Multipotenciales: ¿Por qué no todos tenemos una verdadera vocación?
Daniela Vilensky (36), creció escuchando la pregunta –esa que probablemente escuchamos todas y todos– ¿qué quieres ser cuando seas grande? El problema es que escuchar esto siempre la ha atormentado. “Me gustaba mucho escribir y mi sueño era tener mi propia novela, pero también quería ser cantante, actriz y muchas otras cosas”, cuenta. Hasta aquí todo suena muy normal, porque es lógico que las niñas y niños no tengan claro, a tan corta edad, a qué van a dedicar su vida. El tema es que esta indefinición la ha acompañado a lo largo de su vida.
“Cuando salí del colegio y tuve que elegir una carrera no estaba segura. Pensé en literatura, pero finalmente le hice caso a mis papás y estudié periodismo. A los dos años de carrera sentí que me faltaba algo, que eso no era lo que me apasionaba. Terminé la carrera igual, pero sin mucha motivación, hasta que un día vi en la pared de la universidad un cartel en el que se ofrecía una pasantía en radio. Jamás en mi vida pensé que me podría dedicar a algo así porque siempre fui tímida e introvertida, pero en ese momento sentí que ese cartel estaba puesto allí para mí. Postulé y quedé. Pero no solo eso, me fascinó a tal punto que estudié locución y al año ya tenía mi propio programa de radio. Sin embargo, tiempo después estar ahí ya no me motivaba”, relata.
Después de eso entró a estudiar diseño publicitario y emprendió en diferentes cosas. Era una constante: entraba a algo nuevo, pero al tiempo le bajaba la emoción inicial, se desmotivaba y buscaba una nueva alternativa. “Mi familia y conocidos me decían que estaba en la típica búsqueda por llegar finalmente a algo que me motivara para toda la vida, pero lo mío no era eso. Yo no quería dedicarme siempre a lo mismo. Y fue difícil entenderlo. Crecí escuchando frases como “¿por qué vas a estudiar otra cosa más?”, “¿cuándo vas a madurar?”, “no puede ser que abandones todo lo que comienzas”. Siempre en un tono de crítica”, cuenta. Lo que finalmente –dice– le afectó enormemente en su autoestima. “En un momento terminé convenciéndome de que era floja o inmadura. Me sentí frustrada. Y no es que las cosas no me resultaron. Lo que emprendía lo hacía bien, solo que al tiempo me aburría”.
Recuerda que en un trabajo donde estaba feliz le ofrecieron que fuese socia. “Lo lógico era que me alegrara porque era una gran oportunidad, pero me vino una crisis de angustia terrible. Mi cuerpo me estaba diciendo que no y ahí, por primera vez en la vida, realmente me escuché. Lo que pasó fue que tuve miedo a amarrarme a algo por un largo tiempo”, dice. Por eso decidió no buscar un trabajo estable y armó su cuenta @daniconlapiz que en un principio fue para ir subiendo sus avances en lettering, uno de sus pasatiempos, pero luego el espacio se transformó en una especie de paraguas en el que ha ido incluyendo todos sus intereses. “Fue muy sorprendente lo que pasó, porque se empezó a generar una comunidad en la que sentí que las personas que enganchaban, lo hacían justamente por el concepto –que yo repetía constantemente– de que no hay un solo camino para el éxito. Somos muchos los que no tenemos una verdadera vocación. Lo que pasa es que muchas veces luchamos contra esto porque la sociedad constantemente nos dice que el camino al éxito es un solo y que además te tiene que costar porque si no te cuesta, está la sensación de no ser merecedora del éxito”, dice.
Fue así como conoció el concepto de multipotencialidad. “Cuando subía algún post relacionado con esto, había mucha gente que reaccionaba. Sentí que había algo ahí y buscando entenderlo me encontré con una charla TED de la estadounidense Emilie Wapnick titulada Por qué no todos tenemos una verdadera vocación. Sentí que me cambió la vida. Fue un alivio descubrir que no era rara, que no era inmadura y que el problema no lo tenía yo. Porque siempre me habían hecho sentir así, incluso las veces que estuve en terapia. Me acuerdo que una psicóloga que tuve por muchos años incluso me pedía que hiciera collages de las cosas que me gustaban para ayudarme a encontrar mi verdadera vocación. Y no la culpo, porque es lo que esta cultura entiende por felicidad o por éxito”, dice.
Multipotencial es el término usado en psicología para referirse a alguien que demuestra múltiples aptitudes a lo largo de varias disciplinas distintas. Según Wapnic, quien ha estudiado en profundidad este concepto y es una de sus principales divulgadoras, “existen dos tipos de cableado cerebral. Uno son los especialistas, personas que pueden tener varias potencialidades pero solo tienen una pasión verdadera y por eso hacen carrera en ella y siempre profundizan en esa área”. El ejemplo que suele dar para explicarlo es una persona que desde chica sabe que quiere ser dentista, se mete al electivo de biología en el colegio y luego estudia odontología en la universidad. Se dedica a eso, se perfecciona en esa área, le apasiona y la hace feliz. Por supuesto esa persona puede tener otros intereses, pero lo que le apasiona y a lo que quiere dedicarse es una sola área. Y por otro lado –agrega– están los multipotenciales, personas con múltiples intereses en áreas que no tienen por qué estar relacionadas entre sí. Pero todas esas cosas les apasionan”.
Según Emilie, deberíamos quitarnos de tópicos sobre nuestras obligaciones como trabajadores del futuro y centrarnos más en saber qué nos gusta y cuántas cosas nos gustan. “Lo que suele ocurrir es que aquellos que hacen varias cosas al mismo tiempo tienen el estigma de no ser buenos en nada. Pero, aunque es cierto que hay mucha gente dispersa que no sabe lo que quiere, no todos son así. La mayoría de los multipotenciales suelen sufrir siempre el mismo patrón: cuando algo les llama la atención, comienzan a adentrarse en ese área con una pasión desmedida. Se dejan absorber por ella y trabajan hasta, irremediablemente, ser buenos en ella. Pero, después de alcanzar ese punto, eso que tanto los apasiona deja de convertirse en un reto y los empieza a aburrir”, explica.
El problema es que, en sociedades como la nuestra, se suele ver este tipo de conductas de manera negativa. “A mi me pasó muchas veces, me hicieron sentir poco comprometida e inmadura porque necesitamos entrar dentro de una etiqueta: ‘Soy Daniela y soy periodista”, pero no soy una sola cosa”, cuenta Daniela. Dice también que desde que descubrió este concepto ha intentado que sus hijos no pasen por lo que ella pasó. “Yo no sé si ellos serán multipotenciales, pero cuando me dicen que quieren ser astronautas, bomberos, doctores y otras cosas más, lo único que les respondo es que ellos pueden ser cuantas cosas quieran ser. Quizás quieren ser solo una cosa, pero es importante que las niñas y niños no sientan que tienen solo un camino. Ahora en vez de preguntarles qué quieren ser en la vida, sé que tengo que preguntarles qué quieren hacer ahora. Cuando yo cambié esa pregunta, también me cambió la vida”, dice Daniela.
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