Mujeres que la llevan
La tenista Camila Silva, la Subsecretaria de Carabineros, Javiera Blanco; la psicóloga Carolina Arenas y la actriz Gala Fernández, nos cuentan cómo lograron estar donde están hoy. Cuatro relatos inspiradores para nuestro día. ¡Feliz día lectoras!
Camila Silva, 15 años, tenista
"Estoy en Paraguay, acabo de llegar de un partido de dobles y uno de singles que fueron muy duros. Llevo jugando nueve sets de singles en tres días. Después parto a Brasil y luego vuelvo a Chile, para descansar y seguir entrenando. Estoy cansada, pero disfruto de esto. Tengo quince años y llegué al tenis sola, jugando con mis amigos en el patio de la casa. Un día mi papá se fijo que pegaba bien y me llevó a un club. El profesor me dijo que tenía condiciones y empecé a ir todos los días. Desde ahí que me empezó a gustar.
Recuerdo en especial el viaje en que ganamos el Campeonato Sudamericano. Yo tenía doce puntos en el pie porque me había cortado con un vidrio y ganamos igual, con mi pie lesionado y jugando dos partidos diarios. Hasta ese momento ningún equipo chileno lo había hecho. Reconozco que a veces es duro, tanto los partidos como dejar a la familia y amigos. Pero si te gusta, puedes soportarlo. Actualmente estoy trabajando con Hans Gildemeister, él es que se ve todo lo relacionado con mi carrera, como los auspicios, los entrenadores y los torneos. Si no hubiese sido tenista me gustaría haber sido doctora o estudiar en la universidad, pero disfruto demasiado del tenis y tengo el sueño de llegar a estar dentro de las diez mejores tenistas del mundo."
Si quieres conocerla un poco más, ingresa a su página www.camila-silva.cl.
Javiera Blanco, 36 años, Subsecretaria de Carabineros
"Soy la primera mujer en Chile que llega al puesto de Subsecretaria de Carabineros. Pero ojalá pueda hacer historia por lo que estoy haciendo. Ese es mi mayor sueño, porque estar acá es un desafío diario: es como haber estado diseñado un jardín durante muchos años, y que de repente te pasen la pala y la tierra para hacerlo de nuevo. Ha sido una muy bonita experiencia trabajar en el gobierno, pero es distinta. En la Fundación Paz Cuidadana -donde trabajaba antes- los trabajos eran más de investigación, los días no transcurrían a la velocidad del sonido. Y aquí, la verdad, es que uno siempre está trabajando para las 24 horas pasadas.
Es un ritmo de vida mucho más estresante, pero con una gran gratificación: tener pequeños logros todos los días. Uno de los desafíos más grandes que me tocó vivir fue en noviembre del año pasado, para el terremoto de Tocopilla. Fue una experiencia estresante y agotadora, pero más grande fue esa sensación de haber dejado a las personas instaladas en su casa con luz y agua. Antes, cuando escribía un libro para la Fundación, iniciaba una travesía que terminaba nueve meses después, con la publicación del texto, igual que un embarazo.
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