Cómo el cambio de planes me dio una oportunidad

Cambio de planes Paula



La pandemia cambió el rumbo de mis planes. El 26 de marzo partiríamos a una aventura familiar rumbo a España. Renuncié a mi trabajo en febrero, arrendé mi casa, vendí mis cosas, nos despedimos de la familia, los amigos, del colegio y supusimos que con siete maletas comenzaríamos un nuevo desafío, buscando con mi marido el cambio de vida que tanto anhelábamos. Pero aquí estamos, en Santiago de Chile, con las mismas 7 maletas, “varados” en la casa de mis papás, sin trabajo, sin cosas, sin juguetes, sin el viaje, sin colegio, sin planes.

Pero la pandemia también me regaló una oportunidad. Me acuerdo cuando llegaba a la casa después del trabajo a las 7 u 8 de la noche y mis niños se tiraban encima mío como si fuese un pedazo de chocolate. Tantos días corriendo de un lado para otro, haciendo malabarismos para cumplir con los turnos, llegar con el regalo para el cumpleaños o el material para la clase de arte. En eso me lo pasaba, corriendo, tratando de cumplir sus expectativas y las de un jefe que no entendía que yo era mamá de tres niños.

Quería estar con ellos, me lo repetía una y otra vez. Quiero verlos crecer, me decía. Quiero ser yo quien los eduque, la que los rete porque se pelearon o los felicite porque lograron una buena nota. Quiero ser yo quien los aconseje, darles las herramientas para el futuro, mostrarles el camino y que el día de mañana no me reclamen que no estuve ahí.

Me recriminaba a mí misma todo el tiempo y corría para llegar a comer con ellos. Y muchas veces ya estaban con el pijama puesto listos para dormir. Me cansaba, me costaba levantarme en las mañanas, pero lo hacía igual.

Y ahora aquí estoy, con ellos, reinventándome y tratando de hacer todo lo que pensaba hacer en España. Mirando el vaso medio lleno. Me siento plena ya que tengo todo lo que tanto quería. Ahora puedo verlos crecer, pelearse y reconciliarse, apoyarse entre ellos porque las cosas no resultaron, cocinarles las recetas que les gustan, conversar de lo que les pasa y contemplarlos sin ansiedad, sin apuro.

Y aunque a veces me da pena y rabia, agradezco este tiempo sin tiempo que la vida nos ha regalado.

Lili tiene 39 años y es periodista.

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