_ creo que, lamentablemente, el oficio de sastre está en peligro de extinción en Chile. Ya no hay escuela de sastrería y eso sumado a la poca valoración y el escaso interés de la juventud hace que esté en vías de desaparecer. _NO puedo volver al rubro por más que exista una voluntad porque no hay mano de obra. Si no tengo a las personas idóneas, no lo voy a hacer. _ creo que hoy reina una estructura de consumo donde lo único que importa es vender y vender. En mis 37 años de carrera como sastre nunca me dejé seducir, ni me doblegué a ese sistema, aun cuando me ofrecieron en varias oportunidades que me fuera a centros comerciales o que instalara un córner, pero iba en contra de mi filosofía, y gracias a Dios nunca tuve la necesidad de hacerlo. _NO fue fácil cerrar mi tienda. Fueron cinco años más o menos de 'agonía', fue muy difícil y triste tomar la decisión. _SÍ me hace muy feliz participar en el Colectivo Mapocho. Ahí desarrollamos actividades culturales en lugares donde la cultura nunca había llegado. Llevar música clásica o jazz a zonas vulnerables es un honor y debo decir que me ha traído puras alegrías. _NO acumulo mucha ropa, soy bien desprendido, regalo harto, ahora menos eso sí porque sé que ya no la puedo recuperar con tanta facilidad, entonces me he puesto un poco más 'apretado'. _SÍ siento que los chilenos se visten cada vez peor, hay excepciones evidentemente, no puedo decir que todos, pero la inmensa mayoría sí. Y pasa por la oferta de la ropa, en general es de mala calidad y se nota porque se ve deslavada. _NO me gustan las tiendas de ropa usada, me ponen frenético. Hace un par de meses fue la primera vez que entré a una, pero por una invitación de Rodrigo Guendelman a su programa, y debo reconocer que fue una experiencia un poco dura. Yo siento mucho los olores y por más que me digan que limpian la ropa, no me gusta. No me produce alegría ni serenidad, al contrario, me altera. _SÍ he usado ropa heredada, algo significativo de algún tío como una chaqueta o un poncho del campo, ese tipo de cosas las guardo como hueso santo. _NO compro ropa en retail, todo lo que tengo es de mi marca Andreoli, salvo los zapatos, que los traigo todos de Italia, y algunos suéteres. _SÍ diseñé para mujeres. La tienda Andreoli empezó a funcionar en el '80, y desde más o menos del '86 al '94 desarrollamos ropa de mujer; le pusimos todo el corazón, pero lamentablemente no era rentable. _NO soy culposo a la hora de comprar, pero siempre he sido bien austero. Como nieto de inmigrante siempre me enseñaron que solo se gastaba cuando se podía. _SÍ percibo mucho mi herencia italiana, más que la alemana. Siempre me he sentido más próximo a la cultura mediterránea. _NO sé cuántas veces he cruzado el Atlántico, más de cincuenta al menos. Tengo la fortuna de poder ir bien seguido a Italia; tengo familia en Manarola, que es el pueblito de donde vienen los Andreoli, en Cinque Terre, y una red de amigos que me han acompañado por más de 35 años. _SÍ me cuestan los cambios, pero porque amo los lugares o las cosas que hago; me anclo a lo que me gusta. _NO les tengo miedo a los espíritus, porque son maravillosos, pero sí a los fantasmas propios. _SÍ me gustan algunas tradiciones, como, por ejemplo, la antigua liturgia católica, pero todas estas misas actuales con guitarreo no las soporto. _NO me agradan las redes sociales. Creo que con ellas se pierden la identidad, la espontaneidad, la humanidad. _SÍ estoy pensando en tener otro perro. Durante trece años me acompañó la Paloma, mi perrita, que era maravillosa, pero se murió el mismo año que cerré la tienda, el 2016. Y también tenía un gato, Farellón, que estuvo conmigo veinte años, pero murió en 2015. Todo vino junto. _NO vivo con la Verito, mi compañera, por un tema de logística y porque también ayuda al amor. De lunes a viernes cada uno está en su casa, pero los fines de semana y todas las vacaciones o feriados estamos juntos. _SÍ soy vanidoso, pero en la justa medida. Creo que todos necesitamos tener una cuota de vanidad.

Señas

63 años

Sastre

Foco actual: miembro del Colectivo Mapocho.