No le tengo miedo al sida

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El aumento de un 125% del VIH en los jóvenes entre 14 y 29 años puso en alerta a la sociedad médica de nuestro país y a Chile entre los países con un aumento explosivo del virus. Los expertos ya casi suplican que la población se realice anualmente el examen para detectarlo y que los jóvenes entiendan, de una vez, que el condón jamás se puede olvidar. "Es preocupante: la infección por VIH no es solo un problema biomédico, es también un indicador del comportamiento de la sociedad", dicen los doctores.




Paula 1213. Sábado 19 de noviembre de 2016.

Había tomado la última hora de la jornada en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile. Subió por un ascensor de espejos, donde podía mirarse, pero no lo hizo, no quería que nadie lo viera, ni siquiera él mismo. Junto a su tía, porque no se atrevió a decirles a sus padres, llegó hasta el quinto piso. Al fondo, en la última oficina, lo esperaba el doctor Alejandro Afani. No quería toparse con nadie, no podía aceptar que alguien supiera que tenía una hora con un especialista en VIH. Con apenas 18 años, Gonzalo, quien llevaba pololeando con Javiera varios meses, se había enterado hace poco –al ofrecerse como donante de sangre– que era portador del virus del sida.

"Si no hubiera dado sangre jamás lo habría sabido, pero era tarde, su polola ya estaba infectada", lamenta el doctor Afani, inmunólogo y director del Centro de VIH del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, quien cuenta, en la misma oficina que recibió a Gonzalo, la historia de este joven que hasta el día de hoy jamás se lo ha contado a sus padres.

Gonzalo no lo podía creer. Solo había terminado con Javiera por un tiempo y, en ese periodo, había tenido una relación con otra joven. Al volver con "Javi" la cifra de infectados de nuestro país ya tenía dos nuevos adolescentes en la lista: Gonzalo y Javiera adquirieron el VIH. "La respuesta que me dan los jóvenes al consultarles por qué no usan condón es siempre la misma: es como comerse un dulce con papel, es aburrido", se molesta el doctor Afani, porque –dice– como sociedad no hemos sabido traspasarle a este grupo etario los peligros que encierra el no uso de preservativos.

Al otro lado de la ciudad, en otra consulta también al fondo de un pasillo, en el Hospital Barros Luco Trudeau, el doctor Carlos Beltrán, infectólogo y presidente de la Corporación Sida Chile, recibe a diario a jóvenes menores de 24 años que, a pesar de saber de la existencia del VIH, se han contagiado por decidir tener relaciones sin condón.

"En el último quinquenio el número de casos nuevos de VIH en jóvenes entre 15 y 24 años ha aumentado en un 125%, o sea, a más del doble. Eso sitúa a Chile entre los países, no solo en la región, sino a nivel mundial, que muestran un crecimiento explosivo del virus a edades jóvenes y eso evidentemente es tremendamente preocupante porque la infección por VIH no es solo un problema biomédico, es también un indicador del comportamiento de la sociedad", dice.

Cuando los jóvenes llegan a su consulta deben contestar tres preguntas: la primera es si tienen parejas esporádicas y casuales. "La respuesta es siempre sí. Hoy el sexo es parte del carrete. Si no enganchan con alguno(a) en el segundo baile para poder tener relaciones lo hacen con el amigo y, al día siguiente, si te he visto, no me acuerdo", relata el especialista, quien asegura que, de acuerdo a su experiencia, el sexo dejó de estar vinculado con la afectividad.

La segunda pregunta es si el contagio es sexual o endovenoso. La mayoría es a través del sexo. Hoy prácticamente nadie debería contraer el virus a través de la sangre. Y la última consulta es si el contagio fue en el extranjero, porque el virus puede tener otras características.

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La mayoría de los contagios es a través del sexo. Hoy prácticamente nadie debería contraer el virus a través de la sangre.

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LA RULETA RUSA DEL VIH

Desde el año 1996, con la aparición de la triterapia (trío de medicamentos que controlan el VIH), cambió la historia. La enfermedad se volvió solo crónica y no mortal y los jóvenes dejaron de tenerle miedo. "Yo llegué a tener dos pacientes que, al diagnosticarlos, no lo soportaron (uno de ellos casado) y se suicidaron. Los jóvenes no vivieron ese negro periodo y no sé si calificarlo como bueno o malo", reflexiona Afani.

En Arica, algunos jóvenes homosexuales, ciudad donde se concentra el mayor número de personas que viven con VIH (60%), no solo le han perdido el temor a la enfermedad, sino que incluso la buscan como una forma de vivir la adrenalina.

Javier, con 17 años, se hizo miembro de Gaychat.cl, un sitio donde personas homosexuales (nunca se sabe la edad) pueden conversar, contactarse e incluso definir encuentros casuales para tener sexo. Fue aquí donde conoció lo que llaman la ruleta rusa del VIH. "Es un grupo de jóvenes que deciden juntarse en una casa y solo uno de ellos está notificado como portador del virus. Todos tienen esta información, pero no saben quién de ellos tiene VIH. Ese día todos tienen relaciones con todos", relata Scarleth Fernández, activista Trans del Centro por el Desarrollo Integral de la Salud y la Educación Sexual (CDICES) de Arica, quien conoció a Javier cuando ya había practicado varias veces la ruleta. "No tienen miedo. La carga valórica que tiene el VIH hoy es muy distinta. Basta que en el chat pongas BareBack (sin condón) y serás requerido por muchos más cabros", cuenta la dirigente, quien prácticamente puede dar clases de los distintos tipos de roles y prácticas sexuales que han adquirido hoy las nuevas generaciones.

Scarleth comenta que los adolescentes hablan, además, de reducción de daños. Formas que, según ellos, les permite tener una menor probabilidad de adquirir la enfermedad. "Hay que lograr una penetración con mayor lubricación, una alta dilatación y tratar de eyacular fuera".

"Esas ideas son una barbaridad", exclama el doctor Afani. "Nada de eso impide que se adquiera el virus". La desinformación en el tema del VIH cruza a toda la población chilena, pero para quienes deben atender a diario a los jóvenes que viven con el virus, lo que más les llama la atención –además del vacío de conocimiento– es el cambio de mentalidad. "Hoy los jóvenes solo piensan en el goce personal, no se hacen cargo de nada y el sexo se ha vuelto algo experimental. Da lo mismo si la relación es hombre con hombre (HSH) –lo que no significa que sea homosexual– o incluso hombre con trans (HST). Solo desean tener placer, no importa quién te lo dé", reflexiona el doctor Beltrán.

En Chile se estima que existen 52 mil contagiados con VIH, el problema es que cerca del 50% no sabe que tiene el virus (25 mil personas) y circulan por el país inconscientes de que pueden estar ayudando a que la cifra siga en aumento.

"Solamente con saber que tiene la infección disminuye la transmisión. Por otro lado, al ser diagnosticadas, pueden empezar su tratamiento, lo que también tiene un beneficio en la propia persona. Mientras antes se empiece el tratamiento va a tener mejor sobrevida y va a hacer su vida normal", dice el doctor Afani.

"La ruleta rusa del VIH son grupos de jóvenes que deciden juntarse en una casa y solo uno de ellos está notificado como portador del virus. Todos tienen esta información, pero no saben quién de ellos tiene VIH".

PAREJAS ABIERTAS

Para el mundo médico la falta de diagnóstico del VIH es tanto o más relevante que el utilizar preservativo. Hoy en el mundo heterosexual, según cifras del Injuv, el uso del condón en los jóvenes ha aumentado un 35%, pero aún no es suficiente. "Es que sin gorrito no hay fiesta", le contestó una jovencita a su ginecóloga, la doctora Pamela Oyarzún, jefa de la Unidad de Adolescencia de Clínica Alemana. "Me sentí aliviada al escucharla. Ojalá todos pensaran lo mismo. Están más conscientes, pero igual no lo usan tanto", recalca la profesional.

En general los jóvenes de clase más acomodada tienen mayor información, son instruidos por los padres, especialmente para prevenir el embarazo, pero poco les hablan del VIH, o enfermedades como el virus del papiloma o la hepatitis B y C. Su mayor preocupación sigue siendo que las niñas no tengan una guagua.

La doctora Oyarzún atiende a jovencitas que van por primera vez con su madre, cuyo objetivo es lograr que la especialista les explique a sus hijas lo que ellas no pudieron, e incluso que les digan que no tengan relaciones sexuales. "Tenemos una deuda con nuestros jóvenes en el tema de la sexualidad. No les hablamos de empoderamiento, ni de placer, de la no violencia. Ellos están aprendiendo de la web y de la vida", dice.

En la consulta a solas también ha escuchado a adolescentes más avanzadas en temas sexuales. "Una niñita me dijo: 'yo tengo mi pololo y estoy enamorada de él, pero a mí me encanta tener sexo con otros hombres. Me gusta experimentar'. Y ambos se dan 'permiso' para tener relaciones con otros jóvenes", cuenta un poco asombrada esta ginecóloga que reconoce que, al menos, este tipo de niñas sí se cuida y usa condón.

El problema se da en quienes no tienen control de su cuerpo. El alcohol y las drogas son malos compañeros en una noche de carrete para los jóvenes entre 15 y 24 años, especialmente en las mujeres. "Doctor, no me acuerdo lo que hice, no sé lo que hice anoche", relata el doctor Afani, quien ha recibido pacientes que han adquirido el VIH después de una jornada donde borraron su mente y desataron su cuerpo.

"Por mucho que se diga que la tasa de uso de preservativo ha crecido, el aumento de la epidemia en este grupo etario demuestra que como política pública no ha dado resultado", recalca el doctor Beltrán.

Pero la falta de conciencia no solo afecta a quien se enferma, el VIH está en el grupo de enfermedades que son financiadas por el Estado.

Ocupa el 25% del presupuesto del GES (Garantías Explícitas en Salud).

–Yo me debería enojar contigo porque no te cuidaste, le reprocho a uno de los entrevistados que vive con VIH desde los 19 años.

–¿Por qué? –nos pregunta con cara de asombro.

–Porque con mis impuestos financio tus remedios. Y al menos esta enfermedad se puede evitar si se cuidan.

Se queda pensando un minuto.

–Es verdad, pero también es cierto que las políticas públicas no llegan a los jóvenes y desde chicos nadie nos enseña.

El alcohol y las drogas son malos compañeros en una noche de carrete para los jóvenes entre 15 y 24 años, especialmente en las mujeres. "No me acuerdo lo que hice, no sé lo que hice anoche", le han dicho al doctor Afani pacientes que han adquirido el VIH después de una jornada donde borraron su mente y desataron su cuerpo.

LAS NUEVAS APLICACIONES

Un joven que no quiso dar su nombre cuenta la facilidad que existe hoy para obtener sexo gracias a la tecnología. "Yo ahora estoy en la rotonda Tomás Moro, te corto, abro mi aplicación y en menos de 15 minutos estoy teniendo sexo", relata con la misma normalidad de otros jóvenes que cuentan que gracias a Grindr (para los hombres) y Brenda (para las mujeres) tener relaciones en los baños de los centros comerciales se ha vuelto algo normal. Hoy el celular permite saber la localización exacta (GPS), con foto incluida y requerimientos específicos, de la persona que quiere tener relaciones.

"Se corrió la barrera de lo posible. La ritualidad del cortejo prácticamente no existe, sobre todo en un mundo sexual donde solo participan hombres", concluye este joven estudiante de la Universidad de Chile.

Scarleth va más allá, incluso analizando el polémico libro de sexo editado por la Municipalidad de Santiago, el cual califica como un documento que permite plantear las dudas de muchos jóvenes, pero que es apenas un pincelazo a lo que realmente sucede en la actualidad. "Ya a los 16 años viven libremente el sexo. Abren su mente y son capaces de tener relaciones con personas de cualquier orientación sexual. No importa el género, ya no existe sexualidad rígida. El problema es que no se cuidan y la adherencia al condón depende mucho del nivel socio-económico".

Tener sexo suele ser el fin. Incluso algunos están comprando remedios para el VIH cuando aún no tienen la enfermedad como forma de prevenir, es lo que se denomina PrEP: una combinación de dos medicamentos, el tenofovir y la emtricitabina, que se venden en las farmacias y que, si se toman a diario, podrían prevenir adquirir la enfermedad. Es como la pastilla del día después, pero antes.

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El doctor Afani, inmunólogo y director del Centro de VIH del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, dice: "La respuesta que me dan los jóvenes al consultarles por qué no usan condón es siempre la misma: es como comerse un dulce con papel, es aburrido".

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"No hacerse el examen logra que la tasa de transmisión se mantenga alta y que tengamos un aumento alarmante en el número de nuevos casos entre adolescentes", resume el infectólogo y presidente de la Corporación Sida Chile, doctor Carlos Beltrán.

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90-90-90

Según Onusida en 2015 en América Latina 35 mil jóvenes entre 15 y 24 años se infectaron de VIH, 210 mil viven con el virus y el 23,3% se da en hombres que tienen sexo con hombres.

La estrategia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamada 90-90-90 pretende lograr que el 90 por ciento de la población total que está infectada esté diagnosticada, que el 90 por ciento de los diagnosticados estén en tratamiento y que el 90 por ciento de quienes están en tratamiento presenten el virus en niveles indetectables.

En Chile estamos muy lejos de lograr esas cifras y el gran responsable, según los especialistas, es la falta de políticas públicas que ayuden a que, especialmente, los jóvenes se realicen el Test de Elisa para detectar la enfermedad.

"El problema de falta de diagnóstico explica la tasa de mortalidad muy por sobre las metas planteadas por la autoridad. Casi el 40% de las personas que se diagnostican de VIH en Chile lo hacen en un estado de enfermedad avanzada. También no hacerse el examen logra que la tasa de transmisión se mantenga alta y que tengamos un aumento alarmante en el número de nuevos casos entre adolescentes", resume el doctor Beltrán.

Gonzalo salió de la consulta del doctor Afani con una tarea que no podía eludir: contarle a Javiera y la joven con quien tuvo relaciones en los meses previos que era portador del virus del sida. Comenzaron las culpas, las peleas y las penas mutuas. Pero estar en conocimiento de la enfermedad permitiría que ese 125% que golpeó al mundo juvenil logre en el próximo quinquenio disminuir y cumplir con la meta de la OMS para el 2030: poner fin a la epidemia del sida.

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