Ya son habituales las clases y talleres prenatales donde las personas que están embarazadas aprenden sobre técnicas de respiración, posiciones que favorecen el parto y sobre lo doloroso pero llevadero que puede ser todo el proceso. Lo que no se ha popularizado tanto –pese a que existen talleres- es la lactancia. Muchas primerizas creen, erradamente, que la lactancia es un proceso sencillo y fluido, y que basta con llevar al recién nacido al pecho para que se alimente de forma exitosa.
Es esta suposición, muchas veces tratada como una obviedad, la que termina convirtiendo a la lactancia en una cruz con la que deben cargar muchas mamás y que incluso las puede llevar a comprometer su salud mental y autoestima post parto. ¿Por qué una persona que dio a luz recientemente no podría ejercer una lactancia adecuada? ¿Por qué podría sentir que no le baja la leche?
“La mejor forma de prepararse para la lactancia es informándose y acudiendo a grupos de apoyo, pues hay evidencia científica que indica que cuando las mamás se informan y apoyan durante la gestación tienen más posibilidades de tener una lactancia exitosa que se mantenga en el tiempo”, asegura la enfermera clínica de la lactancia de Clínica Alemana, Daniela Sepúlveda.
Según Daniela, todas las personas que han dado a luz pueden tener una lactancia exitosa, pero para que esto se de bien y con menos complejidades, hay que cumplir con ciertos requisitos: “Se debe amamantar lo más precoz posible, ojalá antes de las dos primeras horas posparto y se debe establecer libre demanda durante el primer mes. Esto es entre 8 y 12 veces en 24 horas, para atener una producción adecuada a las necesidades del bebé”. El dormir junto a la guagua ayudaría, además, a conocerla y aprender a adaptarse a sus necesidades.
¿Y si la leche no baja? La especialista es enfática en decir que la bajada de leche es un proceso fisiológico que se da en todas las madres. “El concepto de bajada de leche va a depender de la información que maneja la mamá y su grupo de apoyo y entorno social. Muchas veces se piensa que se tienen que sentir las mamas duras o más grandes, y cuando esto no pasa, piensan que no les ha bajado la leche, pero no es así”, explica y asegura que es cuando la mamá se siente insegura sobre la lactancia que debe buscar contención, apoyo e información, antes de optar por lactancia mixta o de frentón abandonar la lactancia y empezar a dar solo fórmula.
Los peligros de la culpa
Pese a que existe confirmación científica sobre los beneficios de la lactancia materna versus la leche en tarro, hay madres que, por distintos motivos, simplemente, no pueden amamantar a sus hijos. Para la psicóloga perinatal y doula del centro SerMujer (www.centrosermujer.cl), Amparo Izquierdo, estas mamás están expuestas a un tremendo daño emocional si no cuentan con la contención adecuada.
Según Amparo, la maternidad y la lactancia son dos escenarios en los que las mujeres suelen sentir presión social. “Hay presión para la que decide no amamantar y también para la que amamanta durante tres años”, asegura. Y agrega: “Frente a este tema es muy importante que los profesionales que acompañamos a las madres podamos hacerlo desde un lugar de respeto, de forma cuidadosa y comprensiva, entregando una escucha activa donde facilitemos una ayuda real y no generemos mayor frustración”.
Un estudio realizado en 2016 con 600 mujeres que daban total o parcialmente fórmula a sus hijos, mostró que el 67% de ellas expresaban haber sentido culpa por dar mamadera. Un 76%, en tanto, sentía que tenía que defenderse o justificar esta decisión frente a sus pares y profesionales de la salud. “Muchas madres viven esta experiencia con un profundo malestar emocional y culpa, como si la lactancia las definiera como buenas o malas madres”, agrega Izquierdo.
“El sentimiento de culpa por no amamantar puede ser síntoma central o un desencadenante de una depresión posparto. Por esta razón es muy importante que si la madre siente sufrimiento emocional, ya sea relacionado a su lactancia u otra cosa, consulte con un especialista en salud mental. Todo se puede sanar y reparar emocionalmente, y mientras antes esa madre tenga un apoyo adecuado, más beneficioso será el proceso”, advierte Amparo.
El apego no está en riesgo
Uno de los principales temores de las mamás que no amamantan es que esto pueda afectar el apego que generan con sus hijos. Pero es importante que sepan que este no es el caso. “Es importante diferenciar el apego del vínculo”, dice la psicóloga perinatal Macarena Bertoni, y explica: “Se piensa en el apego como ese momento único que ocurre en el post parto o el momento en que se amamanta. Aunque son dos momentos relevantes, estos no equivalen al vínculo entre una madre y su hijo o hija”.
“No cabe duda que amamantar es un momento en que se ve facilitada la posibilidad de vincularnos con nuestro recién nacido, pero no son las únicas. Estamos construyendo una relación a largo plazo y existen otras maneras de vincularse, pero ellas dependen de lo que el medio en que estamos, tanto social como familiar o de servicio hospitalario ponga a nuestra disposición”, dice Macarena.
Amparo Izquierdo coincide y asegura que este es un mito que es importante derribar. “El apego es la relación afectiva que se establece con los cuidadores principales, es una relación duradera en el tiempo, estable y consistente, y no ocurre en un solo momento determinado. La lactancia promueve un apego sano y tiene muchísimos beneficios, pero que no se establezca no implica que no se genere un apego sano y seguro”.