer la educación ambiental, el reciclaje en la zona, mantener la instalación y dar un servicio de calidad. No quiero ser una gran empresaria, más bien quiero vivir el presente y ser un agente de cambio”, concluye Rommy.

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