¿Qué carga y connotación simbólica tiene para las personas el concepto de encierro?
La carga de este concepto es particular y va a depender de la relación que tenga cada persona con los distintos espacios cotidianos. Para quienes realizan muchas actividades al aire libre el confinamiento puede ser considerado como una limitación extrema a sus libertades, pero para quienes siempre han trabajado desde su casa la medida la viven con menos ansiedad y sensación de encierro. Creo que es importante, más que pensar solo en que estamos encerrados, darle un sentido de cuidado de otros y de nosotros mismos al confinamiento y pensar que al cumplirlo estamos aportando a la sociedad a la que pertenecemos.
¿Qué emociones y sensaciones podemos llegar a sentir y a qué síntomas debemos poner atención?
Lo principal y más común es ansiedad, mayor irritabilidad, alteraciones del sueño, pesadillas, labilidad emocional (cambios rápidos en el estado de ánimo), y aumento en el consumo de comida y bebidas alcohólicas, entre otras. Es importante ser cuidadosos con nosotros mismos, validar estas emociones y comprender que es esperable dado el contexto. Se puede consultar a un especialista en caso de que estos síntomas se sostengan por un tiempo prolongado y generen dificultades en nuestras relaciones o en nuestras actividades diarias.
¿Qué dificultades en la convivencia con otros son esperables y a cuáles hay que poner atención?
Pueden surgir conflictos que no nos habíamos dado el tiempo de mirar y procesar debido a la intensidad de la vida diaria. Estar compartiendo un espacio reducido con otro sin poder evitar este contacto puede ser una buena una oportunidad para atender esas dificultades que estaban silenciadas. Es importante resignificar este encierro como un momento para detenerse a pensar en las relaciones familiares y de pareja, reflexionar sobre cómo participo en esa relación y cómo el otro influye en mi vida. Porque perfectamente podemos llegar a generar cambios positivos y adaptativos.
¿Qué puede hacer cada miembro del hogar para evitar los roces o resolver conflictos sin desbordarse?
Es importante que cada uno mantenga actividades de autocuidado, como por ejemplo tener horarios establecidos, no sobreexigirse con tantas tareas diarias, cuidar los espacios de descanso y esparcimiento. También ayuda el hecho de ser conscientes de que todos los miembros en la casa están tratando de llevar de la mejor forma que pueden esta situación y que sus maneras pueden ser distintas a las de uno. Es relevante dar espacio a la familia para verbalizar los sentimientos de cada uno. Lo importante es que esto no significa cargar al otro con nuestros problemas, sino más bien que exista un otro que nos escuche y valide porque no estamos solos. Se nos ha quitado el contacto físico, pero no la comunicación, sobre todo de las emociones.
¿Cómo podemos llevar nuestros deseos de vivir experiencias, de viajar o tomar unas vacaciones al presente que vivimos y a nuestro hogar?
Lo que estamos viviendo es similar a un proceso de duelo. No todos lo viven de la misma forma, pero sí implica aceptar, cada uno a su tiempo, que la realidad que conocíamos cambió para siempre. Puede generar dolor, angustia, incertidumbre, tristeza, rabia, desesperanza. Pero una vez que podamos ir integrando este nuevo escenario a nuestro diario vivir es probable que también nuestros deseos y sueños vayan aplazándose y modificándose. Ya no podré viajar, pero quizás puedo leer sobre ese lugar. Esto no significa que hay que abandonar nuestros deseos y sueños, sino más bien posponer, flexibilizar y dar cabida a nuevos sueños que se ajusten al contexto actual.
*Constanza Ernst es terapeuta de familias y parejas. Actualmente trabaja en el Centro 1006 en la Unidad de Terapia Familiar del Centro Médico de la red UC en San Joaquín y en el Instituto Chileno de Terapia Familiar.