Hace doce años, cuando Nataly Soto Oñate estudiaba arquitectura del paisaje, todos los proyectos que se conversaban en la sala de clases compartían lo mismo: se diseñaba la imagen de familia nuclear y “perfecta” con una madre, padre e hijos. A ella le llamaba la atención la falta de representación de las personas con movilidad reducida y de otras diversidades, sobre todo cuando se trataba de espacios públicos.
“Le propuse a mi profesora guía realizar mi tesis sobre la discapacidad en el paisaje. Me dijo que no era una buena idea, así que tuve que cambiar mi proyecto. Cuando adquirí un poco más de experiencia laboral me di cuenta de lo equivocada que estaba mi profesora, así que empecé a estudiar diplomados para meterme en el mundo de la diversidad universal”, cuenta Nataly, cofundadora de Paisaje Inclusivo, una fundación que vela por la accesibilidad de personas con movilidad reducida y otras diversidades en los espacios verdes públicos.
Hace un año y medio junto a amigas y amigos fundaron este proyecto que venían trabajando hace años y que ahora forma parte del COSOC (Consejo de la Sociedad Civil) de Parquemet, donde junto a otras once organizaciones sociales representan distintos temas en varias materias para orientar la gestión que realiza el servicio del Parquemet en las áreas verdes públicas. “Ponemos la voz de la ciudadanía en la mesa. En particular, nosotros representamos la inclusión social de personas con discapacidad. Queremos incidir en las políticas públicas que tiene este servicio para que se avance en ciertas materias de accesibilidad”, asegura Nataly, presidencia de COSOC Parquemet.
Agrega que esto no solo se trata de poner una rampa para silla de ruedas en una plaza, sino de poner atención a detalles que pueden impactar y desalentar el acceso de personas con movilidad reducida, así como también propone que las políticas públicas de urbanismo tengan una perspectiva de género: “Esa perspectiva conduce más a la empatía, a la inclusión y a la accesibilidad. En Chile, por ejemplo, muchas de las mujeres que están liderando organizaciones sociales tienen como bandera de lucha estos temas. La falta de accesibilidad perjudica de forma desproporcionada a las mujeres por el rol de cuidado que han tenido históricamente”.
¿Por qué consideras que la accesibilidad universal es una problemática de género en la actualidad?
Históricamente, las ciudades, la arquitectura, el urbanismo, la educación e incluso el deporte han sido concebidos desde lo masculino. Por otro lado, las mujeres han ocupado un rol de cuidado, por ende, somos quienes tenemos más cercanía a los distintos tipos de necesidades de los entornos y servicios.
¿Se podría inferir que existe una mayor conciencia y preocupación de las mujeres por esto?
Sí, tal cual. La promoción de la accesibilidad universal ha sido sostenida mayoritariamente por mujeres a través de las organizaciones sociales del país, porque es un tema que les afecta mucho más ellas, muchas veces en su rol de cuidadoras o, porque de alguna forma, están asociadas al cuidado de alguien y saben las dificultades que esto conlleva para el círculo familiar y cercano de la persona con movilidad reducida. En el fondo, quieren que sus familiares, o que las personas que tienen a su cuidado tengan un grado de independencia y más participación socialmente.
La deuda pendiente
En base a su experiencia universitaria y sus años de trabajo en el área, Nataly considera que la discusión sobre accesibilidad universal en espacios verdes públicos debiera ser un conocimiento que se imparta en las mallas curriculares de las carreras afines. Otro factor fundamental para seguir avanzando en estas políticas públicas es que la fiscalización sea cada vez más rigurosa por parte de la Dirección de Obras Municipales de cada comuna. “A veces la falta de fiscalización es en gran medida por la falta de conocimiento en la materia, porque son temas nuevos”, señala.
Un elemento importante para considerar es la estrecha relación entre la salud mental y la posibilidad de esparcimiento en áreas verdes públicas de libre acceso, algo con lo que como país también estamos debe. En esa línea, Nataly Soto asegura que “las comunas vulnerables, de más bajos recursos, tienen menos acceso a las áreas verdes, por ende, también menos accesibilidad y menos movilidad de usuarios, porque no existen los mismos recursos para pavimentar veredas o hacer arreglos en los rebajes de calzada y mucho menos se puede pensar en otros tipos de accesibilidad”, dice.
Y concluye: “Creo que el espacio público, en general, para que sea accesible debe tener ciertas rutas para que las personas accedan a los lugares y puedan disfrutar de estos en igualdad de condiciones. Una vez que ocurra esto vamos a hablar recién de que estamos avanzando en accesibilidad, pero esa accesibilidad debe responder a la diversidad de todos sus usuarios”.