Normalicemos el hablar de los ex (con las parejas actuales)

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“Está bien hablar de tus ex con una pareja. Está mal que te hagan sentir que es algo malo o se molesten. Estar con alguien no significa borrar el pasado. Lo mejor es compartir esas historias y aprendizajes. Es parte de lo que eres y del amor que te gustaría construir”. Este es un tweet que publicó hace unos días María Francisca Valenzuela, fundadora de la ONG Observatorio Contra el Acoso. Con este texto pretende generar una reflexión respecto de la idea de que hablar de quienes amaste, quisiste o con quienes saliste, es algo malo. “Es nuestra historia y es vida también. ¿Por qué deberíamos censurarla cuando otra persona ocupa nuestro corazón? Creo que hacerlo solo refuerza la idea de la propiedad y posesividad”, explica. Y agrega: “Que ames a alguien ahora no significa que no pudiste haber amado antes, es más, aprendiste de eso. Y es hermoso poder compartir eso en compañerismo. Tenemos que hacer el ejercicio de dejar de pensar en las y los ex como algo incómodo; son historia y de eso estamos hechas”.

Un aprendizaje que para muchas no es sencillo, como le ocurrió a Alejandra (37). “Cuando conocí a mi ex marido –con quien tenía nueve años de diferencia, él mayor que ella– recuerdo que una de las primeras cosas que me preguntó fue cuántos pololos había tenido. No fue en la primera cita, por supuesto, pero sí recuerdo que desde el principio le interesó mucho saber de mi historia amorosa y particularmente de mi historial sexual. Yo tenía 22 años cuando nos conocimos, entonces de cierta manera me hizo sentir la presión de ser una mujer joven, con poca experiencia”, cuenta. Recuerda también que en algunas conversaciones, su ex le insinuó que no le gustaría estar con una mujer que tuviera un pasado muy “promiscuo”. “Él era mayor que yo, de hecho estaba separado, por lo tanto había tenido muchas más parejas que yo, pero en nuestra relación eso no importaba, solo importaba lo que yo había hecho antes. Y en algún momento fue tal la presión, que empecé a mentir. Cuando él me proponía hacer algo nuevo, especialmente en la cama, enseguida me preguntaba si antes lo había hecho con otro hombre y yo sin pensarlo decía que nunca. Pero como todas las mentiras, con el paso del tiempo se volvieron insostenibles, entonces a veces me volvía a preguntar algo y yo no recordaba qué había dicho y terminabamos peleando. Se enojaba tanto que me hacía sentir mal, casi que culpable de mi vida pasada”.

Una dinámica que ahora que logró terminar esa relación, califica como tóxica, pero que en ese momento estaba totalmente normalizada. “Me molestaba que él fuera tan insistente con el tema, me ponía incómoda cada vez que me preguntaba por mi pasado porque siempre estaba el miedo latente de que se enojara, pero a pesar de eso lo justificaba porque creía que era parte del amor, que él lo hacía porque me amaba tanto, que no soportaba la idea de que “su mujer” hubiese estado en las manos de otro hombre”, dice. Esto además implicó que Alejandra perdiera el contacto con sus antiguos pololos y su entorno, porque todo aquello le causaba celos a su pareja. “De cierta manera terminamos borrando una parte de mi existencia, una parte de mi vida y eso, inevitablemente, también borró algo de mi personalidad y de mi autoestima”, confiesa.

Y es que como explica la doctora en psicología, académica e investigadora, Carolina Aspillaga, prohibir hablar de los ex refuerza la idea de propiedad del otro u otra, cuestión que en una relación es muy dañina. “Las personas no nos pertenecen y tampoco sus historias pasadas, y cuando nos enojamos, sentimos celos o incluso cuando le prohibimos a la pareja hablar de sus ex, estamos cayendo en una conducta posesiva”, explica.

Según aclara no hay nada de malo en conversar de las relaciones pasadas con nuestras actuales parejas porque son parte de nuestra historia y nos han llevado a ser las personas que somos. “Nuestro historial de relaciones sexoafectivas ha impactado en nuestra forma actual de vincularnos y en ese sentido, convertir las relaciones pasadas en un tema tabú del cual no se puede hablar, es intentar borrar de manera ficticia una parte de nuestra historia y de la historia de las otras personas. Y es que no porque haya habido otra persona importante en el pasado, eso le quita importancia a la persona que amo actualmente. Es más, compartir esto en algunas ocasiones puede permitir generar más intimidad y reconocer a la otra persona como es actualmente”.

Carolina refuerza la idea de que este conocimiento se tiene que dar en un entorno de respeto. “Tampoco uno le puede exigir a la pareja que te cuente todos los aspectos de su historia que tal vez en este momento no quiere o no está listo para compartir. Es importante encontrar un equilibrio en el nivel de detalle que se quiere compartir sin que ninguno se sienta incómodo”. Finalmente apunta a ir derribando ciertos mitos que nos han hecho creer que debemos ser lo más importante en la vida del otro u otra. “La incomodidad de hablar de las antiguas relaciones está muy relacionada con el mito del amor de la vida, con esa creencia de que nos podemos enamorar solo una vez y de que, por lo tanto, todas las historias pasadas de nuestras parejas se convierten en eventuales amenazas. Pero los amores pasados no tienen por qué ser amenazantes a lo que uno siente actualmente. Cuando nos cuestionamos la idea de que existe solo un amor en la vida, también nos permitimos reconocer que pueden haber muchas relaciones valiosas importantes y que eso no le resta valor al vínculo actual”, concluye.

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