No se lo digas a: una madre/padre intentando contener una pataleta

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Quizás uno de los momentos más estresantes de criar en la primera infancia sea intentar contener una pataleta. Mantener la calma frente a los gritos, patadas, objetos que vuelan y llantos desproporcionados de un niño o niña, es un desafío no menor para cualquier madre o padre; un momento donde se pone a prueba nuestra capacidad de poner límites, con amor, mientras intentamos no colapsar emocionalmente. Si a esa tarea le sumamos las críticas, comentarios o miradas enjuiciadoras de quienes nos acompañan, la hazaña se vuelve imposible y probablemente la pataleta la terminemos haciendo nosotros. Con la psicóloga clínica infanto-juvenil @andreacardemil, experta en crianza, apego y desarrollo emocional, quien enseña a madres y padres a contener desde la calma las pataletas de sus hijos, elaboramos una lista de frases, comentarios y preguntas desafortunadas de quienes nos rodean, que solo causan más estrés e inseguridad en aquellos momentos. “Acompañar a un niño cuando está haciendo una pataleta no es fácil”, dice Andrea. “Primero porque exige mucha autorregulación por parte del cuidador y segundo porque existen muchas creencias erradas en torno a las pataletas que te hacen dudar si lo estás haciendo bien. Es por esto que cualquier frase o comentario de un otro que aumente tu estrés o te haga dudar de lo que estás haciendo, va a ser inadecuada”.

  • “Te está manipulando”: Lo primero que hay que entender, dice Andrea, es que los niños y niñas a la edad de las pataletas – que comienzan aproximadamente a los 18 meses- no tienen la madurez cognitiva para manipular; hacen pataletas cuando sienten una frustración intensa que no logran regular y que por su inmadurez cerebral necesitan descargar a través del llanto y su cuerpo. “Esta frustración es una respuesta automática, no es premeditada”, agrega Andrea.  “Cuando le decimos al cuidador que el niño o niña “lo está manipulando”, además de aumentar su estrés e inseguridad, alimentamos la posibilidad de que le atribuya una intencionalidad negativa a la pataleta del niño. Cuando ocurre esto, el cerebro del cuidador se pone a la defensiva y en vez de acompañar al niño o niña con calma, se defiende de él”. Es decir: no lo hacen apropósito para manipular; es la única que encuentran para expresar aquello que sienten; la tarea del adulto es enseñar, con calma, a regular esa emoción.
  • “Hace lo que quiere contigo”: Una frase que, para Andrea, no aporta en nada y solo genera inseguridad y estrés al momento. Además, expresa una idea equivocada de lo que significa contener a un otro. “Muchas personas siguen creyendo que contener es dar en el gusto o reforzar el mal comportamiento, pero hay que comprender que acompañar una pataleta no implica ceder en el límite. Los cuidadores, con esta frase, al dudar si acompañar la pataleta es ser permisivo, dejan de hacerlo y compensan poniéndose duros y autoritarios”.
  • “Lo consientes demasiado”: Al igual que la frase anterior, esta también genera inseguridad en madres y padres,  porque los hace sentir culpables de la pataleta. “Instala la creencia de que el niño o niña hace pataletas porque ellos no han sido lo suficientemente duros en su crianza. Esta creencia no solo perjudica el manejo de la pataleta, sino la puesta de límites”.
  • “Dile que sí nomás,  qué te importa”. Es un tipo de comentario que pone en duda el límite que está intentando establecer la madre o el padre, porque ejemplo cuando la pataleta es por querer un helado antes de comer.  “No es fácil para el niño aceptar un no, tampoco para el cuidador mantenerse firme y acompañar la pataleta. Entonces cuando te dicen “dile que sí, qué importa” te hacen dudar si está bien o no ser firme, y hacen que para el niño sea más difícil aceptar el ‘no’ como respuesta”.
  • “Si te hace escándalo ahora, qué te queda para la adolescencia”: Es un comentario que, para Andrea, alimenta el temor en madres y padres de estar haciéndolo todo mal; “la creencia errada de que en una conducta te estás jugando la vida y de que si no controlas a tu hijo ahora será un adolescente rebelde, lleva a los cuidadores a tratar de retomar el control poniéndose autoritarios o empleando malas prácticas como gritos y amenazas”.
  • “Yo le hubiese dado una buena palmada”. Lo primero es lo primero: cualquier frase, comentario o consejo que avale la violencia física como un método de crianza está fuera de lugar.  Entendiendo esto, Andrea agrega que  “Esta frase o cualquier otra que haga referencia a lo que otra persona hubiese hecho, puede llevar al cuidador a hacer lo que se le está sugiriendo. A su vez, insita al cuidador a defender su postura, lo que le genera una nueva situación de estrés; ahora además de acompañar una pataleta tiene que hacerle ver al otro que está equivocado.”, dice Andrea.
  • “Mi hijo no me hacía esas pataletas”: Cualquier frase que te lleve a comparar a tu hijo con otro, genera estrés e inseguridad, dice Andrea. “No solo te hacen pensar que lo estás haciendo mal, sino que te hacen creer que tu hijo está mal o le pasa algo por estar haciendo cosas que otros niños no hacen”.
  • ¿Y cuándo va a dejar de llorar?: El tiempo que un niño se demora en hacer una pataleta es el tiempo que necesita para descargar su malestar, explica Andrea. Es decir, cada niño o niña se tomará el tiempo que necesite. “Cuando tratamos de acelerar el proceso o de controlar algo que no dependen de nosotros, en vez de promover calma y seguridad, aumentamos el estrés. Por lo que frases como estas también son desafortunadas”.

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