¿Cómo puedo saber si mi hijo está deprimido y qué debería hacer?
No es novedad que el aislamiento puede afectar nuestra salud mental. La de adultos, adolescentes y niños. Sin embargo, son estos últimos los que –al no poder expresar de manera adecuada sus sentimientos– podrían pasar desapercibidos y no ser atendidos. Pero el encierro es igual de impactante para ellos.
En 2013, la Universidad de Kentucky publicó un análisis del impacto de las medidas de aislamiento como control de enfermedades, donde el 30% de los niños confinados y el 25% de sus padres cumplían los criterios para diagnosticar trastorno de estrés postraumático. Además, una reciente encuesta, procedente de la provincia de Hubei (China), destacó el aumento de síntomas depresivos y de ansiedad en una muestra de 2.330 escolares. Del total, 403 estudiantes mujeres (22,6%) y 337 hombres (18,9%) informaron cambios en su estado de ánimo, después de solo 34 días de confinamiento.
“En general, los niños más pequeños –pre escolares (2 a 5 años) y escolares (5 a 11 años)–, van a tener problemas en expresar verbalmente cómo se sienten. Antes de la adolescencia, las depresiones no son como las de los adultos. Es decir, en algunos casos, no representan pena, tristeza, decaimiento, insomnio, falta de ganas. Para los menores, el signo clave de un cuadro depresivo es la irritabilidad, una que provoca gradualmente cambios conductuales como más enojo, frustración y agresividad incluso con los papás”, explica Francisca Vergara, psiquiatra infanto adolescente, con magister en Psicología Clínica Infanto Juvenil.
Según la especialista, para que esta alteración anímica sea una sospecha de un cuadro depresivo es importante agregar otras características como cambios en el ciclo del sueño, alteración del apetito y conductas regresivas como volver a hacerse pipí o pasarse a la cama de sus cuidadores. Sin embargo, asegura que la pandemia puede provocar algunos cambios que no significan que algo grave este pasando, sino que son conductas propias de un periodo de adaptación. Lo importante es estar atento a la suma de los otros factores.
La psicóloga infanto juvenil, Elisa Covarrubias (@elisacovpsicologa), agrega que otros síntomas del estado anímico bajo, en niños que ya pueden expresarse, son dejar de sentir interés en las cosas que le atraían antes, autoestima baja y sentimientos de culpabilidad. “Es primordial ver cuánto tiempo duran estas actitudes y su intensidad, ya que si es muy alta, lo recomendable es consultar a un especialista. Los papás tienen que saber leer cómo está su hijo”, dice. Pero también es común que los niños, al igual que el resto, se sientan más desanimados. “Están lejos de sus compañeros, profesores, han tenido que dejar de hacer cosas, no pueden ver a sus abuelos, tienen miedo del virus. Por lo que es importante aceptar esa tristeza. Y para eso, los adultos deben dar el ejemplo, exteriorizando cómo se sienten, explicándoles que es una emoción normal y conversándolo en familia”.
Algunos consejos para ayudarlos
Francisca Vergara recomienda que, cuando se trata de niños menores, entre 3 y cinco años, sus cuidadores deben darles un tiempo de compañía exclusiva para ellos. “A los niños les sirve mucho más el hecho que las palabras. Por mucho que los padres les transmitan que no los están dejando de lado, hay que demostrárselos. Una buena idea es dedicarles una hora del día, por ejemplo, reservada para ellos y que en ese espacio los niños puedan jugar, observar, escuchar. Es dejar un momento para la descompresión emocional”, cuenta.
Elisa Covarrubias, por su parte, explica que hay que preocuparse de darles una visión más segura a la pandemia y no catastrófica. Por lo que hay que evitar que se expongan al bombardeo de noticias trágicas. Y es que está comprobado que la sobreexposición a estos contenidos tiene un impacto importante en la salud mental. De hecho, la encuesta Mental Health Problems and Social Media Exposure During COVID-19 Outbreak realizada a 4.872 participantes en China, advirtió sobre el peligro de la sobre información del virus a través de redes sociales, ya que aumentaba significativamente la prevalencia de depresión y ansiedad. “Hay que mostrarles un aspecto más positivo de esto, dentro de lo que se puede, porque cuando las personas están en un estado depresivo, tiene pensamientos negativos que tiñen la realidad”, agrega la psicóloga infanto juvenil.
Otra de sus recomendaciones, además de aceptar este estado anímico y no negando los sentimientos que produce, es naturalizar la muerte. “De esto, en general, se habla muy poco, y muchos niños pueden estar deprimidos porque se les murió alguien o por miedo a que esto pase. Hay que conversarlo, naturalizarlo, que digan cómo se sienten al respecto. Y explicarles que, pese a que sea algo normal, están haciendo todo lo posible para evitar que haya menos contagios”.
También, hay que buscar tiempos para sociabilizar y adaptarse a las nuevas maneras de hacerlo. Una buena idea para eso es que escriban cartas o hagan dibujos a sus familiares y amigos para luego mostrárselos a través de una videollamada.
Y por último, pero vital para mantenerse bien mentalmente, es tener las rutinas claras. “Si bien se puede flexibilizar porque estamos preocupados de sobrevivir y adaptarnos, es primordial cuidar ciertas cosas. Los niños deben dormir ocho horas por lo menos, controlar las comidas –que no pasen hambre, pero que también coman saludable– y hacer deporte, aunque sea una clase corta de baile por Youtube, ya que estas actividades afectan de manera directa el estado anímico. Y, además, estimular y potenciarlos en aquellas cosas que les gusta hacer”, concluye Elisa.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.