Amanda tenía apenas 11 años cuando comenzó a sufrir bullying constante de sus compañeras de colegio. El acoso, dice, la llevó a aislarse de las niñas y a relacionarse únicamente con sus compañeros hombres por temor a ser víctima de burlas y malos tratos. Carla Ljubetic, directora ejecutiva de Niñas Valientes, organización sin fines de lucro que nació en 2018 para promover una cultura equitativa y prevenir la violencia de género desde edades tempranas, todavía recuerda cuando llegó a sus talleres. “Era muy tímida, hablaba poco y siempre estaba algo más lejos que el resto. Sin embargo, esto no duró mucho tiempo”, relata.
Tras participar en algunas sesiones de la Red Niñas Valientes, Amanda comenzó a transformarse. “Su mamá nos decía que nunca había visto interactuar tanto a su hija con otras niñas, con otras mujeres. Este fue un espacio en el que había podido hacer amigas, en el que podía sentirse tranquila, cómoda y entrar en confianza. Aquí pudo reencontrarse con la amistad de otras niñas”, cuenta Ljubetic.
El caso de Amanda no es aislado. Según Observatorio Niñez Colunga, tras analizar los datos de la más reciente Encuesta Nacional de Polivictimización, en Chile los síntomas depresivos han aumentado significativamente entre niñas, pero sobre todo ha crecido la brecha entre ellas y los niños. Las cifras son alarmantes: en 2023, mientras el 35% de las niñas entre séptimo y tercero medio mostraban síntomas depresivos, solo el 9% de los niños lo hacía.
“Lamentablemente, antes los síntomas se presentaban desde los 14 años en adelante, pero hoy se ven en edades cada vez más tempranas: desde los 9, 10 años”, explica Camila Bascou, psicóloga con Magíster en Psicología Clínica, especialista en psicoterapia y supervisora clínica. “Hoy niñas van, como hobby, a ver todo lo relacionado con skin care (en redes sociales). Eso nos muestra que ya están centradas en el aspecto físico y además desde mucho antes que en otros tiempos”, añade.
Paloma Del Villar, directora de Observatorio Niñez Colunga, centro dedicado a recopilar y analizar data de niñez en Chile, enfatiza la importancia de poner urgencia a lo que revelan estas cifras: “La salud mental de las niñas y niños debería ser una prioridad nacional. La evidencia científica acumulada indica que los problemas que surgen en etapas tempranas, sin adecuado acompañamiento, pueden perdurar en la vida adulta. Y los hechos demuestran que se deberían extender políticas sensibles al género”.
La reflexión de Del Villar se hace atingente más aún en un periodo como marzo, con la vuelta al colegio, ya que el entorno escolar, aseguran quienes saben del tema, muchas veces puede agravar el problema. De hecho, para entender este fenómeno, el viernes 7 de marzo Observatorio Niñez de Colunga llevará a cabo el conversatorio “¿Cómo está el bienestar de las niñas y adolescentes en Chile?” (la entrada es gratuita con inscripción previa en el este link).
El problema comienza cada vez más temprano
El caso de Emilia ilustra cómo los estereotipos de género pueden afectar profundamente la salud mental de las niñas. Ella llegó con 14 años al programa de Volando en V, fundación que busca fortalecer la convivencia escolar a través del empoderamiento estudiantil, con una actitud defensiva y conflictiva.
“Ella se percibía a sí misma como la estudiante que solía ir a castigo, la que era peleadora y se terminaba agarrando de las mechas afuera del liceo”, recuerda Josefina Díaz, jefa del programa que la fundación lleva a cabo en establecimientos educativos de la región de Los Lagos. Pero detrás de esa máscara de rebeldía había una niña que se sentía disminuida por no ser buena estudiante, que creía que la voz de sus compañeros hombres era más sabia y que ella no merecía ser escuchada.
Gracias a las herramientas de empoderamiento que recibió durante dos años, asegura Josefina, Emilia experimentó un cambio radical. “Al final, ella pudo ponerse de pie frente a todo el curso y decir ‘yo soy una líder’. Dejó de ser la líder negativa, como la había marcado su liceo, y comenzó a aportar su granito de arena”, relata Díaz.
Este tipo de intervenciones son cruciales considerando que, según la encuesta Nacional de Juventudes del Instituto Nacional de la Juventud, que también fue analizada por Observatorio Niñez, en 2022 el 48% de las niñas declararon haber experimentado diversas formas de discriminación en el último año, frente a un 35% de los niños. Además, según explican desde Volando en V, la violencia social —que incluye exclusión, manipulación, rumores y otro tipo de agresiones no físicas— fue el principal tipo de violencia en recintos educativos, siendo las mujeres quienes más la sufren. “Las estudiantes mujeres se sienten menos valoradas por sus pares, lo que no les permite ser quiénes realmente son, y afecta directamente a su bienestar y salud mental. Aumenta la victimización, genera aislamiento, baja autoestima, estrés y afecta en la manera de enfrentarse o de sentirse empoderada”, explica Josefina Díaz.
El peso de los estereotipos y mandatos contradictorios
“La mayoría de las niñas dice que no había tenido la oportunidad de sentirse segura y cómoda para expresar sus emociones en un espacio de participación y muchas no encuentran eso en la escuela o en la familia”, señala Ljubetic sobre las participantes de la Red Niñas Valientes. “El proceso de intervención que hacemos tiene justamente un recorrido por aquellas dimensiones del desarrollo socioemocional que más se ven afectadas por los estereotipos de género”.
Estos estereotipos, explica, no solo afectan la percepción que las niñas tienen de sí mismas, sino también las expectativas sociales que se les imponen. Un estudio de SSM - Population Health, revista internacional que investiga la salud en relación a fenómenos sociales, explica que durante la adolescencia, cuando se desarrolla el autoconocimiento y se construye la identidad, las niñas enfrentan expectativas sociales llenas de contradicciones.
“Las mujeres tenemos que pasar de la feminidad clásica, de lo doméstico, a ser líderes, esas súper fuertes, súper valientes, súper potentes y quedamos con un doble mandato que va generando una contradicción. Está el mandato, pero no las condiciones para que las niñas desarrollen esas habilidades de liderazgo y fomenten su autoestima”, explica Ljubetic.
Bascou coincide: “Hay una presión social muy importante sobre las niñas. Ya sea desde lo más externo, que es la belleza, lo físico y también a nivel más interno, donde hay altas expectativas de la mujer en general. Mientras más espacio vamos ganando, y van ganando también las niñas, se van imponiendo más trabajos sobre los que tienen que desarrollarse”.
Factores de riesgo adicionales
Los datos recabados por Observatorio Niñez Colunga muestran factores adicionales que agravan la situación. El Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar de 2022 reveló que la prevalencia mensual del consumo de alcohol en niñas es cinco puntos más alta que en los niños. La Encuesta Juventud y Bienestar evidenció que la diferencia entre los niños que realizan poco o nulo deporte y las niñas, es de 20 puntos porcentuales.
“No se puede invisibilizar que las niñas en Chile experimentan una serie de condiciones adversas para el desarrollo de una buena salud mental. Viven más experiencias de violencia, discriminación y tienen menos factores protectores, realizan menos actividad física y, hoy día, presentan mayores cifras de consumo de sustancias que son dañinas para la construcción de una buena salud mental como alcohol, marihuana y tranquilizantes sin receta médica”, explica Del Villar.
A esto se suma el impacto de las redes sociales, que según Bascou, “son las que se ve que tienen mayor influencia, propiciando expectativas de belleza que resultan en problemas que tienen en su centro lo depresivo y lo ansioso”.
Frente a este escenario complejo, los expertos coinciden en la necesidad de implementar medidas con perspectiva de género para enfrentar los desafíos sobre la salud mental de manera eficiente.
“Lo importante es mirar este problema en distintos niveles, no verlo como un caso particular de una escuela o niña en específico. Necesitamos tener el panorama completo y entender que esta brecha de género en la salud mental es una de las capas que tiene la brecha de género en nuestra sociedad en general”, afirma Ljubetic.
Por su parte, Díaz enfatiza la importancia de “desfeminizar” los roles de cuidado: “El cuidar y promover el buen trato no debe ser algo exclusivo de las mujeres. Es necesario que todos y todos seamos parte para tener este sentido de responsabilidad en prevenir la violencia y que no se transformen en problemas de salud mental”, dice.
Bascou, desde su experiencia clínica, subraya la urgencia de priorizar la prevención: “Se debe priorizar la salud mental en general, en el fondo, que haya un presupuesto, que haya una visibilización, mayores especialistas, más derivación. Que haya también mucha más prevención. Hoy día, lamentablemente, estamos llegando tarde a todo”.
“Esta responsabilidad de cambio no tiene que caer solamente en nosotras, no tiene que caer solamente en las mujeres. Es una responsabilidad del sistema, él tiene que dar las condiciones para que todos y todas podamos participar, tiene que salir de todas las esferas sociales”, concluye Díaz.
Y como señala Ljubetic, es fundamental generar ese cambio desde la educación: “Hoy día tenemos que reconocer que el desarrollo socioemocional no se da igual en niñas y niños, y nuestro abordaje intencionadamente tiene que reconocer esto y hacerse cargo de generar condiciones más equitativas para ese proceso. Debemos poner el foco en la educación para que también estos niños, niñas y adolescentes que están creciendo, después, cuando tengan su familia, puedan generar un cambio”.
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UN CONVERSATORIO PARA COMPRENDER LAS BRECHAS
El viernes 7 de marzo de 09:00 a 11:30 hrs, Observatorio Niñez realizará el conversatorio “¿Cómo está el bienestar de las niñas y adolescentes en Chile?”, donde su directora Paloma Del Villar presentará los datos del Informe Nacional del Bienestar de la Niñez en Chile 2024 desde una perspectiva de género, haciendo foco en las niñas y adolescentes. Estará acompañada de Alejandra Sepúlveda, presidenta ejecutiva Comunidad Mujer, y Verónica Salinas, jefa de la Unidad de Género del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género, quienes comentarán los desafíos para superar estas brechas.
De 09:00 a 11:30 en el Auditorio de ColungaHUB ubicado en Bustamante 26, metro Baquedano. Inscripciones en este link.