Existen en el mercado una serie de productos pensados en los cuidados nocturnos de la piel, desde cremas y serums hasta mascarillas que supuestamente actúan mientras dormimos. Se publicitan como distintos a lo que se usa durante el día, y aseguran tener efectos comprobados, que en muchos casos se pueden ver a la mañana siguiente.
Pero, ¿qué pasa con la piel de noche y por qué existen alternativas de cuidado específicas para usar mientras se duerme? “Al dormir se libera melatonina, hormona del sueño, y descienden los niveles de cortisol, hormona del estrés, lo que permite que la piel tenga funciones de depuración, elimine sustancias tóxicas acumuladas durante el día y se regeneren las fibras de colágeno y elastina sintetizadas por los fibroblastos”, dice la dermatóloga de Clínica Indisa, Claudia Moreno.
Por esto es que cobra especial importancia el uso de tratamientos nocturnos en quienes cuidan su piel, especialmente la del rostro. “Como en la noche la piel absorbe todos los principios activos sobre ella es importante iniciar la rutina con una limpieza suave para remover células muertas, impurezas y maquillaje. Luego se pueden aplicar cremas con ácidos grasos y ceramidas que restauran la capa externa de la piel y se puede asociar con vitamina A o retinoides en cremas, que permiten regenerarla y favorecer el rejuvenecimiento facial”, explica la dermatóloga.
Según la especialista, los tratamientos nocturnos tienen una acción prolongada de los activos, funcionando durante las seis u ocho en que dormimos. “Además, muchos tratamientos nocturnos tienen propiedades fotosensibilizantes, lo que significa que su uso frente a la luz induce una respuesta de sensibilidad en la piel, piel roja, que pica, por eso lo ideal es usarlos en momentos donde estamos protegidos de la luz, lo que ocurre al dormir”, dice.
La importancia de un buen dormir
Una buena piel está directamente relacionada con un buen dormir. No se necesitan estudios -aunque los hay- para notarlo, pues nosotras mismas somos testigos de cómo la calidad de la piel se ve afectada cuando dormimos mal, cuando estamos pasando por periodos de estrés y cuando no la cuidamos.
“Dormir entre siete y ocho horas, sin ruidos ni luces, mantiene las funciones de regeneración de las células y fibras de colágeno y elastina, además favorece el flujo linfático para descongestionar el rostro, sobre todo en las áreas de párpados, lo que mantiene una piel suave, tersa y de apariencia descansada”, asegura Moreno.
La especialista agrega que, si se duermen menos horas de las recomendadas o se tiene un sueño interrumpido, las funciones fisiológicas de la piel se ven impedidas, lo que se manifiesta en una piel seca y párpados cansados, además de las ojeras que le dan a la cara un aspecto fatigado.