Un taco en la carretera fue lo que desató en mi hijo de 6 años un cuadro de angustia tan profundo que cada vez que subía a un auto comenzaba a llorar, se ponía pálido, le sudaban las manos y su corazón se aceleraba. No entendíamos por qué algo tan cotidiano lo había perturbado así. Le consultamos a su pediatra, quien nos sugirió llevarlo a un sicólogo para averiguar si era un cuadro de ansiedad u otra cosa. Paralelo a eso, decidimos hablar con sus profesoras del colegio para saber si ellas habían notado algo distinto en él. Ellas nos contaron que a veces le molestaban los ruidos muy fuertes.
Logramos una hora con un sicólogo infantil y comenzamos una terapia familiar. Decidimos también llevarlo a un siquiatra para conocer una segunda opinión y para calmar su angustia. En medio de todo esto, ocurrió el estadillo social y los síntomas se desataron: ya no solo le aterraba subirse a un auto, sino que no soportaba el ruido de los cacerolazos, ni el de las bocinas, ni el de los gritos en la calle. Quería pasar encerrado en el departamento. Angustiada, comencé a leer sobre cómo tratar un trauma y encontré una terapia que se llamaba EMDR, un sistema que a través de la estimulación bilateral logran acabar con ellos. Entonces averigüé qué sicólogo era experto y logré encontrar a una. Después de algunas sesiones de evaluación, ella nos dijo que nuestro hijo era un niño hipersensible y que teníamos muchas cosas que aprender de él. En ese momento me sentí culpable por no saber nada sobre el tema, por no haberlo detectado a tiempo y por no estar lo suficiente con él.
En el libro 'Niños sensibles, niños felices', el sicoanalista francés Saverio Tomasella describe la hipersensibilidad o alta sensibilidad como una intensa receptividad, una fuerte emotividad o una gran expresividad. "Está intrínsicamente ligada a la simpatía, la empatía y la compasión. Es indisociable de la intuición, de la creatividad y de una importante disposición para experimentar y vivir los sentimientos. El autodescubrimiento de la sensibilidad por parte del niño lleva su tiempo. Los principales fenómenos que caracterizan una sensibilidad muy intensa son la amplificación de las sensaciones, ya sean agradables y desagradables, y la ausencia de filtro respecto a la realidad. Reciben los acontecimientos de lleno, en cierto modo, sin protección posible", señala el especialista.
María Isabel García, sicóloga EMDR, lleva 28 años tratando a niños hipersensibles. "Este es un tema que se ha estado estudiando con más profundidad en las últimas décadas, y actualmente se sabe que es heredada. Todos tenemos alguna sensibilidad especial y es posible vivir tranquilo y ser feliz si se conoce cuáles son y se respetan los límites de tolerancia de las personas altamente sensibles", dice.
¿Cómo saber si un niño es hipersensible?
Algunos niños muestran desde su nacimiento marcada irritabilidad, asociada a una alta sensibilidad de algún canal sensorial. Incluso es frecuente que sea más de uno. Es como si su experiencia ante los estímulos superara su capacidad para tolerarlos, por lo que reaccionan frente a ellos con angustia y como si fueran una amenaza. Entonces, se produce una pérdida de la regulación emocional y es ahí cuando surgen las pateleras; o si los exponemos a tumultos ruidosos o si la abuelita insiste en ponerle el chaleco de lana que le tejió. Muchos de estos niños son tildados como 'mañosos' o 'difíciles'.
¿Qué es lo que sienten?
Un niño que tiene varias vías sensoriales hipersensibles y se desregula emocionalmente con frecuencia crecerá sintiendo que el mundo es amenazante y peligroso, lo que podría afectar el desarrollo de su personalidad. En niños con estas características, sería conveniente realizar un perfil sensorial con un terapeuta ocupacional especializado, para así mejorar las habilidades de manejo; siempre teniendo conciencia de que esto que le pasa fue heredado a través de sus padres y ellos lo heredaron de los abuelos.
¿Qué herramientas emocionales debe entregárseles a estos niños?
Es importante saber que muchos adultos son hipersensibles sensoriales en algún área. Hay personas a las que nunca les gustó la arena de la playa o comer ensaladas, y posiblemente fueron tildados de niños 'mañosos o irritables'. Ahora sabemos que esas sensibilidades son parte de sus características personales y que en la medida en que uno logre identificarlas tempranamente y se lo estimule paulatinamente -para ir aumentando el rango de tolerancia a ese tipo de estímulos-mejorará su adaptabilidad.
Estos son algunos puntos a considerar:
Reconocimiento: En la experiencia cotidiana es posible ir identificando los estresores para el niño, especialmente a través de sus reacciones de temor o rechazo, las que dependerán de la vía sensorial de mayor sensibilidad. Por ejemplo, temperatura o textura de los alimentos, el sonido de la juguera o la sirena de una ambulancia, si se marea en el auto con facilidad y si le teme subirse a los laberintos.
Estrategias de enfrentamiento: Una vez que he podido reconocer lo que le molesta puedo probar diferentes estrategias de intervención y repetir las más eficientes.
Revisar la historia familiar: Preguntar a los abuelos si alguien de la familia tenía estas características y qué tipo de manejo les funcionaba. Seguro identifican a más de alguien.
Observar con atención: Estar atentos cuándo se repiten las reacciones desreguladas y qué las gatillan. Un niño con hipersensibilidad cutánea, que no soporta las etiquetas, los chalecos de lana, pisar la arena, la ropa apretada, las costuras de los calcetines, posiblemente hará una pataleta temperamental, pues siente este tipo de texturas como una amenaza desagradable. Es el momento de facilitarse la vida y ponerle ropa holgada, tal vez de algodón, permitirle elegir entre dos alternativas cómodas de manera que se sienta regulado.
Aumentar progresivamente la exposición a los estímulos incómodos: Asegurarse de que si salen de su zona de tolerancia sea por momentos breves y, ojalá, mediado por un adulto regulado y proactivo. Si me angustia mucho que no coma ensaladas es mejor esperar y preocuparse de que las comidas familiares sean un momento agradable; de que hayan alimentos variados, de manera que nos aseguremos que coma y pueda mirar lo que otras personas reciben con agrado. Es frecuente que a estos niños los aislen en las horas de comida para que alguien les dé el alimento, pero las personas aprendemos de lo que vemos, especialmente de los adultos significativos y buscamos repetir las instancias que hemos percibido como agradables. En cambio, rechazamos las desagradables.
¿Qué enfermedades pueden gatillarse a futuro si no se tratan a tiempo?
Un niño hipersensible mostrará patrones de acercamiento a las situaciones reconocibles en el tiempo. Es típico en muchos de ellos que rechacen saludar de beso y cuando los obligan, acerquen de lado la cabeza para evitar que les toquen la cara. Reto asegurado por mal educado, pensarán algunos adultos. Y es que los niños hipersensibles están más expuestos que otros a ser corregidos o a recibir consecuencias negativas por su manera de mantenerse regulados y en control. Un niño que se desregula emocionalmente con frecuencia, debido a estar expuesto a situaciones que percibe como amenazantes y que lo sacan de su zona de tolerancia, activará con mayor intensidad el estado de alerta y las defensas de lucha, huida o paralización, por lo que se mantendrá en alerta e hiperreactivo, pudiendo mostrarse más agresivo e intolerante que otros niños de su edad o, tal vez, evitativo y con mayor retraimiento ante situaciones o personas nuevas, lo que podría afectar su iniciativa y su interés en aprender y exponerse, ubicándose en una posición más dependiente. Las angustias intensas, la percepción de peligro, la sensación de pérdida de control y desprotección mantenidas en el tiempo afectarán el futuro desarrollo de la personalidad, la autoimagen y la calidad de los vínculos con otras personas.
¿Qué potencialidades tienen?
Cuando hablamos de hipersensibles nos referimos a niños normales, con un gran potencial, ya que al poseer habilidades más desarrolladas para captar ciertos estímulos pueden percibir lo que otros no. Muchos de ellos son niños intuitivos y creativos, reconocen con más facilidad a las personas de fiar, se atreven a hacer nuevas propuestas, a inventar combinaciones de alimentos, panoramas y otras maneras de entretenerse. Todo esto, y más, es posible cuando se han sentido cuidados y respetados en sus características, lo que es un derecho de cualquier niño. De adultos, podremos reconocerlos: un chef famoso, un catador de vinos o un experto en perfumes, personas muy estéticas e innovadoras en la moda, grandes inventores y científicos.