Todas y todos hemos vivido la frustración que significa dar consuelo a una persona que ha perdido a un ser querido; en general no sabemos muy bien qué decir ni cómo estar a la altura de ese dolor. Según la psicóloga experta en duelo Magdalena López Robles, solemos caer en frases comunes que pueden generar aún más malestar. “Es normal que el entorno de la familia en duelo crea que debe dar frases de consuelo que distraigan o alivien el dolor en el otro, pero la verdad es que toda frase que apunte a desautorizar, devaluar o generalizar los duelos, serán dolencias más que condolencias, es decir, harán más daño”. Cuando una persona comienza a vivir un duelo, solo necesita entender que sus emociones son válidas, que está bien sentir pena, rabia o impacto. “Mientras más expresen su emocionalidad, más pronto podrán resignificar la relación con el fallecido”, dice Magdalena.
Aquí, una guía confeccionada por esta psicóloga líder del programa Contigo en el recuerdo, que tiene como propósito acompañar a quienes viven la pérdida de un ser querido.
- “Si lloras, no lo dejas partir/descansar” o “A el/ella no le gustaría verte así”. Para Magdalena, este comentario transmite la idea de que nuestra conducta interfiere en el estado del fallecido, generando mucha confusión; “en especial en los niños, quienes no lograrán distinguir qué es la muerte con este mensaje, ya que les hace pensar que el ser querido a pesar de su muerte, siente. Los dolientes lo que menos quieren es hacer sufrir al fallecido, por lo que sienten culpa y confusión respecto a cómo deben expresar sus emociones sin dañar a quien más echan de menos”.
- “La gente buena muere joven”. ¿Quiere decir que quienes estamos vivos no somos buenos? Se pregunta Magdalena. “Es una frase de consuelo que agravia a quienes están viviendo el duelo”.
- “Dios elige a las flores más bellas”. Le da una visión superficial de egoísmo y crueldad a una figura que es superior. ¿Cómo Dios podría querer llevarse a mi ser querido a costa de mi sufrimiento? Las personas creyentes tienen una imagen de benevolencia y cuidado, por lo que esta frase atenta contra todo principio.
- “Ahora tienes un angelito/cuidador en el cielo”. “Los dolientes pueden llegar a entender o consolarse con esta frase como parte de la conformidad cuando se ha avanzado en la resignificación del vínculo, pero es una frase muy desafortunada en un comienzo”, dice Magdalena. “Porque al angelito (o cuidador) no lo veo, no lo abrazo, no lo cuido. Finalmente, el impacto que genera la pérdida se debe a que no quiero cambios en mi vida, sensación que se presenta especialmente en un comienzo del duelo.”
- “Eres joven, puedes tener más hijos”. Nunca se reemplaza un vínculo con otro, regla fundamental. “Los hijos no son desechables, cada uno es especial y aunque en el futuro puedan llegar otros, eso no afecta en nada el dolor que se pueda sentir al principio. Esta frase solo desautoriza la posibilidad de sentir”, explica Magdalena.
- “Ya estaba viejito/a”. ¡No importa la edad del fallecido ni la edad del doliente! “Hay vínculos que son importantes durante toda nuestra vida, y el cambio de esta relación siempre va a generar una afectación significativa”, dice Magdalena
- “Todo pasa por algo”. Aunque esta frase en algunos momentos genere consuelo, piensa Magdalena, frente a una muerte inesperada genera mucha confusión. “Hace que el doliente intente buscar a toda costa el por qué de tal experiencia, aumentando los niveles de ansiedad.”
- “El tiempo lo cura todo”. “Esta frase menosprecia la experiencia de sufrimiento, como si solo bastara que pasen los días para que uno olvide. El duelo es lo contrario, se debe recordar para resignificar, hay un trabajo activo. No es el tiempo lo que cura todo, sino lo que uno hace con ese tiempo”, dice Magdalena.
- “Eres fuerte y saldrás de esto”. Según la experiencia de Magdalena, las personas tienden a asociar la fortaleza con la ausencia y/o control de las emociones, por lo que “con este mensaje los dolientes sienten que existen altas expectativas sobre él/ella respecto a cómo viven su dolor, y en ocasiones pueden percibir que deberían mostrarse como si nada hubiese cambiado en la vida”.
- “Ahora eres el hombre/mujer de la casa”. Este mandato, realizado especialmente a los adolescentes, los obliga a asumir responsabilidades que no les corresponde, provocando que se salten etapas del ciclo vital, y en ocasiones interfiriendo con el duelo. “Los adultos deben intentar suplir algún rol y hacerse cargo, no es la responsabilidad de un adolescente y menos de un niño”, explica Magdalena.
Entonces, ¿Cómo lo hacemos?
“El aporte que podemos entregar a un doliente es la escucha activa, la validación emocional, el respeto por los tiempos del otro, entendiendo que cada vivencia es subjetiva y no se puede comparar con ninguna otra”, dice Magdalena. “Hay veces que las palabras sobran, un abrazo sincero puede decir más que mil palabras. Todo lo que sirva para mostrar el cariño y respeto por el proceso de otro como algo único e incomparable, será algo favorable, así como también las invitaciones a seguir recordando y manteniendo presente a quien fallece”, agrega. Aquí, algunas sugerencias:
-Te tengo presente, estoy aquí para acompañarte en este proceso, si hay algo que pueda hacer por ti, házmelo saber.
-Me haría muy feliz que cuentes conmigo para recordarlo, estoy disponible cuando quieras hablar de el o ella.
-No puedo ponerme en tu lugar, pero quiero estar presente para apoyarte en lo que sea.
-¿Qué puedo hacer por ti hoy?