La popularización, hace ya varios años, del término skincare –un anglicismo que se usa para describir el cuidado facial– parece haber coincidido con una tendencia que se mantiene fuerte en la actualidad: el uso de innumerables productos para la piel.

Porque lo que hace unas décadas se resumía a usar una crema hidratante, hoy es un complicado método con tantos pasos como productos hay en el mercado: exfoliantes, aceites, tónicos, esencias, serum, mascarillas. La lista sigue y tiene sus orígenes en la intimidante rutina coreana de 10 (o más) etapas que promete una piel tan espléndida como la de las mujeres de ese país.

Este auge ha logrado importantes avances en el cuidado, como por ejemplo la concientización sobre los efectos dañinos del sol y la importancia de usar fotoprotección todo el año. Pero, al mismo tiempo, crece la preocupación por el uso excesivo e innecesario de productos que no solo son muy costosos, sino que también pueden ser peligrosos.

Uno de los llamados más virales lo hizo la estadounidense Carly Cardellino. La exdirectora de Belleza de la revista Cosmopolitan y columnista en distintas plataformas del mismo tema, tiene un acceso privilegiado a los productos y tratamientos más codiciados para el cuidado de la piel. Tendencia que asoma tendencia que prueba. Pero hace unos meses, compartió en redes sociales una historia diferente: recientemente su piel había experimentado brotes, irritaciones y rojeces en la zona que rodea la boca. Ni siquiera la crema más lujosa de su repertorio funcionó y no mejoró hasta que su esteticista le sugirió simplificar la rutina de skincare, remplazando una docena de productos por solo dos o tres.

“A los dos días de hacer literalmente lo mínimo, mi piel se sanó”, contó en Instagram.

Su caso no es el único y la premisa calza con lo que varios especialistas llevan repitiendo hace años. Irena Araya, profesora asociada de Dermatología de la Universidad de Chile, defiende un enfoque minimalista a la hora de abordar el cuidado de la piel.

Según ella, solo se necesitan tres cosas básicas: limpieza adecuada al tipo de piel, hidratación y fotoprotección. “La gente no tiene tiempo para tantos pasos. Cumpliendo esto y siendo constante, ya tienes mucho ganado”, asegura. Desde esta base se pueden ir sumando otros productos, agrega, pero dependerá de la edad del paciente y las necesidades de su piel.

Además de ser un gasto innecesario, usar productos que no se necesitan realmente puede generar deshidrataciones, dermatitis, irritación, picazón y rojeces, explica Katherine Barria, dermatóloga estética de la Clínica KB y miembro de la Sociedad Chilena de Dermatología. “No son necesarios tantos pasos, sino más bien tener una rutina que sea ordenada y simple”, dice.

La piel suele deshidratarse cuando se utilizan los ácidos en exceso –como el láctico y el glicólico– o cuando se mezclan combinaciones que no son las correctas, explica. Esto afecta directamente la barrera externa de la piel, encargada de aislar y proteger la epidermis y cuya alteración nos hace más frágiles.

Para Barria, una rutina adulta completa incluiría, además de la limpieza, un serum de Vitamina C en la mañana y algún retinoide en la noche al menos dos o tres veces a la semana, que dependiendo de la tolerancia de cada persona puede usarse más veces. Además, hidratación, incluyendo ácido hialurónico y fotoprotector durante todo el año. Se puede complementar con productos adicionales que van a depender, entre otras cosas, de si tiene alguna patología que necesite otros componentes.

Consulta en TikTok

Se podría decir que la simplificación del cuidado de la piel es una tendencia que comenzó en 2023, explica la columnista Jessica DeFino en un artículo de The New York Times donde cita a un puñado de expertas que aconsejan a sus pacientes optar por un enfoque de “menos es más”.

Pero esta tendencia crece tímida en redes en comparación con las miles de publicaciones –de expertos y no tan expertos– en las que reinan las rutinas extensas y complicadas.

Desde su consulta, Irena Araya ha sido testigo de cómo las redes sociales han cambiado la manera en que nos informamos y consumimos. Se dan dos situaciones habituales, cuenta. Primero, llegan pacientes con altas expectativas de éxito sobre un producto que vieron reseñado en TikTok o Instagram que no cuenta con ningún tipo de sustento científico. También recibe a personas que consultan por problemas en la piel que surgieron tras añadir a sus rutinas un producto viral que prometía milagros.

“Nadie quiere envejecer y eso está muy latente en las redes”, dice Araya. La experta destaca que la industria de la belleza, un sector millonario, logra sacar partido de esta situación.

Según un reciente informe de ResearchAndMarkets, el mercado mundial del cuidado de la piel del rostro está experimentando un fuerte crecimiento, con expectativas de alcanzar los 142.110 millones de dólares en 2030.

Tampoco hay que subestimar el poder que ejercen las plataformas en las decisiones de consumo. Según un estudio de InSites Consulting de 2022, el 82% de los usuarios interesados en temas de belleza en TikTok aseguraron haber aprendido del tema en esta red social y uno de cada cuatro compró algo después de haber visto un video allí.

Para Katherine Barria, las redes sociales funcionan como un arma de doble filo. Por un lado han sido útiles para enseñar a las personas a cuidar la piel, pero por otro, llevan a invertir en fórmulas que no siempre son transparentes en sus concentraciones y principios activos. “También hay productos que se venden bajo la etiqueta de cosmética natural y hay que considerar que natural no es necesariamente sinónimo de hipoalergénico. A veces estos productos utilizan perfumes que pueden irritar y no hay transparencia sobre su proceso”, explica.

Advierte también sobre distintas influencers, con muchos seguidores y a quienes les entusiasma el cuidado de la piel, que recomiendan productos –algunos sponsoreados por las mismas marcas– sin tener una profesión afín a la dermatología.

Ambas especialistas hacen un llamado especial a todas las personas con pieles sensibles tentadas a experimentar con nuevos productos: “Deben consultar con un especialista porque pueden terminar peor. En Chile, además, hay mucha rosácea y eso provoca un grado de sensibilidad en la piel”, dice Araya.

Y para todo el mundo recomienda el uso constante y repetido del protector solar, consejo que repite como un mantra cada vez que le preguntan por la receta para enfrentar el envejecimiento, que –sorpresa– no solo es inevitable, sino también normal.