Las imágenes manipuladas de Rosalía: ¿Por qué debemos hablar de consentimiento digital?

violencia digital
La importancia de educar sobre el consentimiento digital tras el caso de la cantante Rosalía.



Rosalía denunció la semana pasada una situación que parece estar volviéndose cada vez más común. La cantante española contó que, para promocionar su última canción, un reguetonero divulgó imágenes donde ella aparecía casi desnuda. Las fotos, que él tomó de la cuenta de Instagram de la artista, fueron alteradas y compartidas sin su permiso. No solo las modificó para que pareciera que ella estaba desnuda, sino que también insinuó que la propia Rosalía se las había mandado. Se viralizaron. Y la intérprete de Despechá no se quedó callada: “El cuerpo de una mujer no es propiedad pública ni una mercancía para una estrategia de marketing”, escribió en Twitter, agregando otra frase que podría ser importante tener a mano: “existe algo llamado consentimiento”.

Rosalía
Rosalía

Este episodio es un ejemplo de cómo la violencia digital, a través del uso de pornografía o imágenes falsificadas, es algo cada vez más difícil de evadir. Una problemática que afecta a quienes están en la esfera pública y privada por igual. Al igual que Rosalía, muchas otras mujeres aseguran haber pasado por lo mismo y el temor a que este tipo de violencia se expanda está fundado: existen varias herramientas al alcance de la mano con las que se puede generar este tipo de contenidos. Y el blanco, en general, son las mujeres, sean famosas o no. Según un estudio de la firma de ciberseguridad Sensity AI, el 96% de los videos falsos es pornografía no consentida y una gran mayoría de las víctimas son mujeres.

El avance de estas tecnologías ha provocado que distintos sectores feministas hagan hincapié en que difundir una imagen sexual sin consentimiento es violencia de género aún si la imagen es falsa. Y al igual como se intenta educar sobre el consentimiento sexual, urge también la necesidad de hablar sobre el consentimiento digital.

Valentina Muñoz, programadora y activista por los derechos digitales, asegura que debido al avance imparable de estas tecnologías es clave educar a los niños y jóvenes sobre este tema. “Ellos son la generación nativa digital. Tienen una predisposición para manipular estas tecnologías mejor que otras generaciones”, dice. “Es importante entender que el alfabetizar digitalmente a las comunidades en general va más allá de entregar herramientas sino también habilidades, el decir cómo nos comportamos de manera segura e inclusiva en el ciberespacio”, agrega.

Nace en la sociedad, se replica en lo virtual

Constanza Contreras, directora académica de X Academy, asegura que estamos frente a un tema complejo principalmente por la rapidez con la que se están desarrollando estas tecnologías. “Los seres humanos no avanzamos a ese ritmo, lo que nos detiene principalmente es la educación”, dice. Además, explica, los procesos para legislar y proteger a las personas de estos riesgos y ataques son procesos lentos y además, plagados de dificultades. “Es algo completamente nuevo, vamos aprendiendo a medida que van ocurriendo estas controversias”, dice.

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Para la experta, una solución es hablar los temas en el colegio, enseñarles a los niños y niñas el uso y mal uso de las tecnologías más allá de los riesgos. “Creo que se deben ir agregando aún más temas. Como estos del mal uso y aprender que no puedes usar esta tecnología para suplantar la identidad de otra personas o hacer bullying”, dice. Llama a concientizar sobre que los límites virtuales son tan importantes como los presenciales.

Es importante recordar que hay un sesgo de género naturalizado en los datos que se utilizan para crear estas tecnologías, explica Contreras, porque es una problemática que perdura en la sociedad y que en el espacio virtual se replica. “A medida que la información y la sociedad tengan sesgos de género, la tecnología lo va a replicar”, sentencia.

¿Cómo hacerlo?

Jennifer Conejero, psicóloga infanto-juvenil, asegura que el ejemplo debe venir de los adultos y el comportamiento que ellos tengan en redes sociales. No llenarlas, por ejemplo, de fotos de los niños en traje de baño, con información relevante como el nombre de los colegios o con imágenes en desde donde se puedan extraer sus caras fácilmente. “La mayoría de los adultos desconoce los riesgos a los que expone a sus hijos, entonces la primera concientización parte con los padres”, dice.

También es importante hablar sobre los peligros de Internet en general pero no de una manera forzada, dice la psicóloga. “Hacerlo a través de historias cotidianas, en la conversación del día a día. Pero para eso los padres deben estar informados sobre el tema y tomarle el peso”, aclara.

“En este mismo espacio, hablar de que el consentimiento debe ser explícito: yo no puedo utilizar las fotos de un amiga o amigo que encontré en Internet, hay que leer las cláusulas de las redes sociales y otras plataformas y no puedo publicar fotos de quien no autorice”, agrega.

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