Cómo alargarle la vida a los chalecos (y evitar comprar de más)
Es quizás una de las prendas que menos permanece en nuestro clóset. Y es que por el material –y el abuso que le damos– no es raro que les aparezcan imperfecciones. Pero la dinámica de comprar, usar y botar debería prolongarse lo máximo posible si es que tomamos en cuenta que la industria textil es la segunda más contaminante de nuestro planeta. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), provoca el 10% de las emisiones de carbono en el mundo y el 20% de las aguas residuales. Además, se producen más de 150 billones de prendas nuevas y la mayoría termina en desecho.
Para cuidarlos y alargar su vida útil, la ingeniera y asesora de imagen Javiera Henríquez (@javihenriquezs) comparte algunos de sus datos. “Para empezar, siempre hay que leer y respetar las etiquetas de cuidado que trae cada prenda porque cada una tiene diferentes fibras y eso implicará distintas técnicas de cuidado. La lana, por ejemplo, es una fibra natural flexible y súper resistente, pero que a pesar de eso necesita ciertos cuidados específicos para conservar su suavidad y aspecto”, explica.
Uno de los problemas de este material son las pelotitas que se le forman. “En ese sentido, es importante distinguir entre las pelusas y las motas. Las primeras son de otra tela que se va quedando pegada, como las de la chaqueta que va encima, y son mucho más fáciles de sacar. Las motas, en cambio, son el gran enemigo”, asegura Javiera. Y es que estas se generan por el roce que tiene el chaleco con otras prendas y superficies, es el género que se va deteriorando. “Los chalecos que tienen más riesgo de crear motas son los que se mezclan la lana con alguna fibra sintética como acrílico o poliéster y, además, son más difíciles de sacar”.
La buena noticia es que existen algunas técnicas para deshacerse de estas. Henríquez cuenta que en el mercado hay productos especializados para esto que podrían ser menos invasivos, como el saca pelusas o rodillo, sin embargo, también se puede hacer con material que se encuentra en la casa. “La piedra pómez o la gillette son súper útiles siempre y cuando se usen cuidadosamente porque si no se pueden generar hoyos o nuevos motes. Para hacerlo, la prenda tiene que estar bien estirada y pasar cualquiera de los dos objetos en el mismo sentido de la fibra”. Y si no se cuenta con ninguno de esos materiales, se puede meter una esponja de cocina al microondas, para eliminar su humedad, y pasar la parte verde –que es la más áspera– por el chaleco siguiendo las mismas precauciones.
“Otro consejo es usar los chalecos con una prenda abajo porque así generamos una barrera entre la lana y la piel, evitando que absorba sudor o perfume. Esto ayuda ya que entre menos lavemos el chaleco, mejor”, cuenta la asesora de imagen. Y si hay que hacerlo, su recomendación es intentar lavar la penda a mano con agua fría, detergente suave y sin refregar las manchas ni estrujar porque eso provoca que aparezcan nuevos motes. “Para quitar el exceso de agua podemos ponerlo sobre una toalla y colgarlo de forma horizontal. Es decir, que repose sobre una superficie. Esto es importante ya que si lo colgamos vertical el peso del chaleco hará que se estire y agrande”.
Y, por último, para guardarlos, lo ideal es no colgarlos para evitar el roce con otros materiales, sino que doblarlos e instarlos en el clóset sin mucho peso arriba para que no pierdan su textura.
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