Si se trata de menores de dos años, la respuesta es afirmativa. Así lo aseguraron los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) –agencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos– durante el mes de abril porque, al parecer, las mascarillas tienen un riesgo de asfixia.

“Cuando el uso de mascarillas se convirtió en una medida obligatoria en espacios públicos para combatir la propagación del coronavirus, uno de los dilemas que entraron en discusión fue el peligro de sofocación en menores, ya que por la conformación de su estructura facial y la posición en la que se encuentren, podrían ahogarse o re inhalar aire poco oxigenado”, explica el pediatra e infectólogo de Clínica Las Condes, Rodolfo Villena.

Para evitar su contagio –o que ellos mismos propaguen el virus– su recomendación es usar otro tipo de cobertor, como una manta o un plástico que cubra el coche, pero considerando siempre la ventilación. “El uso de mascarillas va dentro de un paquete de medidas, es decir, no es la única. Y dado que la enfermedad en menores de dos años tiene menos relevancia y aparentemente los niños transmiten menos, la importancia de que las ocupen, es menor. Pero esto no quiere decir que no deban protegerse y que quienes los carguen no respeten las otras medidas”, dice Rodolfo.

De acuerdo el especialista, los niños menores de dos años –al no ser capaces de distinguir qué les causa la asfixia– no pueden sacárselas con sus propios medios, a diferencia de quienes son mayores. “Si el niño tiene cinco años, no hay problema y su uso debería ser igual que el de un adulto. Si tiene menos de dos, no debería usarla. Sin embargo, con aquellos de tres y cuatro años, si están enfermos, hay que ser precavidos porque si se encuentran decaídos y respiran aire menos oxigenado, podrían no reaccionar a quitarse la mascarilla. Aunque el problema con ellos, en general, es que se la pongan”.

Para aquellos papás que están lidiando con el hecho de tener que convencer a sus hijos para que las usen, la psicóloga infanto juvenil Elisa Covarrubias (@elisacovpsicologa) recomienda, antes que todo, que los adultos partan con el ejemplo. “Es importante que nos vean usándola y que les demos una impresión positiva de esto. Hay que evitar alegar al frente de ellos sobre su incomodidad, olor y cualquier comentario que sea despectivo”, cuenta.

Elisa aconseja intentar elegir una mascarilla con la que el niño se pueda sentir identificado. Si es de género, armarlas juntos y hacerlo parte del proceso. Hacerle dibujos, elegir el material o color. Además, invita a usar la creatividad y otorgarle ciertas características, como que al usarla somos algún personaje o nos hacemos más fuertes. “El hecho de hacer que les pertenezca sirve porque ellos se pueden reconocerse en el objeto y, por ende, verán la mascarilla como un aliado y no desde el deber”, comenta. El pediatra Rodolfo Villena concuerda con esto. Según él, cuando sus pacientes se involucran en el proceso de sus prótesis y eligen aquellas que son más coloridas, el tema de la aceptación es mucho más llevadero.

Sobre cómo explicarles el por qué deben usarla, la psicóloga recomienda que se hablen las cosas tal como son. Que los niños sepan identificar el miedo, sentirlo y entiendan la responsabilidad de cuidarse a ellos mismos y a los demás. Siempre desde ciertos criterios lógicos y evitando la amenaza. “Un buen recurso es decirles que es como un poder mágico. Que al usarla, están salvando al mundo”.