Hasta comienzo de marzo, cuando se hablaba de TikTok la gente se refería a una red social enfocada en la generación Z, donde los escolares y algunos universitarios publicaban videos o hacían bailes extraños. Pero dos meses después vemos a futbolistas, presentadores de televisión y un sinfín de adultos, que antes se limitaban a Facebook, Twitter e Instagram, haciendo los pasos de moda. Hasta Jane Fonda (82) publicó un video que rápidamente se hizo viral.
No es solo una impresión personal. Entre marzo y abril las evaluaciones de esta red social en la App Store de Apple aumentaron desde 492 millones a 577 millones, mientras que el medio británico The Guardian la catalogó como “la aplicación de la cuarentena”. El tema es que, a diferencia de otras redes sociales que cumplen con divulgar información o servir como un medio de comunicación entre personas, TikTok tiene como único fin entretener y mostrarse.
A través de esta red social conocemos departamentos completos de celebridades, pero también la vida privada de personas comunes y silvestres, quienes le cuentan a millones de usuarios (no solo a quienes los siguen, porque se visualizan de manera aleatoria), sobre sus embarazos accidentales, infidelidades, peleas con sus familiares y otras situaciones personales. Todo, idealmente, acompañado de un meneo de caderas y brazos.
No se trata de un caso aislado. La consultora internacional Kantar publicó a fines de abril un informe donde se podía ver cómo había aumentado el uso de las redes sociales entre el 14 y el 24 de marzo, mes en que se solidificó la occidentalización del Covid19. El estudio se hizo a más de 25 mil consumidores de 30 mercados distintos, y arrojó, por ejemplo, que tanto WhatsApp como Facebook e Instagram habían aumentado su uso en un 40% en el grupo de 18 a 34 años, principalmente.
Por otro lado, Facebook dio a conocer que en un mes la cantidad de mensajes a través de sus plataformas –Facebook Meessenger, Instagram y WhastApp combinados- había aumentado en un 50%. El tiempo de uso en las aplicaciones, en tanto, vio un aumento del 70%. Los videos en vivo de Facebook e Instagram, en tanto, duplicaron sus visitas en una semana.
“Las redes sociales de transformaron en una salida al mundo externo”, asegura la psicóloga clínica Pamela Larraín, y añade: “Necesitamos tener interacción social, por lo que publicamos para recibir likes o comentarios que nos permitan sentirnos en contacto con otros”. Según la especialista en salud mental, las publicaciones del mundo privado corresponden a una necesidad de sentirnos acompañados y de pertenecer a un grupo, “de estar conectados por medio de algo, a pesar de la distancia física”.
En un comienzo, los En vivo servían para personas que no podían prestar sus servicios de forma presencial -como entrenadores, maquilladores que impartieron clases y otros expertos que compartían sus conocimientos- y con el tiempo se convirtió en un espacio donde cualquier persona se instalaba a hablar sobre su vida por varios minutos, aunque solo la estén viendo 10 personas desconocidas. ¿Por qué?
Pareciera que cumplimos con el distanciamiento social y el aislamiento voluntario, pero da la impresión que nos aislamos en una casa de vidrio, donde de todas formas estamos mostrando todo lo que hacemos: lo que cocinamos, cómo trabajamos, lo que ejercitamos y lo que vemos en la tele. Es como si al no poder juntarnos con nuestros amigos y familiares, intentamos compartir lo que sea, aunque sea con completos extraños que están tan solos como nosotros.
“Las redes sociales nos aportan un sentido de pertenencia o de conexión con las personas”, explica la psicóloga Magíster en Terapia Gestalt, María Teresa Peña. “Al existir indicación de distanciamiento social, muchas personas han encontrado en las redes sociales un canal para transmitir aquello que les ha ido ocurriendo en este período, que ha sido tan especial y único”. La especialista asegura que en ese sentido, estas plataformas son una manera de hacer terapia de lo que nos ha pasado en estos meses y de lo que hemos estado haciendo.
“Este uso de las redes sociales responde a la necesidad de sentirnos validados y reconocidos por otros en una época donde podemos estar sintiendo mucho estrés y soledad”, agrega Pamela Larraín. “Además, creo que existe una necesidad por mostrar que lo estamos haciendo bien, que estamos sobreviviendo y que sí, podemos”.
Por otro lado, está la liberación de dopamina, un neurotransmisor que se libera cuando anticipa que se va a sentir bien por algún estímulo, como comer algo rico o recibir un Me gusta. Mientras más personas vean tu transmisión en vivo, sentirás un premio a nivel neuronal, lo que te hará necesitar cada vez más, porque lo que en un comienzo te provocaba placer con el tiempo no será suficiente.
Entonces si te das cuenta que compartiendo sobre el desorden de tus hijos tienes más Me gusta de lo habitual, es probable que quieras seguir haciéndolo. Luego, tal vez te motives a transmitir en vivo sobre tus lecciones de maternidad, y así. De menos a más. Y si no te frenas a tiempo -o si no te quieres frenar- es posible que termines bailando en TikTok con los niños al lado.