La primera temporada de Atypical –estrenada el 2017– fue una buena exploración sobre la fragilidad. Como espectadores, esta dramedia (algo así como un cruce entre drama y comedia) nos introdujo al mundo interior de Sam, un adolescente con autismo que estaba en busca del amor y el sexo. En ocho capítulos conocimos sus miedos, deseos, obsesiones y, sobre todo, vimos cómo sus padres, su hermana, su terapeuta y su mejor amigo intentaban acercarse a él. Vimos los avances y retrocesos que exponían las propias limitaciones de los personajes, mientras la historia avanzaba.
Ese tira y afloja entre comedia y drama, entre logro y fracaso, nos gustó porque era profundamente humano, lleno de errores y aprendizajes. Por eso, las expectativas para esta segunda temporada recién estrenada en Netflix eran altas. Lamentablemente, los primeros tres capítulos de esta nueva entrega son un desastre. El humor que su creadora Robia Rashid (How I met your mother, Will & Grace) solía manejar elegantemente, aquí aparece burdo. No todos los chistes son divertidos y Sam emerge como un personaje elusivo del que sabemos cada vez menos.
Sabemos sí que le siguen costando los cambios, que su nuevo terapeuta "tiene muchas cejas" y que "no quiere comer pizza tres días seguidos", pero no sabemos lo que le pasa internamente. Esto, hasta que en el cuarto capítulo estallan los conflictos. Y ahí nos acordamos de por qué nos gustó esta serie en la primera temporada. En la casa de los Gardner hay una gran pelea y escapando de ahí Sam llega a la consulta de su antigua terapeuta, donde en un buen monólogo elabora lo que cree que le está pasando y por primera vez accedemos a su interior.
Atypical falla cuando quiere ser una serie adolescente divertida sin profundizar en la humanidad de sus personajes, sus miedos y sobre todo, los lazos que los unen. Pero nos reconquista cuando explora sus fracturas. A medida que la segunda temporada avanza volvemos a reencontrarnos con la adorable e irritante Elsa (sí, es las dos cosas al mismo tiempo), madre de Sam, que en esta temporada es humillada, reducida e ignorada por su propia familia. Y aunque queremos verla sufrir, también esperamos su redención.
Atypical es una buena serie cuando aborda el aislamiento. Cuando vemos a los personajes solos, aproblemados, con dificultad para expresar lo que les pasa. Y es especialmente buena cuando los vemos salir de ese aislamiento explorando sus afectos a través de la comunicación. Es decir, Atypical es una buena serie cuando el autismo es una metáfora de lo que nos ocurre a todos cuando nos alejamos de los que nos quieren y sufrimos en silencio, pero somos capaces de sobreponernos expresando lo que nos pasa.