“Al principio de todo esto no tenía muchas ganas de hacer cosas, estaba sin ánimo. Con la cabeza en blanco, no sabía qué hacer ni tampoco por dónde empezar. Pero a medida que comenzó a pasar el tiempo, me puse a revisar mis archivos olvidados y trabajos personales a medio hacer.
Esto coincidió con que mi polola, que es música, iba a lanzar un single y le hice sus fotos promocionales. Agarramos vuelo y terminamos haciendo un video clip. Esto mismo me dio para pensar: ¿Es necesario tener un estudio de fotos e invertir en ello? Esta vez logramos hacer cosas muy lindas, y con cero recursos.
Como este encierro ha sido largo, he podido ir estableciendo una rutina más clara. Pero por otro lado, ya no me preocupa dejar de hacer cosas o hacer nada en un día. Las redes sociales continuamente se encargan de recordarte qué está bien y qué está mal hacer en esta cuarentena, pero ya me cansaron. Cada cual es libre de hacer lo que quiera, sin presiones y sin culpas.
Mis días casi siempre son iguales. Me despierto, tomamos desayuno, hacemos ejercicio día por medio y me pongo a dibujar. Hay días que quiero cocinar y otros que me da lata. En la noche normalmente vemos series y hacemos nuestros aperitivos improvisados, con largas conversaciones, música y cerveza. De vez en cuando hacemos reuniones con amigos por Zoom, que son muy útiles para la cabeza y el corazón.
Soy doblemente independiente, en mi trabajo cómo fotógrafa y en mi emprendimiento @polerapaint, donde dibujo artistas bacanes en paint. Si bien estuvo parado el primer mes de cuarentena, ahora he retomado el vuelo. Empecé a hacer cosas nuevas, tomé unos cursos online que me sirven para avanzar técnicamente y me puse a full con eso.
Esta nueva forma de vivir ha cambiado mucho como quiero enfrentar el futuro. Estando encerrada y lejos de mi gente me he cuestionado todos los días cómo va a cambiar mi vida cuando pase todo. Quiero ser más consciente y tener presente todo lo que no he necesitado en estos meses de encierro, y que es lo que realmente me importa. Al final, creo que la vida nos muestra cómo valorarla en su simpleza.
A mi familia, solo quiero abrazarla y pasar el día con ellos. Ir a ver a mis papás a la playa y poder conversar. Me da pena pensar cuánto tiempo más vamos a tener que estar lejos, sin poder vernos físicamente.
Extraño mucho poder abrazar a la gente que quiero, salir a la calle sin preocupaciones, ir a ver a la mamá de la Marti a Machalí y quedarnos conversando eternamente en la cocina. Extraño poder tocar las cosas, sentir texturas y formas de la ex vida cotidiana, sin tener que correr a lavarme las manos. Extraño ver a mi gente en vivo y no a través de una pantalla, extraño tener una vida sin encierro, sin rutina en cuatro paredes; extraño poder llegar a mi casa de la calle.
Pero también estoy agradecida de pasar este encierro en pareja, de poder apoyarnos la una con la otra. Estamos sanas y tenemos el privilegio de poder trabajar desde la casa.
De todas formas, siempre pienso que quiero que mis papás estén bien. Que a la gente que quiero no le pase nada, que a la gente que no tiene acceso a una mejor salud y atención no les pase nada. Pienso en las injusticias de la vida. Ya quiero que volvamos a marchar, a gritar por un país mejor. Y ahí es cuando me baja la ansiedad de pensar en todo eso junto o pensar que va a pasar mucho tiempo antes de poder volver a abrazarnos”.
Consuelo Ovalle (@consuelovalle) vive con su polola Martina Petric y su gatita Bali.