No digas Gay

Ley no digas gay



En EE.UU. el Senado aprobó una ley que regirá en el estado de Florida una vez que el gobernador Ron DeSantis —quien ha dado su apoyo a la legislación— la firme. Apodada Don’t Say Gay, esta regulación prohibe la enseñanza en los colegios de temáticas LGBT desde kinder hasta tercero básico. ¿La razón? En un estado eminentemente conservador como Florida, los padres argumentan que dicha legislación protege su derecho a controlar la información que reciben sus hijos dentro de las aulas.

Los detractores de la ley han explicado que el lenguaje de la normativa es ambiguo, lo que la hace susceptible a la interpretación. “La medida prohibe la enseñanza en la sala de clases ya sea por parte del personal del colegio o por terceros de orientación sexual o de identidad de género”. Esta primera disposición solo sería aplicable a los cursos más pequeños de pre básica y algunos de la enseñanza básica. Pero luego la redacción continua prohibiendo también la enseñanza de estos tópicos de una forma “que no sea apropiada para la edad o para el desarrollo de los alumnos”. Esta segunda frase, según los críticos, puede interpretarse de forma amplia y podría aplicarse a cualquier edad y de forma irrestricta.

Isabel Amor, Directora de Fundación Iguales explica que es importante que las temáticas LGTB se aborden con niños y adolescentes en instancias sociales y que no sólo queden en la conversación familiar porque son precisamente las instituciones del Estado las que deben garantizar la salud y la seguridad de las personas. “Existe la diversidad sexual y de género en las escuelas y las instituciones deben garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes sepan de respeto, independiente de su orientación sexual, identidad de género o conformación familiar”, comenta.

Si bien en nuestro país no existen regulaciones que prohiban abordar temas como la orientación sexual de los alumnos en los colegios, Isabel espera que los programas de educación lleguen a ser integrales para asegurar el autocuidado de todos los niños. Sin embargo, es enfática en aclarar que “en ningún caso esto impide o subroga el que los padres y madres se hagan cargo de la responsabilidad de guiar a sus hijos”.

Y es que precisamente ese es el argumento detrás de la Ley aprobada por el Senado norteamericano el viernes pasado. Los padres del Estado de Florida exigen poder controlar los contenidos que se entregan a sus hijos en estas materias. Y estiman que debiese existir una edad mínima de edad a partir de la cual los niños debiesen comenzar a instruirse sobre temas como identidad de género y orientación sexual.

Juan Cristobal Concha @juancristobalconcha, psicólogo especializado en terapia con personas LGBT explica que este tipo de pensamiento tiene mucho que ver con el concepto de sexualidad que prima aún hoy. “Sexualidad es mucho más que sexo”, explica. “El sexo en realidad es una parte mínima de lo que es la sexualidad en general. El sexo son las prácticas sexuales o las relaciones sexuales mientras que la sexualidad es una parte importantísima de nuestro desarrollo tanto para personas heterosexuales cisgénero que son las personas no LGBT, como para las personas LGBT”. Agrega que tampoco existe una edad mínima para hablar sobre sexualidad con los niños, siempre y cuando se haga de forma adecuada. “No existe alguna edad demasiado temprana para tocar estos temas siempre y cuando se hable desde el lenguaje del alumno y en función de su etapa del desarrollo. Somos seres sexuales y como tal empezamos a crecer desde la infancia o a desarrollar de la infancia nuestra sexualidad”. Y precisamente por eso es clave que esta tarea se haga en el colegio, a cargo de profesionales capacitados. Porque muchas veces los padres no están preparados para abordar estos temas y prefieren obviarlos. “Los papás no tienen herramientas para hablar de sexualidad con sus hijos, no saben cómo hablarles. A mi hijo lo educo yo pero en realidad no lo educan o solo educan desde su propia experiencia”, comenta Juan Cristobal.

Pero otro de los puntos más controversiales de esta ley está en una palabra clave. Y es que la ley Don’t Say Gay de forma casi literal hace honor a su apodo. Porque prohibe la enseñanza pero también la discusión dentro de la sala de clases de temas relacionados con la comunidad LGBT, la orientación sexual de los alumnos, su identidad de género y también la de sus familias. Es decir, nadie puede hablar si quiera de experiencias o situaciones personales si no se conforman a la heteronorma. “Vivimos en un mundo heternormativo, lo que significa que lo heterosexual es lo obligatorio, lo normal y lo correcto. Todo lo que escape de eso es considerado anormal”.

Rossana Malchuk e Inés Espinosa, mamás de Max de 3 años y medio, son precisamente una de esas familias que escapan de la norma. Pero además quedarían fuera de toda mención en una sala de clases en Florida y Max no podría hablar de sus mamás con sus compañeros durante clases porque va a medio menor, uno de los niveles afectados por la prohibición. Sin embargo, la experiencia de esta familia en Chile ha sido completamente opuesta. “Cuando postulamos a nuestro colegio nos recibieron con los brazos abiertos”, comenta Rossana. “No hemos tenido ninguna conversación especial con otros apoderados avisándoles que somos una familia de 2 mamás porque sentimos que nuestra realidad no debería influir en la forma en que nos traten, en la forma en que Max se relaciona con sus compañeros”.

Rossana explica que la realidad que vive su hijo hoy es completamente distinta a la que vivieron Inés y ella. “En nuestra generación existían colegios y familias en los que la homosexualidad o se escondía o se caricaturizaba y estereotipaba para ridiculizar a quienes no eran heterosexuales”, comenta. “Hoy Max está expuesto a un discurso menos castigador, más basado en la evidencia, con menos culpas y más reflexiones”. Al igual que Juan Cristobal Concha, Rossana concuerda con que todavía falta “sobre todo que un sector de la población entienda que tener educación sexual no significa tener clases de kama sutra”.

Mientras prejuicios como el asumir que educar sobre sexualidad es hablar de sexo o que no existen formas —ni necesidad— de conversar de este tema con niños y niñas pequeños sigan existiendo, prohibiciones como la Ley Don’t Say Gay podrían replicarse. Y no poder hablar abiertamente durante esas primeras etapas de la vida, la infancia y la adolescencia sobre la sexualidad puede generar grandes impactos en la adultez. Juan Cristobal explica que en su experiencia clínica trabajando con personas LGBT muchos de sus pacientes entienden la homosexualidad a nivel cognitivo y se identifican como homosexuales pero les es muy difícil asumirlo a un nivel emocional. “Lo único que existía era el ser hetero”, explica. Al no poder abordar estos temas desde niños se produce una especie de bloqueo. “A nivel psicológico lo que genera es que muchas de estas personas tuvieron que vivir escondiendo quiénes son, tuvieron que reprimir ese aspecto de su identidad, su expresión de género”, comenta. “Si bien racionalmente saben qué es ser LGBT y que está bien, a nivel emocional no lo pueden sentir verdaderamente porque crecieron en una sociedad en la que no se hablaba de esto. Y lo que no se habla no existe”.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.