La ceguera silenciosa que afecta a las mujeres

¿Qué hacer con una enfermedad que, sin presentar síntomas evidentes en un inicio, puede hacernos perder la visión de manera irreversible? Ese es el glaucoma: la segunda causa principal de ceguera en el mundo. Aquí, la oftalmóloga y oculoplástica Vanessa Hristodulopulos, profundiza en qué casos las mujeres somos más propensas a padecer esta patología y por qué es fundamental que tomemos conciencia sobre su prevención y diagnóstico temprano.
De manera gradual, el campo visual se va estrechando, como si miráramos el mundo a través de un túnel cada vez más angosto. Las esquinas de las habitaciones parecieran desvanecerse en la periferia; o las personas aparecen de repente, sin poder advertir su presencia por el rabillo del ojo. Las señaléticas en la calle comienzan a pasar desapercibidas. En un inicio, pareciera cansancio, o fatiga, pero con el tiempo, la dificultad para moverte con seguridad se vuelve evidente. El glaucoma ha llegado.
Este es el panorama al que se enfrentan muchas personas con esta enfermedad ocular degenerativa que avanza silenciosamente, y que –según la Glaucoma Research Foundation– es la segunda causa principal de ceguera en el mundo. Por eso, cada 12 de marzo se conmemora el Día Internacional del Glaucoma, como una forma de concientizar a la población y hacer un llamado al chequeo periódico: la única forma de detectarla.
El glaucoma es una patología progresiva del nervio óptico que afecta el campo visual de manera gradual, comenzando por la visión periférica, hasta llegar a la visión central. “Es realmente alarmante, sobre todo porque 50% de quienes la padecen ni siquiera saben que la tienen, porque el deterioro visual ocurre de forma progresiva y sin dolor. Cuando finalmente se diagnostica, el daño al nervio óptico es irreversible, lo que la convierte en una de las principales causas de ceguera en todo el mundo”, dice Vanessa Hristodulopulos (@dravanessahristodulopulos), oftalmóloga y oculoplástica de Clínica Oftalmológica Pasteur y Clínica Indisa en Santiago.
“Esta condición afecta de manera diferenciada a hombres y mujeres. Las mujeres tienen un mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de glaucoma debido a su longevidad y a cambios hormonales asociados con la menopausia”, añade Hristodulopulos, quien también es docente de posgrado en oftalmología en la Universidad de Santiago y miembro del directorio de la Sociedad Chilena de Oculoplástica (SOCHOP).

– Se dice que el glaucoma es una ceguera silenciosa. ¿Por qué ocurre esto?
Porque, en la mayoría de los casos, no presenta síntomas en sus etapas iniciales. Muchas personas no notan esta pérdida hasta que la enfermedad está avanzada y el daño ya es irreversible. Por otra parte, uno de los factores conocidos en el desarrollo de glaucoma es la presión intraocular alta, y esta tampoco produce síntomas a menos que esté severamente elevada. Por eso, es fundamental realizar controles oftalmológicos regulares, especialmente después de los 40 años. En la consulta oftalmológica podemos evaluar no solo la visión de cada paciente, sino medir la presión intraocular y evaluar el estado anatómico y funcional del nervio óptico.
– ¿Por qué las mujeres son más propensas a desarrollar discapacidad visual por glaucoma?
Hay estudios que indican que las mujeres pueden ser más propensas a desarrollar discapacidad visual por glaucoma, en parte debido a su mayor longevidad. Como el riesgo de glaucoma aumenta con la edad, el hecho de vivir más años hace que las mujeres tengan una mayor posibilidad de desarrollar la enfermedad y sufrir sus efectos en etapas avanzadas. Además, algunos tipos específicos de glaucoma, como el glaucoma de ángulo cerrado, son más frecuentes en mujeres debido a ciertas características anatómicas del ojo. Por otra parte, los cambios hormonales también pueden influir en la progresión del glaucoma: la disminución de estrógenos durante la menopausia podría tener un impacto en la regulación de la presión intraocular y en la salud del nervio óptico. Si bien estas investigaciones sugieren una posible relación con un mayor riesgo de daño, este es un campo de investigación en desarrollo.
– Más allá de la pérdida visual, ¿qué impacto tiene el glaucoma en la vida diaria de las mujeres?
Hay estudios que muestran que el 65% de las mujeres con glaucoma limitan sus salidas sociales por miedo a accidentes o dificultad para reconocer rostros. Por eso, no solo se trata de pérdida visual, sino de un deterioro súper significativo en la calidad de vida de las mujeres, en su socialización, autoestima. Muchas mujeres con glaucoma limitan sus salidas sociales por miedo a caídas, accidentes. Esto puede generar aislamiento, ansiedad e incluso depresión. La pérdida progresiva del campo visual también dificulta actividades cotidianas como desplazarse, manejar, leer o cocinar, lo que impacta en la independencia y autonomía. Es crucial que quienes viven con glaucoma reciban apoyo emocional y estrategias para adaptarse a su visión reducida.
– ¿Cuáles son las principales formas de prevenir y tratar el glaucoma?
La prevención comienza con chequeos oftalmológicos regulares, especialmente para personas con antecedentes familiares de glaucoma o mayores de 40 años. Como el glaucoma aún no tiene cura, el tratamiento se centra en frenar o enlentecer su progresión. Esto se hace con colirios hipotensores oculares, tratamientos con láser o cirugía en casos avanzados. La clave es el diagnóstico precoz, porque si se detecta tardíamente, el daño que ya se ha producido en el nervio óptico no puede revertirse. Realmente es fundamental chequearse. Ver bien hoy no significa que sus ojos estén sanos. Un control preventivo puede marcar la diferencia entre conservar la visión o perderla silenciosamente.
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