En julio del año pasado, Nisse Rivera, trabajadora social y coordinadora del Programa Familias de Acogida de Fundación San José para la Adopción, fue informada de que Cristóbal (nombre ficticio para proteger la identidad del niño) estaba listo para ser dado de alta. Recuerda que ese día fue particularmente diferente, ya que estaba muy soleado para ser invierno. Se dirigió de inmediato al Hospital de La Florida, donde se reuniría con la familia de acogida: personas dispuestas a recibir a Cristóbal y comenzar un período indefinido como padres guardadores, mientras se gestionaba su adopción definitiva.
La vida de Cristóbal había comenzado unas semanas antes de recibir el alta médica, con ocho días en la unidad de neonatología del hospital, en la que no tuvo figuras de apego ni visita alguna. ¿Cómo habrán sido esos ocho días para este recién nacido? ¿Qué repercusiones tendrá la falta de cuidado exclusivo y afecto en ese momento crucial? Son preguntas que Nisse, a pesar de su experiencia como guía en procesos de acogimiento, no ha dejado de hacerse.
“Apenas nos encontramos con esa familia en el hospital, pudimos percibir su emoción y nerviosismo. Se acercaron a preguntarnos qué hacer, dónde ir. Estaban muy ansiosos por conocerlo. Nuestro rol en ese momento es acompañar y también recoger esa emoción, porque es válido que se sientan así. En definitiva, lo que quieren es cuidar y entregar amor”, explica Nisse.
En ese momento, la familia escuchó atentamente, en un espacio de capacitación, cuáles eran los cuidados necesarios y los posibles estados de alerta. Una vez terminado ese proceso, se fueron con el bebé del hospital.
Así, Cristóbal comenzaría a vincularse con otros, conocería la luz del día y emprendería un camino de descubrimiento en un lugar seguro, donde podría comenzar a reparar lo vivido en la neonatología durante sus primeros ocho días, es decir, casi toda su vida.
Un puente de amor
Diversos estudios han reportado los beneficios del acogimiento familiar por sobre la vida en una residencia. Un entorno de afecto, protección y cuidado permite un mejor desarrollo emocional y cognitivo de niños y niñas, y un mejor desarrollo de su autoestima. De hecho, en 2010, la ONU estableció que el acogimiento alternativo de niños y niñas de corta edad debería ejercerse en un ámbito familiar. Asimismo, la Unicef y la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar (RELAF) han instado a los países de América Latina y el Caribe a poner fin al internamiento de niños y niñas menores de tres años en centros residenciales.
Pero el acogimiento no es un camino que puedan transitar las familias solas. El rol de acompañamiento del equipo profesional, que sostiene y escucha activamente, permite que la familia de acogida confíe en el proceso. En el caso de Cristóbal, Nisse, la psicóloga y la enfermera que conforman su “tripleta” psicosocial, tuvieron esa tarea. “El acogimiento duró aproximadamente tres meses, en los que acompañamos al niño y, por supuesto, a esta familia que brindó este tránsito, que se convirtió en un puente de amor, como decimos acá. Durante este tiempo, lo que nos toca es sostener sus temores, inquietudes y, por cierto, cautelar la preparación que conlleva el egreso a la familia definitiva, en este caso adoptiva”, asegura.
- ¿Cómo se realiza ese trabajo?
Si bien no estamos con la familia 24/7 en el proceso de cuidado del niño, hacemos un acompañamiento que tratamos que sea lo más directo y cercano posible. Tenemos que ir desplegando estrategias para que eso funcione. Una es que tenemos un grupo de Whatsapp con la familia de acogida donde están los cuidadores principales y nosotras tres. El grupo funciona para todo efecto, desde compartir fotos para chochear, hasta las situaciones más urgentes. En paralelo, hacemos visitas domiciliarias de manera semanal. Eso nos permite ver cómo el niño va despertando, creciendo y desarrollándose, y por sobre todo, vinculándose; pero también nos permite ver cómo las familias van elaborando esta experiencia de acogimiento.
- ¿Cómo es la preparación para el egreso? ¿Es la parte más difícil?
Previo al acogimiento, cuando las familias están en una etapa muy preliminar, lo primero que suelen preguntar es qué pasa si se encariñan. Nosotras siempre les decimos que ojalá se puedan encariñar lo máximo posible. Efectivamente, cuando los niños se tienen que ir, las familias están en una etapa de enamoramiento de esa guagüita; eso surge sí o sí. Por eso es que nosotras estamos presentes también en el tránsito del niño o niña hacia una familia que será la definitiva. Es en ese preciso momento cuando más inquietudes surgen de estos cuidadores respecto al devenir de ese niño en el seno de la nueva familia.
- ¿Como una sensación de vacío?
Sí, y esa sensación de vacío en la familia de acogida es válida e importante de resguardar. Nosotras les hacemos elaborar un Libro de Vida, que es una especie de diario, en donde le cuentan a esta guagüita lo que fue el paso por su familia. Queda un registro en donde las familias pueden referir todo lo que significó para ellos este acogimiento. Se hace un acompañamiento antes, durante y después de que la guagüita se va. En ese momento, nosotras tampoco desaparecemos como figura de acompañamiento, seguimos visitando a la familia de acogida para saber qué les fue pasando a cada uno de los integrantes, porque creemos que estar disponibles para las familias de acogida es algo esencial.
- Se suelen mostrar historias de las familias de acogida, pero poco se habla del equipo profesional que acompaña. ¿Cómo ha sido para ti este rol?
Nosotras también nos vinculamos, con las familias y también con ese niño o niña. Por eso es tan importante contar con un equipo en el que te puedas acompañar, más allá de lo técnico y profesional, ir descomprimiendo y contando lo que nos va pasando. Porque cada una de las personas que componemos un equipo tenemos nuestras propias historias, podemos de alguna manera conectar con cuestiones que pueden ser más sensibles para cada una. Trabajar con un otro, al menos para mí, ha significado un tremendo crecimiento personal. Si bien el centro de nuestro trabajo son los niños y niñas, a todas las que somos parte del equipo nos impacta positivamente el acompañarlos en este proceso. La experiencia se retribuye y se amplía porque sientes que eres un aporte en la vida de otra persona.
- Y en el caso de Cristóbal, ¿qué significó para ti?
Para nosotras todos los niños son diferentes; cada uno de los que ha pasado por el programa te marca. Pero en este caso particular, fue significativo porque esta guagüita pasó por un proceso de hospitalización, entonces ves un poco el riesgo, y desde ahí es muy bonito ver la evolución en su desarrollo. Esta es una guagüita muy resiliente. Viniendo con una historia, con una mochilita, incluso a sus pocas semanas de vida, aun así va avanzando. Cuando nos tocan casos como este, uno piensa: ¿al final, a quiénes les cambió la vida para siempre con este proceso? Estoy bastante segura de que a todos: a la familia y a nosotras como equipo. No tan solo a Cristóbal.
* Si vives en la RM y quieres ser familia de acogida, puedes escribir a fae@fundacionsanjose.cl.